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miércoles 4, diciembre 2024

La cultura es cosa de todos

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Cada pueblo, villa o ciudad es diferente. Y todos tienen algo que destacar. Por eso en los últimos tiempos la gente se ha lanzado a poner en valor lo suyo, sin desmerecer las campañas institucionales, pero sin esperar por ellas. En la región se multiplican las iniciativas ciudadanas: culturales, deportivas, turísticas… unas con tradición, otras de nuevo cuño. Y todas diferentes. Algo se mueve en Asturias.


En el contexto regional, la participación ciudadana es una tradición. Un ejemplo: la gran mayoría de las fiestas populares se coordinan desde una comisión de festejos, cuando en otras comunidades esta labor se deja a la administración, normalmente el ayuntamiento. Aquí son los vecinos los que están acostumbrados a opinar, por supuesto, pero también a trabajar e implicarse en las labores de organización.
Pero no son sólo las fiestas. Se puede llamar activismo cultural, movimiento vecinal, asociacionismo, dinamización, empoderamiento ciudadano… el lenguaje está cambiando para definir las nuevas tendencias, pero lo cierto es que muchas de estas actividades no son nuevas y responden a una forma de hacer que aquí es habitual. Una buena guía es la lista de candidaturas y los premiados como Pueblo Ejemplar de Asturias, galardón que la Fundación Príncipe de Asturias otorga anualmente desde 1990 al «pueblo, aldea, núcleo de población, espacio paisajístico o grupo humano del Principado» que haya destacado en «la defensa y conservación de su entorno natural, ambiental, de su patrimonio histórico, cultural o artístico, en iniciativas de impulso económico y social o en la realización de obras comunales u otras manifestaciones de solidaridad sobresalientes». El ganador del año pasado, Teverga, tiene un amplísimo tejido asociativo empresarial, ganadero, turístico, juvenil, de mayores… que lleva a cabo actividades tan variadas como visitas culturales, organización de eventos deportivos o recuperación de fiestas tradicionales, todo en el entorno del Parque Natural de las Ubiñas-La Mesa, la Senda del Oso y el Parque de la Prehistoria.

Es una cadena: generar actividad, que genera cultura, que genera turismo, que genera riqueza. El tirón económico de este tipo de actividades es innegable.

En 2012 el premio fue para Bueño, en el municipio de Ribera de Arriba. Con ciento cincuenta habitantes, el pueblo cuenta con el mayor conjunto etnográfico de hórreos y paneras de Asturias, pero eso no es todo: a la conservación patrimonial se une una historia de más de veinte años organizando actividades culturales. Hoy la mayoría de estas actividades se centralizan en la Asociación Cultural de Bueño (junto a un grupo de teatro costumbrista, también formado por vecinos, que mantiene una actividad estable): fiestas populares, el concurso anual de pintura rápida, un Festival de Cine, unas jornadas de fado… aunque probablemente la actividad más conocida sea el Festival Internacional de Jazz, que este año ha cumplido su catorce edición y que ha conseguido que figuras de reconocido prestigio como Pee Wee Ellis, Ibrahim Ferrer o Stacey Kent hayan tocado junto a los hórreos. «El entorno es una de las cosas que más valoran los músicos, en ese sentido la acogida es fabulosa y les encanta tocar aquí», describe Belarmino Fernández, presidente de la Asociación.
Como suele ser habitual en estos casos, la intensa agenda cultural de Bueño se explica en gran parte por la buena disposición de los vecinos. «Somos un grupo muy unido, y el apoyo vecinal es enorme. Por ejemplo, hay un día dentro del Festival de Cine en el que se rinde homenaje con una espicha popular a los actores, directores y demás personalidades que nos visitan. Pues bien, todo el pueblo participa aportando comida, que se comparte entre los presentes». Sus actividades baten récords de participación -el concierto de Stacey Kent, el año pasado, reunió a unas 1.600 personas en un pueblo, recordemos, que no llega a los doscientos habitantes- generando movimiento económico y una publicidad impagable.

¿Y las administraciones?

Mercazoco en Gijón
Mercazoco en Gijón. / Foto cedida por MDC fotografía
Como suele decirse, cada caso es un mundo. En Bueño, Belarmino Fernández insiste en valorar el papel del Ayuntamiento: «El nuestro es uno de los ayuntamientos que mejor se desenvuelven económicamente, uno de los que más ayudas tiene en temas sociales. Y en nuestro caso contamos con todo el apoyo, que es imprescindible». Un ejemplo muy diferente es el de la Asociación la Alameda de Porcía, en el concejo de El Franco, que llevan décadas organizando la Noite Celta. Pepe, de la Asociación, explica que ya se han «aburrido» de pedir subvenciones y tiran de medios propios: «De treinta y un años que llevamos trabajando, sólo cinco conseguimos una pequeña subvención de la Consejería. Al final decidimos ni pedirla. El Ayuntamiento colabora en temas como la limpieza, pero nosotros nos autofinanciamos con actividades variadas: venta de camisetas, loterías, donativos, el bar en las fiestas…».

Una buena guía de lugares con actividad es la lista de candidaturas y premiados como Pueblo Ejemplar de Asturias.

Hoy en día es muy fácil encontrar conciertos y festivales relacionados con el folk, pero en sus orígenes esta Noite Celta fue pionera: «Empezamos porque queríamos revitalizar el mundo de la música tradicional, que en aquel momento estaba bastante bajo. De hecho nos costó encontrar grupos que actuaran, pero poco a poco conseguimos sacarlo adelante». De nuevo, una clave fundamental es la buena relación: «Tiene que haberla, si no, no podríamos hacer esto. Y contamos además con el apoyo de prácticamente todos los grupos de Asturias, que rebajan el caché para venir a tocar aquí». La trascendencia internacional de la Noite Celta les ha valido un gran reconocimiento, una tremenda convocatoria que incluye a gente de otras comunidades, y premios como el AMAS de Honor.
Este concierto folk se celebra en un precioso escenario natural, otra de las características de muchas de las iniciativas surgidas últimamente en la región: en Asturias, ante la duda de qué hacer, se tira de paisaje. En Llastres, por ejemplo, la Asociación Cultural Siglo 21 organiza desde hace tres años el Kakoline Day, un original festival de música electrónica, que aprovecha el tremendo tirón del Mirador de San Roque, impresionante rincón de uno de los pueblos más bonitos de España. En esta edición (celebrada el sábado 26 de julio) el escenario se amplió también hasta el Puerto de Llastres, llenando toda la localidad de música, pintura, baile, infografías… y un amplio abanico de actividades de vanguardia, todas gratuitas.
Más o menos de la misma edad, el Festival de Música de Piantón (Vegadeo) acaba de celebrar su cuarta convocatoria. Se trata de un festival de música clásica dedicado a jóvenes intérpretes y grupos familiares, con una organización popular (nacida del Club de Música Avellaneda) y una altísima colaboración. De hecho, una de las peculiaridades de este evento es que los músicos se alojan en las casas de los vecinos, lo que crea unos vínculos especiales y una implicación absoluta de todo el pueblo. Tanto es así que una de las actividades estrella es el Conjunto Festival, donde pueden apuntarse músicos aficionados de diferentes edades y niveles, para realizar una actuación final con todos los del programa. Una vez más, aparece la participación como norma y rasgo distintivo.
La música amansa a las fieras, y es una de las propuestas con más tirón. Este año nace también el Prestoso Fest, Festival de Música Alternativa con un interesantísimo programa, que se celebra en la pequeña localidad de Gedrez, en Cangas del Narcea. La iniciativa surge de la mano del grupo local Pingüino, que busca recuperar el espíritu de una fiesta que se celebraba años ha, con un concierto folk, pero llevándolo al terreno indie.

La empresa también cambia

No todo es necesariamente sin ánimo de lucro. También se están viendo nuevas empresas y emprendedores, por vocación o por fuerza, que están descubriendo el interés de unir turismo y cultura en una misma propuesta, con un nuevo esquema de organización. Bajo la idea de que «todo el mundo es experto en algo», Fiindr plantea fines de semana diferentes, basados en la cooperación y en la experiencia. La idea se pone en marcha de la mano de un equipo de cuatro personas relacionadas con el turismo rural: «Lo primero que identificamos fue el problema del sector, que es la baja ocupación en invierno, y decidimos buscar la manera de atraer a la gente de las ciudades más cercanas», explica Marina Vidiago, CEO del proyecto.

La música es una de las propuestas con más tirón, y por toda Asturias existen festivales dedicados a distintos géneros.

Para convertir el problema en la solución, se encontró una idea sencilla: una persona se ofrece a enseñar algo que conoce -preparar sushi, calcetar, hacer fotografías, practicar pilates… cualquier cosa-, y ésa es la excusa para organizar un fin de semana diferente, en el entorno de un alojamiento rural. El precio, cerrado, es de cincuenta euros (gratis para el que imparte el taller o «compartidor») que incluyen las clases, actividades, alojamiento y casi todas las comidas. «Había que poner un precio asequible para que la gente lo viera como una alternativa a quedarse en casa, no como un gasto extra o irse de vacaciones». Los grupos son pequeños, de un máximo de doce personas, para potenciar el contacto y las relaciones personales. Al final se busca crear una comunidad de «finderos»: consumidores activos, que tampoco esperan a que les den todo hecho sino que contribuyen a crear una oferta a su medida. Aquí entra de nuevo el lenguaje: generar sinergias, hacer networking (o trabajo en red), fomentar las relaciones personales, que al final son lo más valorado. «Las nuevas tecnologías son nuestro principal canal de promoción -explica Vidiago- pero lo que más nos gusta de los Fiindrs es «bajar de la nube» y estar con la gente: hablamos, tocamos, nos reímos, comemos, disfrutamos…».
Fiindr nace en torno a la Freehouse, un original espacio de coworking en Oviedo donde las fronteras entre lo humano y lo empresarial se diluyen, ya que los emprendedores se trasladan a vivir allí en un periodo de tiempo determinado para trabajar en su proyecto. «Es un laboratorio de ideas 24 horas, y en nuestro caso nos da algo fundamental: rodearte de gente activa, con ideas innovadoras, hace que a ti también se te ocurran ideas. ¡Y muchas las ponemos en marcha! El equipo y la comunidad son básicos en nuestra forma de trabajar».

Felpeyu en la Noite Celta de Porcía

Participación urbana

Probablemente son los pueblos los que más necesitan esta dinamización, y los que más están demostrando que se pueden hacer las cosas de manera diferente. Pero también las grandes ciudades albergan iniciativas distintas. En Oviedo, el recién desaparecido Centro Social Autogestionado La Madreña llevaba ya años organizando una amplísima programación cultural y social, abierta a la participación. En Gijón se puso en marcha el año pasado un mercado con raíces en el trueque y con una altísima participación de artesanía y productos ecológicos. Es el Mercazoco, evento bimensual donde siempre hay sitio para alguna actividad solidaria y una programación que pone el acento especialmente en los niños. En Avilés se acaba de celebrar el Festival de Andar por Casa, de la mano de la asociación «Como Pedro por su casa» con el apoyo del Servicio de Juventud municipal. Una actividad que abre las casas de los ciudadanos a talleres de comida y cócteles, música, bailes, teatro, exposiciones… El objetivo: «dinamizar la vida cultural y artística de la ciudad, a la vez que se fomentan las relaciones sociales entre diferentes colectivos, y se rompen por una noche los límites entre el espacio público y privado». Para animar el evento, a los participantes se les anima a acudir con la ropa «de andar por casa»: pijamas, albornoces, zapatillas… y se les regala un mandil para participar en las diferentes rutas por la ciudad.

Se está creando un nuevo tipo de consumidor activo, que no espera a que le den todo hecho sino que contribuye a crear una oferta a su medida.

Es una cadena: generar actividad, que genera cultura, que genera turismo, que genera riqueza. El tirón económico de este tipo de actividades no es fácil de cuantificar, pero es innegable, y muchos pueblos poco habitados desbordan de gente cuando se convocan determinados eventos, publicitados en su mayor parte a través de redes sociales y del boca-oreja, tanto virtual como real. Sin olvidar el apartado deportivo, que también está experimentando un tremendo auge, sobre todo en la línea del ciclismo, atletismo y los deportes relacionados con montaña (la fiebre del trail running y las ultras maratones se ha hecho notar en la agenda deportiva de este año). Es otra forma de sacar partido al entorno natural, una riqueza que viene dada y que es absurdo desaprovechar. De ahí que surjan tantas ideas y muchas de ellas lleguen a buen puerto, porque ya se sabe que al asturiano se le hincha el pecho cuando habla de su tierra, pero no todo puede ser hablar: hay que invitar, mover, poner en valor, generando además un sentimiento de comunidad que existe tradicionalmente, pero que siempre viene bien reforzar.

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