Sobre los cimientos de la antigua librería Ojanguren de Oviedo, se alza este nuevo proyecto empresarial, Matadero Uno, un espacio donde disfrutar de la literatura en vivo. Además de ojear, pasear entre sus libros, comprar o compartir la pasión de la lectura con otros, aquí se organizan innovadoras experiencias literarias. Una iniciativa que ha recibido su primer premio. Leticia Sánchez, una de sus responsables, contesta a nuestras preguntas.
-Abrir las puertas de la que fue la librería más antigua de Oviedo es toda una responsabilidad y más con la que está cayendo. ¿Cuántas veces os lo pensasteis?
-Ninguna. Son ese tipo de cosas que si te las piensas no las haces. Fue una decisión más bien pasional. Julio Rojo, el dueño de Ojanguren, se mostró encantado con la idea, con el hecho de que aquí se siguieran vendiendo libros. Para corresponder y como homenaje, conservamos el logotipo de la antigua librería, algo que le hizo mucha ilusión. La gente continúa viniendo y dice, «¡ah! ¡el antiguo Ojanguren!», personas que en la inauguración lloraron cuando traspasaron la puerta. A ese nombre nosotros añadimos la frase “Así fue y así será” de la novela que nos da nombre: Matadero Cinco.
Los libros tenían que seguir a pie de calle, las librerías debían de retomar su papel como lugar de encuentro y además de eso, nosotros apostamos por la evolución. Esa es un poco nuestra filosofía.

-Vuestro proyecto empresarial tuvo un reconocimiento incluso antes de que viera la luz. Esa es una muy buena manera de comenzar…
-Por supuesto. Estábamos aún con las obras del local y nos dijeron que les gustaba mucho nuestro proyecto, eso de recuperar este espacio emblemático y además hacerlo en este contexto tan complicado. Abrir un negocio así, a pie de calle, era un acto de mucha valentía, nos decían. Hasta el punto de que la agrupación ASATA, nos concedió el premio al mejor proyecto empresarial. Aquello la verdad nos gustó mucho, pero por otro lado pensamos, «si nos dicen eso de ‘qué valientes, la que os espera’…». Pero bueno, ahí estamos luchando contra esos molinos como Don Quijote, y la verdad es que no nos está yendo mal.
-¿Qué van a encontrar los lectores en ese espacio?
-A parte de las novedades van a encontrar literatura de calidad, libros que posiblemente no sean los más vistos o los más leídos porque pertenecen a editoriales independientes, libros que a lo mejor tienen diez o veinte años, pero creemos que deben de seguir teniendo un espacio en las librerías, libros de ensayo, filosofía, arte, cine, política, comic, novela gráfica… una gran variedad.
«La agrupación ASATA nos concedió el premio al mejor proyecto empresarial. Aquello nos gustó mucho, pero por otro lado pensamos, «si nos dicen eso de ‘qué valientes, la que os espera…'»»

-¿Qué más cosas ocurren aquí dentro?
-Muchas cosas. Tenemos actos prácticamente cada día, incluidos los fines de semana. Abrimos también los domingos a la hora del vermut que tomamos juntos acompañados de libros. Hacemos muchas presentaciones, charlas, damos cursos de narrativa, poesía, narración oral, novela corta, cómic. Tenemos clubs de lectura los sábados por la mañana donde están apuntadas más de cien personas. Y, sobre todo, este es un espacio de encuentro, entre gente joven y gente mayor, entre escritores y lectores, un lugar donde se puede venir a charlar, a opinar sobre literatura, donde siempre nos van a tener a nosotros si necesitan algún tipo de recomendación o de guía. La literatura, aunque es un acto muy solitario ya que se lee en soledad, es una actividad para compartir, ensancha el espíritu.
-Decís que aquí se disfruta de la literatura en vivo… ¿En qué consiste esta experiencia?
-Es el concepto que nosotros tenemos de librería. No somos un despacho de libros, sino un lugar donde la gente puede entrar sin ningún compromiso, mirar, hablar, leer y luego si quiere se puede marchar. Nos encanta que nos visiten, y si de paso quieren comprar un libro, pues encantados. Además, pueden venir a escuchar una charla, ver una exposición… el espacio Matadero en un lugar para compartir, un foro.
«No somos un despacho de libros, sino un lugar donde la gente puede entrar sin ningún compromiso, mirar, hablar, leer y luego si quiere se puede marchar»
-¿Quiénes estáis al mando de este proyecto y qué aportáis cada uno?
-A los mandos están Natalia González y Luciano Hevia, ambos libreros con mucha experiencia en este difícil oficio. Son los que llevan el tema de la gestión: pedidos, devoluciones, etc. Luego estamos Jorge Salvador -editor de Pez de Plata- y yo, que soy escritora, que nos dedicamos más a la programación, la comunicación y todas esas cosas.
-No tiene que ser fácil elegir los títulos del catálogo cuando se publican alrededor de 87.000 libros al año.
-Sí, es una barbaridad. Es muy difícil ya que el espacio que tenemos es el que es. En las mesas o en la exposición intentamos retener los libros por lo menos una semana porque si no pasan sin pena ni gloria. Tampoco pedimos novedades en exceso. Seguimos un poco nuestro criterio de selección y excelencia, velando siempre por la calidad literaria, lo que podría interesar a nuestros lectores.

-Me comentabas que hacéis una fuerte apuesta por las editoriales independientes. ¿Gozan de buena salud aquí en Asturias?
-En Asturias tenemos unas editoriales espectaculares: Hola de Lata, Delallama, Pez de Plata; Satori, que es la única en España que publica sobre cultura japonesa; Velasco, Bajamar… por decirte algunas. Tenemos muchas y muy buenas.
-¿Qué destacarías del público que os visita?
-Es muy variado, hay de todo, pero como característica común te diría que es un público lector. Sabe dónde va y lo que quiere.
-¿Qué papel juega Internet como trampolín comercial?
-Aún no tenemos página web, la tenemos en construcción. Publicamos nuestros eventos en las redes sociales, hacemos recomendaciones de libros y, en base a eso, luego viene gente a comprarlos. Nos damos cuenta de que lo que no ves, es como si no existiera. Internet es importante sobre todo como medio de difusión.
«La literatura, aunque es un acto muy solitario -ya que se lee en soledad-, es una actividad para compartir, ensancha el espíritu»
-¿Son las nuevas generaciones, nativas digitales, clientes de la industria tradicional del libro?
-Si nos fijamos en la media de edad te diría que predomina la gente mayor, pero es cierto que vienen muchos jóvenes a comprar a la librería o pasan por aquí, se pasean. Suelen comprar cómic, filosofía, narrativa. Nosotros no tenemos literatura juvenil, por aquí pasan de universitarios para arriba. En los clubes de lectura hay mucha gente joven, eso rompe el mito de que la gente joven no lee. En este sentido creo que las librerías deberían de avanzar con los tiempos. Han de ser espacios amplios donde uno se pueda perder, donde se disfrute del placer de mirar, aunque no se compre.
-¿Qué es lo mejor y lo peor de ser librera?
-(Risas). Lo mejor de ser librera es ¡vender libros!, acertar con alguien que te ha pedido una recomendación. Es también muy gratificante los clubes de lectura, poder proponer nuevas lecturas, nuevas perspectivas; acercar este espacio a la gente, que lo conozcan. Lo menos gratificante es no vender. Luchamos mucho por cada libro que vendemos.
-¿Habías estado antes detrás de un mostrador?
-No, nunca. No me llevo muy bien con los ordenadores. Puedo cobrar, pero sobre todo me muevo con la gente. Soy un poco la ‘vidillas’. Trabajar entre libros, rodeada de personas, es como meterte en un mundo lleno de historias por descubrir. Siempre te sorprendes.
«En los clubes de lectura hay mucha gente joven, eso rompe el mito de que la gente joven no lee»
-¿Cómo empezó tu relación con los libros?
-Madre mía, yo no recuerdo mi vida sin los libros. Estoy unida a ellos desde que tengo uso de razón. Tenía dos abuelos que se llamaban igual, Ramón. Uno era un grandísimo lector y fue el que me enseñó a leer; y el otro era un gran contador de historias. No leía mucho, pero contaba historias fabulosas. Así me crie. La relación de amor más larga de mi vida ha sido con los libros.
-En una ciudad tan literaria como es Oviedo, ¿cómo valoras el número de librerías que hay abiertas? ¿Son suficientes para hacer frente a la demanda?
-Hubo una época donde se cerraron varias importantes y aquello peligró un poco. Qué duda cabe que una ciudad con una gran oferta es un lugar con una buena salud literaria. Gijón en este sentido nos lleva mucha ventaja, pero tengo la esperanza de que no tardando mucho aumentemos la oferta. Por ejemplo, a nuestros amigos de la librería Kafka les va muy bien, hasta el punto de que han tenido que ampliar el negocio. Entre nosotros no nos consideramos la competencia, una librería es un compañero que también lucha por los libros, lo que sí es competencia es Amazon. Todo lo demás genera un buen caldo de cultivo para el lector y eso siempre es bueno. ¡Bienvenido sea!
«Trabajar entre libros, rodeada de personas es como meterte en un mundo lleno de historias por descubrir. Siempre te sorprendes»

-¿Y se puede vivir bien de este negocio?
-Hombre, ¡nosotros vivimos de él! Natalia y Luciano están aquí a jornada completa; Jorge y yo, como tenemos otras responsabilidades también relacionadas con la literatura, pues estamos a media jornada. Este era el objetivo que nos proponíamos desde un principio: mantener este proyecto a flote y poder vivir todos de ello.
-La pasión rodea cada una de tus palabras…
-Claro, pero es que además es una pasión que compartimos los cuatro, por eso decidimos unirnos y dar forma a este proyecto. Fue lo que nos unió. Amamos firmemente lo que hacemos.
He recibido noticias vuestras y quiero desearos éxitos.
Me gustaría cuando pueda haceros unas fotografías para incorporaros en mi proyecto de Librerías con encanto.
Saludos, José Ramón Madruga
646092341 –
https://www.leganes.net
Librerías con encanto.