Sembrar, regar, podar, desinfectar, esperar y recoger. Pero si las cultivadoras no saben su oficio mal nos va. Había escrito tiempo atrás acerca de una supuesta leyenda urbana de Esperanza Aguirre; una atenta redactora de esta revista, me hace llegar el testimonio que da fe de la metedura de pata de la entonces ministra del ramo, me remite a El Periscopio de Rosa María Artal, quien afirma ‘…los turistas vienen igual, encantados, a las sucias y desconchadas calles de Madrid, y la cultura es prescindible. Así lo ve una antigua ministra… de cultura. Nombrada para ese cargo pese a que creer que Saramago -Sara Mago- era una bailaora, que no es una leyenda urbana porque yo misma la escuché’.
Por el mismo precio me pasa (mil gracias, Elena) una grabación de radio de otro momento histórico en la cultura patria, del que tampoco tenía la certeza documental; ¡pero sí, existe!, la prueba grabada del Sr. Pérez Varela, en aquellos tiempos conselleiro de Cultura de la Xunta, confundiendo la obra de Carl Orff Cármina Burana (título en Latín, significa Canciones de Beuern) , con el nombre de una Carmiña cantante galega. Le pregunta la entrevistadora (en su lengua): Acaba de comprar vd. esa primera entrada. Cuéntenos, cuánto pagó, de qué entrada se trata, a qué festival va a acudir… La respuesta no precisa traducción: «A verdá é que é Carmina… eeeh… Burana que é una das boas cantantes de este país, con a Orquesta sinfónica de Galicia» (No es una errata, en galego debería decir verdade, pero no; como a tantos otros se le nota que su vehículo natural es el castellano y usan por quedar bien una lengua en la que no están cómodos).
Claro que otros no saben expresarse en ninguna de las lenguas oficiales, pese a ocupar puestos donde deberían. Seguimos en Cultura, pero ya no un área municipal, sino un «aria», si hacemos caso a la concejala correspondiente del Ayuntamiento de Valencia, la que firma Mayrén Beneyto; en una nota de despedida que retrató sus limitaciones en una red social, agradecía su paso por diferentes responsabilidades a todo el mundo. Copio exactamente: «…sobre todo Rita. la Teniencia de Alcaldía con todo el Aria de cultura, difícil…» Me lo creo, lo de difícil, sobre todo si tenemos en cuenta que Doña Mayrén comete treinta faltas ortográficas en diecinueve líneas (profesor García Pérez). ¿Le vendría de cosas como ésta a Rita el repentino «caloret»? No me consta, porque no suelen ponerse coloradas. Me pregunto yo qué hablará su jefe, el presidente Rajoy -que no sabe idiomas-, con la señora Merkel, -que no maneja el español, pese a que veraneaba en Ibiza en los tiempos que era joven y se podía retratar desnuda-, cuando salen solos, sin sus intérpretes, ante los fotógrafos. Por lo que pudiera pasar vamos a ayudarle con un método eficaz de aprendizaje del alemán.
Cultura es cultivar. Mimaban las palabras los monjes del XII que recogieron lo que luego se llamarían Cármina Burana; las tenían tan en aprecio que en este manuscrito recogieron poemas ajenos a ellos, de unos saltimbanquis divertidos, -dicen que goliardos-, que ya iban abandonando el latín y expresándose en lenguas romances, así que se pueden leer estrofas en alemán y francés. Para que vean las vueltas que da el Planeta, obra en mi poder un folleto que las contiene, regalo de una hoy inexistente Caixa Galicia, junto con las cuatro invitaciones que nos permitieron escuchar en la Iglesia de San Lorenzo, en León, una formidable interpretación (abril 1997) a cargo del Orfeón Terra a Nosa, dirigido por Miro Moreira. Explica el folleto la historia del Manuscrito de Benediktbeuren y nos regala la versión original y la traducción de los temas cantados. No me resisto a compartir una estrofa, en estos tiempos de unidad europea: Were diu werlt alle min…Si toda la Tierra fuese mía/ del mar hasta el Rhin/ renunciaría a todo con gusto/ si la reina de Inglaterra/ estuviese entre mis brazos…
Cuando los políticos patean la Gramática suelen ser objeto de chanzas y se mosquean, sin darse cuenta de que algunas son involuntarias, por ejemplo el huido Señor Wert, ahora favorecido por la política de conciliación familiar del gobierno, que les ha buscado unos trabajillos en la misma empresa a él y su flamante señora. Preguntado en el parlamento por semejantes designaciones una señora diputada nos dejó las cosas claras: son todos unos envidiosos, esos de la oposición. Dicen algunos que quien lo sustituye es peor; no tengo el gusto, pero ya me mosquea que ni la televisión nacional lo considere ministro de cuerpo entero, la 2 rotulaba la noticia «el minsitro de Educación»; como es el jefe, al contrario que otras veces, cambiaron el letrero rápidamente.
Cultura es cultivar, por tanto conocer los terrenos donde se siembra y ¡muy importante: las fechas!, no sea que nos pase como a los que pusieron el letrero de La Carisa. Un panel informaba no hace mucho de que los astures de aquella edificación militar comían maíz; hecho prodigioso donde los haya, si tenemos en cuenta que el campamento se montó casi dos mil años antes de que lo trajeran de América. De todas formas mayores sorpresas nos ha dado la Historia; si hay vestigio de la presencia de los vikingos en Norteamérica, por qué no va a haberlos de lenenses, pueblo intrépido, aguerrido, montaraz y un punto viajero. Y si no tengan ustedes en cuenta lo que nos relatan los mismos americanos en el cine, observarán que la gramínea en cuestión debió llegar a Europa antes de lo oficialmente reconocido: Superproducción, toddao y toda la pesca: «Cleopatra», que tendría mucha repercusión mediática por los amores de la Taylor y el Burton. El guión, -homenaje a la época que trata-, está escrito por un triunvirato, Ronald Mc Douglas, Sidney Buchman y Joseph L. Mankiewicz, a la par director; aseguran los títulos de crédito que se han basado en Plutarco, Suetonio, Apiano «y otros antiguas fuentes de la vida y tiempos de César». Como ven se han documentado, no se andan con bromas por la parte de Hollywood; pues bien: los romanos han tomado Alejandría y está Julio (como diría Obélix) reunido con sus ayudas de campo; pregunta por el agua, «salobre, pero se puede beber», le dicen; se levanta y ordena: «Bien, vigilad los pozos, el trigo y el maíz«