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domingo 24, noviembre 2024

Pedro Durán, loco por el teatro

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No contempla su vida fuera de las tablas y la risa del público es la mayor de las recompensas. Actor, productor, guionista, etc., Pedro Durán es de los que confiesa que “ya no tiene arreglo”, lo suyo es seguir caminando en la cuerda floja de la acción teatral y audiovisual.

Conocido por los personajes de Marisina y Petiso en la TPA, Durán es el hombre de las mil caras. Su trabajo no ha pasado desapercibido en comunidades como la LGTB que, a principios de junio en Luarca, le otorgó el Triángulo Rosa por su aportación en la visibilización del colectivo.

-¿Tu interés por el mundo de la escena te viene heredado de algún familiar?
-No, pero la cabra tira pal monte como suelen decir, y a mí esto siempre me llamó la atención, aunque digamos que el primer contacto fue en mi época de estudiante con el grupo de teatro de la Universidad de Oviedo. Con ellos empezó a picarme el gusanillo mientras estudiaba; yo soy licenciado en Pedagogía y, de hecho, al principio, fui profesor de filosofía en Luarca. Luego fui a Taller 3, la Escuela Municipal de Artes Plásticas y Escénicas de Oviedo y ahí empecé mi formación como actor. Después comencé a trabajar con alguna compañía profesional, primero con Casona y luego con Teatro del Norte, luego hice un paréntesis y me fui a Madrid, donde estuve tres años estudiando en una escuela que se llamaba La Base. Volví a Asturias en el 2006 coincidiendo con el inicio de la TPA, me presenté a varios castings y empecé a trabajar con distintas productoras que trabajaban para esta televisión y ahí sigo, botando de un proyecto a otro.

Pedro Durán en el personaje de Marisina
Pedro Durán en el personaja de «Marisina»

-De tus experiencias en la TPA hay que resaltar a Marisina, a la que diste vida durante mucho tiempo.
-Sí, el personaje pertenece a la cadena, pero yo le tengo mucho cariño y por la calle la gente me sigue reconociendo como Marisina y me paran para decirme lo que la extrañan. Son estas cosas que ocurren en la tele, aunque el personaje funcionaba y tenía audiencia alguien decidió que se dejara de hacer, pero no fui yo, ni el público, que sigue queriendo al personaje. Yo le tengo mucho cariño por cómo caló en la gente. No podemos olvidar que Asturias tiene una población envejecida importante, hay mucha gente que vive sola, mucha gente en zonas rurales a las que la tele les hace muchísima compañía y Marisina conectó muy bien con esa parte de la población que está un poco huérfana y que está un poco solina. Les entretenía, les divertía y también se identificaban con ella, porque, al final, Marisina vive y bebe de los tópicos asturianos. Es la típica asturiana que te encuentra por la calle y te suelta a la cara: “engordaaste, vaya estropeada que tas”. Nos sorprendió mucho cómo caló también entre los guajes… quién sabe, puede ser que vieran a su abuela reflejada en esa paisana.

-¿Cuál ha sido el papel de tu vida?
-Cómo dicen los modernos: espero que esté por llegar, pero es verdad que a nivel de popularidad Petiso en El Chigre y Marisina fueron los dos personajes que más huella dejaron en el público. Pero como actor, espero que el mejor esté todavía por llegar.

-Te vemos sobre todo en la comedia ¿es el género que más te gusta?
-Lo que pasa es que hay más trabajo en la comedia, supongo que porque la gente está harta, ya tienen demasiados dramas en su vida y lo que quieren es reírse. Como actor me pone más un drama, pero soy un profesional y tengo que comer de esto, por eso hago más comedia. No es una preferencia mía sino del business.

-¿Es difícil hacer reír?
-Es muy complicado, pero nosotros de momento estamos dando con las teclas y la gente es muy generosa con nosotros. Yo como ya llevo bastantes años, en cierta forma me he ganado al público y está más predispuesto que si empezase de cero.

Pedro Durán, actor asturiano -Afirmas en tus redes que “Viva el teatro y este puto masoquismo que nos mantiene en la cuerda floja”. ¿Cómo sobrellevas este curro farandulero y titiriteru que tú mismo defines?
-Pues a veces muy bien y, otras, muy mal. Depende de la temporada, porque somos artistas, pero también empresarios autónomos; tenemos que pagar impuestos, dar de alta a la gente que trabaja con nosotros y a veces tardan en pagarnos las facturas que emitimos y se nos acumula el IVA. Somos autónomos normales y corrientes, con todo lo bueno y lo malo. Lo bueno es que eres tu propio jefe y te organizas tu trabajo, pero lo que me jode es tener que adelantar yo les perres porque mis clientes no me pagaron. Y, evidentemente, los impuestos hay que pagarlos porque la sanidad y la educación pública, el mantenimiento de las carreteras, etc. tienen un precio que hay que costear. Pero a pesar de todas dificultades, la conclusión final es que este curro merece la pena y por eso estamos en esta locura, y ya voy para veinte años.

-¿Qué otros retos plantea esta profesión?
-El teatro en general está en crisis. Cuesta mucho llevar a la gente al teatro, al margen de los grandes circuitos, de los grandes musicales o de los grandes monólogos de la comedia. Y lograrlo es un trabajo no solo de los profesionales, porque en países como Reino Unido hay un teatro en todos los institutos y la gente utiliza las artes escénicas como una herramienta más dentro de la educación. Hay una cultura teatral que en España no hay. Si los guajes no están acostumbrados a ver teatro desde pequeños, luego de mayores no van, es lógico y normal.
A nivel audiovisual vivimos en la era de las plataformas, las televisiones a la carta, etc., y la televisión generalista pierde un público que hay que intentar mantener ofreciéndoles otras cosas. Y luego están los presupuestos, porque la TPA tiene el presupuesto que tiene y por eso hay que competir con otras cosas, con cercanía, con la cultura asturiana, con todas esas cosas porque de otro modo no puedes competir. Un programa en Antena 3 o en Telecinco debe tener veinte veces el presupuesto que tiene el tuyo, y eso es muy complicado.

-¿Dónde te podremos encontrar? Danos una pista para poder seguir tus pasos.
-A nivel de teatro, el día 14 de marzo, estrené la última producción de mi compañía, Ambigú Media, en el Teatro Palacio Valdés de Avilés. Se llama La Desgracia, aunque en realidad es una comedia que gira en torno a la idea del éxito, y es muy divertida. Habla de lo que sacrificamos, de lo que estamos dispuestos a hacer por él y de lo que pasa cuando, de repente, nos lo arrebatan. Y todo desde un punto de vista cómico, irónico y sirviéndonos como excusa para contar algunas historias que le pasan al protagonista de grandes escenas del cine, como Psicosis, El resplandor… Aprovecho para contarte que el 21 de agosto estaremos en el Teatro Jovellanos.
Por otro lado, en agosto también empezamos con todo un clásico: El fantasma de Canterville, de Jaleo Producciones, una compañía más grande que fundamos entre cuatro compañías: Saltantes Teatro, Ambigú Media, Guayominí e Higiénico Papel. La estrenamos el 7 de noviembre en Avilés.
A nivel de tele, de cara a este verano tenemos un programa que estrenamos el 4 de julio, se llama Durán y Rey y lo presento junto a Virginia Rey, de ahí el nombre. Es un falso late night, porque no se hace por la noche, pero tiene todos sus ingredientes: entrevistas, sketches de humor… Es muy divertido y, si no me equivoco, estará todos los jueves en la TPA.
Y luego siempre hago muchas otras cosas; a mediados de julio estaré con Nerea Vázquez presentando el Festival de Charangas de Sotrondio, y luego lo que vaya saliendo, bodas, bautizos y comuniones, nosotros vamos a por todas. Hace dos semanas estuvimos en las termas de Veranes haciendo un espectáculo y la pasada estuve en el Resurrection Fest, en Vivero, porque aquí hay una capilla, la Resuland Chapel, y yo era el cura que hacía las bodas.

Obra de teatro "Vuelve Raffaela", de  El Jaleo Producciones
Con Nerea Vázquez, en la obra de teatro «Vuelve Raffaella», de El Jaleo Producciones

-Por último, el colectivo Xega te han concedido el Triángulo Rosa por la visibilidad que das al colectivo LGTBI.
-Sí, lo fui a recoger el pasado mes de junio a Luarca, donde tuvo lugar el acto institucional, pero la verdad es que el primer sorprendido fui yo, no lo voy a negar. Fue la gran sorpresa y cuando lo recogí dije: “debo ser el peor premiado de toda la historia, porque no sé por qué me lo dieron”. Soy un humilde actor, nada más y nada menos y el compromiso que puedo tener con el colectivo es como el que tengo con la justicia social, con la igualdad, con el feminismo, no es que desarrolle una labor especial. Y por eso estoy agradecidisisisisímo de que este año Xega haya decidido dármelo.

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