Te he buscado.
He recorrido el cielo y mis ojos han llorado.
La luna los ha visto, rojizos, casi ensangrentados.
Me consolaba, se quedaba conmigo, estaba a mi lado.
Las estrellas también, y entre ellas, susurraban, cantaban.
Un coro, una música celestial.
Allí mientras te buscaba, sonaba.
Era nuestra canción.
La que sonaba y en mis oídos retumbaba.
Aquella, sí, la que elegimos aquel día, cuando yo te hablaba.
Cuando tú me escuchabas.
Sonaba especial, en aquel momento.
Cuando las almas, fundidas amaban.
Anoche el cielo he mirado.
Y no te he encontrado, no brillabas.
No estabas a mi alcance.
Mi mirada, no te encontraba.
Tus ojos ya no me buscaban.
Tu alma, quizás esté fundida, fumada en vida.
Fundida en otro lado.
Acompañada, o sola.
Mirando, al cielo estrellado.