Su fascinación por la fotografía empezó desde pequeño, pero es con la era digital cuando se mete de lleno en este arte que disfruta como hobby. Centró su mirada en Candás, sin ir más lejos, e interpretó lo que le rodeaba para luego compartir con los demás su particular visión. El resultado es este libro de 250 fotografías que habla por sí solo.
A principios de los años 70 sus padres le compraron en el bazar de debajo de su casa una pequeña cámara de fotos con la que empezó a realizar sus primeras instantáneas. Confiesa que las luces y contrastes empezaron a ejercer sobre él un poder hipnótico. Luego, con mucho sacrificio se compraría una analógica pero «en aquella época todo era muy caro, había que revelar los carretes y las fotos malas te costaban dinero, así que después de siete años lo vendí todo».
-¿Cuándo regresas al mundo de la fotografía?
-Al ver la fotografía digital, me animé. Aquello de tener libertad para hacer los disparos que quisieras y poder ver las fotos al instante me parecía de ciencia ficción. Así que me compré una cámara mediana y me puse a hacer fotos. Allá por el año 2000 buscando en internet ví que apenas había fotos de Candás, y siempre eran desde los mismos sitios. Quise hacer algo diferente. Empecé a compartir lo que hacía en las redes sociales y había muchos ‘me gusta’, principalmente de gente de aquí. Recibía felicitaciones, comentarios, y aquello me gustó porque me hizo salir de mi soledad como fotógrafo. Encontré un sitio donde imprimían fotos a unos precios asequibles y comencé a vender fotos de aquí tipo póster que me quitaron de las manos. Pero fue un mercado limitado, así que me planteé otro reto, editar un libro.
-¿Con qué objetivo?
-Al principio pensé en hacer una guía pero eso requería investigación, escribir un texto y lo mío son las fotos. Al final decidí hacer un libro de fotografías de Candás para que la gente que viniera de fuera pudiera conocer la villa desde distintas perspectivas. Que tuviésemos algo que ofrecer al turista además de las marañuelas. El libro recoge más de doscientas fotos, lo publiqué este año y llevo vendidos más de ciento diez ejemplares.
-Comentas en el prólogo que defiendes el formato físico de una imagen, porque ayuda a sentir más cosas que una digital. Una apuesta algo arriesgada en un mundo donde prácticamente todo es digital…
-La gente mira fotos en su móvil mientras camina por la calle sin apenas prestar atención, o en su casa desde su ordenador. Cuando contemplas una foto física, te paras ante ella, la miras con tranquilidad y eso te aporta una visión distinta. A mí me ocurre y eso que soy una persona enganchadísima a internet. También lo valora mucho la gente mayor que no se mueve en ese mundo.
-¿Qué mirada has querido aportar con este libro?
-Siempre me ha gustado la foto panorámica porque con una sola mirada recoges todo el entorno. El 90% de mis fotos están realizadas con diez o doce imágenes que luego se juntan. Sin embargo a veces utilizo la técnica de curvar el espacio.
En cuanto al tema de la luz, busco que no haya sol porque genera mucho contraste entre luces y sombras, genera grises. Si sacas una foto al principio del atardecer y otra al final ves que aunque sea el mismo lugar, las fotos son totalmente diferentes. La luz pasa del azul, al rojo, al naranja… te sorprendes de las cosas que recoge la cámara que tu ojo no ha visto. Eso lo ves cuando llegas a casa, y es magia. Cuando haces de esto tu pasión luego vas por la calle y ves fotos en todos los sitios.
-¿Cuál es la mejor hora del día para hacer una foto?
-Más que hora del día, la mejor época para las fotos es el otoño. Nubes tormentosas, la luz filtrándose… Sobre todo hay que fijarse en la luz, en cómo esté ese día. No me gusta el cielo azul con sol.
-En tu Facebook también tienes fotos del concejo. Dime un lugar que te atraiga especialmente, fotográficamente hablando.
-El Torreón de Prendes. Esa mole de piedras, descuidada, sobre el verde contrastando con el cielo me parece muy bonita. A pesar de que sea cuadrada. Es un monumento poco conocido y está medio abandonado.
-¿Has tenido la tentación de dedicarte a la fotografía de forma profesional?
-No. En este momento, todo el mundo tiene un cuñado o un amigo que tiene cámara y hace fotos. Antes había bodas, bautizos, pero ahora todo eso ha desaparecido. Además pienso que si me dedicara a esto de forma profesional estaría obligado a sacar una foto concreta, en un día y una hora acordada. Me siento más libre de esta forma, así que prefiero que siga siendo una afición.