A pesar de que se han cumplido cien años desde su fundación en 1924, el Colegio Público Valdepares goza de una salud de hierro. La celebración de su Centenario reunió en esta localidad franquina a más de doscientas personas dispuestas a apoyar un modelo educativo que lucha por sobrevivir en el medio rural.
No llegan a cincuenta los alumnos y alumnas que estudian en el C.P. Valdepares, pero son suficientes para dar sentido a una escuela rural que no es sólo un centro educativo, también es una apuesta vecinal y un referente de lo que se puede conseguir viviendo en el medio rural. Por eso, baluartes como Valdepares son una demostración de que sí se puede seguir adelante, impartiendo una formación de calidad en el pueblo.
El pasado sábado 14 de diciembre, el día culmen de la celebración, amaneció radiante y superando las expectativas iniciales de asistencia previstas. El eje de la celebración consistió en una comida comunitaria que, además de reflejar la unión y el compromiso de toda la comunidad educativa, puso en evidencia la importancia histórica de la escuela y su gran influencia en la vida del pueblo.
Baluartes como Valdepares son una demostración de que sí se puede seguir adelante impartiendo una formación de calidad en la escuela rural.
“Para organizarlo quisimos contar con personas de diferentes sectores que de alguna manera están o estuvieron vinculados a la escuela, miembros de la asociación de vecinos, profesores, padres y madres de alumnos, personas como María Eugenia Castro, que fue directora del centro durante muchos años – explica Noemí Berdasco, actual directora de la escuela-. Teníamos una previsión inicial de asistencia en torno a cien personas y al final tuvimos doscientas cincuenta, porque la gente tenía muchas ganas de juntarse. La verdad es que todo el mundo quedó supercontento, que era lo que nos preocupaba”.
La misma directora fue también alumna en las aulas del centro. Su experiencia fue clave para enfocar una trayectoria laboral que confiesa ser “totalmente vocacional. Mis abuelos vinieron a esta escuela, mi madre y yo también. A mí me gustó el modelo que tuve en este colegio y por eso tenía claro que quería trabajar en lo rural, así que después de dar muchas vueltas como interina, (estuve en Ujo, Colunga, Llanes, Cangas del Narcea…) tuve el privilegio de volver aquí”.
Ahora Noemí forma parte de un equipo de seis docentes, a los que se suman otros tres profesores de apoyo que reparten su tiempo entre varios centros educativos de la zona. En la escuela hay un total de 44 alumnos y alumnas, de los cuales aproximadamente la mitad son del pueblo de Valdepares. “La otra mitad provienen de otros pueblos del concejo e incluso de municipios cercanos, porque hay familias a las que les gusta el modelo de colegio rural –añade la directora–. Aquí es todo más familiar, las clases son menos numerosas que en otros centros y hay una mayor cercanía entre el profesorado y las familias. Tenemos un proyecto educativo supersólido que lleva funcionando muchos años y muy bien, y aunque no ofrecemos transporte ni comedor, al final, las familias hacen el esfuerzo y traen a sus hijos e hijas aquí”.
“Aquí es todo más familiar, las clases son menos numerosas que en otros centros y hay una mayor cercanía entre el profesorado y las familias. Tenemos un proyecto educativo supersólido que lleva funcionando muchos años y muy bien”
Noemí Berdasco, directora del C.P. Valdepares.
Desde el centro franquino apuestan por incluir en la programación muchas actividades complementarias y de diferente contenido. Tan pronto se desplazan hasta la capital del Principado para disfrutar de un concierto de la OSPA como ponen en marcha un huerto escolar ecológico o realizan salidas al entorno para que los más jóvenes sepan valorar lo que ofrece esta zona del occidente asturiano. “Estamos muy orgullosos del lugar en el que vivimos –añade Berdasco– y por eso ponemos en valor todo lo que tenemos en la zona en la que estamos”.
La escuela de Valdepares actual nada tiene que ver con la que abrió sus puertas en 1924 y permaneció abierta hasta el año 1974, fecha en la que a raíz de la apertura de los colegios de concentración se cerraron muchas escuelas rurales, incluida la franquina, que no se reabrió hasta diez años más tarde. Por eso, desde el centro educativo, y dentro de los planes organizados para conmemorar el centenario a lo largo de 2024, se proyectó un viaje al pasado de la mano de antiguos alumnos. “Estuvimos invitando al centro a exalumnos de la primera etapa de la escuela que vinieron a contarles a los chavales cómo era la escuela en su época y qué tipo de actividades hacían”, añade Berdasco.
En el marco de las actividades conmemorativas realizadas entre enero y junio, también pasaron por el colegio antiguos alumnos y alumnas, hoy ya octogenarios y nonagenarios, que, mediante charlas coloquio, dejaron a más de un alumno con la boca abierta al contar sus experiencias escolares y cómo discurría la vida en el pueblo durante su infancia.
Con sus experiencias se retrotraían a una época en la que niños y niñas estudiaban en aulas separadas, había muchos más alumnos por aula y con edades muy diferentes, y la escuela salía adelante con muy pocos docentes, de ahí que los alumnos mayores también colaboraban activamente en la formación de los más pequeños.
A pesar de la celebración, la responsable del centro reconoce que “ser una escuela rural en el 2024 no es una tarea demasiado fácil. Curramos mucho y hacemos mucho más de lo que podemos, a veces es como darnos contra un muro”. Prueba de ello fue que el año pasado la Administración a punto estuvo de cerrar una unidad educativa porque no cumplía la ratio mínima de alumnos exigida. “Las administraciones dicen que nos apoyan, pero luego las políticas no nos protegen y, al final, los niños y los profesores solo somos números.
A veces quedamos desatendidos o no tenemos unas leyes que sean ajustadas a lo que somos, que es un colegio en un entorno rural y con unas necesidades diferentes a las que puedan tener centros escolares de lugares como Gijón, Oviedo o Avilés”.
“Ser una escuela rural en el 2024 no es una tarea demasiado fácil (…). Las administraciones dicen que nos apoyan, pero luego las políticas no nos protegen y, al final, los niños y los profesores solo somos números”
Noemí Berdasco
Soplando velas por la resiliencia
La semana del Centenario trajo actividades varias al pueblo de Valdepares. Además de disfrutar con la recreación de un aula antigua, habilitado en el local de la Asociación de Vecinos de Valdepares, los escolares pudieron experimentar como ‘ceramistas’ gracias al taller impartido por Javier Cancio y llevar a sus casas un recuerdo de lo aprendido.
Aunque el broche final de la conmemoración anual llegó con el final de fiesta previsto para el sábado 14, que dio para mucho. La barandilla de la escuela amaneció decorada con un gran mural realizado por los escolares que recreaba en una línea temporal de 100 años hechos históricos acaecidos a nivel internacional y nacional, pero también local.
La mañana del sábado comenzó con una batucada a cargo de niños y niñas de la Escuela de Música de Viavélez, algunos de los cuales estudian en el centro de Valdepares. Tras ellos llegó el sonido de un instrumento bien diferente, “tuvimos la actuación del grupo Pandereteras Clandestías de la Escuela de Música de Coaña y luego la del grupo de baile Enraizadas, formado por madres de alumnos del colegio de ahora y de antes. “Buscamos que las actuaciones tuvieran algún vínculo personal con la escuela, bien actual o del pasado, -comenta la directora- y tras ellas hubo un mini acto institucional en el que participaron también la concejala de cultura de El Franco, Victoria Zarcero, la alcaldesa, Cecilia Pérez y el director general de Reto Demográfico, Marcos Niño”.
La comida popular habilitada en el gimnasio de Valdepares se cerró con una gran tarta de cumpleaños preparada para la ocasión en la que lucían las velas del Centenario que apagaron los niños y niñas a soplidos. La sobremesa fue amenizada por un joven grupo musical y un sorteo de productos donados por empresas de la zona.