A todos se nos queda cara de susto cada vez que nos llega la factura de la luz. El sistema europeo de energía atraviesa una profunda crisis, presionado por la guerra de Ucrania, la pandemia y el cambio climático. Los precios de la energía están desorbitados y lo peor de todo es que no hay indicios de que esto remita en algún momento. Tal es el hartazgo de los ciudadanos con las eléctricas que muchos de ellos se están asociando para poner en marcha iniciativas para crear, gestionar y compartir su propia energía, son las comunidades energéticas locales, experiencias pioneras que ya se están desarrollando en Asturias.
Hace unos días el presidente del Principado, Adrián Barbón, respaldó con su visita la primera comunidad energética de Llanera. Está promovido por el colectivo -sin ánimo de lucro- “Xuntase Llanera” formado por tres entidades: Axuntase, primer cohousing de Asturias del que hemos hablado en nuestro medio en varias ocasiones, EcoPruvia y Asturenerxía. No es la única comunidad que funciona en el Principado, pero sí es la primera en la que el Ayuntamiento ha firmado un convenio para dar a conocer este proyecto entre la población y las empresas, y ha ofrecido varios edificios municipales para instalar los paneles solares. El objetivo que persiguen estos vecinos es producir y gestionar su propia energía aprovechando las fuentes que da la naturaleza para consumirla a nivel local creando además comunidad. Para ello necesitan tener un red -lo más extensa posible- entre particulares y empresas que les permita crecer y así poder abaratar el coste de la luz.
En Gijón, un grupo de vecinos del barrio obrero de Santa Bárbara está dando sus primeros pasos para construir una comunidad energética en la zona, será la primera de la ciudad. Aquí también se ha implicado el consistorio que va a permitir que el colectivo instale las placas solares en dos edificios del centro del barrio, de su propiedad. Con esta iniciativa esperan, por un lado, ahorrar casi un 20% en su factura de la luz y por otro, ayudar a familias con pobreza energética del barrio.
En Bimenes se acaba de crear la asociación Llume Yerbata con el fin de poner en marcha entre los vecinos una comunidad energética que va a contemplar, no solo la energía fotovoltaica sino también la hidráulica, la eólica y la biomasa para aprovechar los recursos naturales de la zona. También en Moal (Cangas del Narcea), después de haber estudiado las posibilidades del entorno, tendrá su propia comunidad de autoconsumo energético. En este caso será un sistema híbrido formado por una planta solar fotovoltaica y una microcentral hidroeléctrica, así como una red de calor que estará alimentada por biomasa obtenida de los residuos forestales del entorno.
Nos parecen estas unas interesantes iniciativas de profundo calado en estos momentos que estamos viviendo de transición energética, pero sobre todo de democratización de la energía. El ciudadano pasa de ser consumidor a ser productor a través de proyectos de autoconsumo compartido, accede a una energía de proximidad más barata, rebaja el precio de su recibo de la luz, también se benefician las familias más necesitadas y el ámbito municipal, es decir, toda la comunidad. Y además es para toda la vida ya que la comunidad se va a ir adaptando a las circunstancias de los precios de la energía en cada momento. Y con la satisfacción añadida de que nunca más estarán sujetos a las variaciones de los mercados internacionales, ni a los problemas del gas, ni a las decisiones que toman otros ajenos a la problemática y necesidades del pueblo o del barrio. Son los vecinos, al ponerse de acuerdo, los que tendrán soberanía energética y serán independientes de las grandes compañías eléctricas. ¡Un gran paso adelante!
Creemos que aquí existe un gran potencial latente hasta ahora y que de su regulación depende el ritmo y la facilidad de implantación para que sea una práctica habitual en todas nuestras ciudades y pueblos. Puede ser la pieza que cambie el tablero del sistema eléctrico. ¿Por qué no?