Viene una compañía de teatro a representar Hécuba al Niemeyer, la crónica que firma Saúl Fernández me llena de dudas, ‘…la tragedia que se representa esta noche (22’30 horas)…’, no se corresponde la noticia con los programas que yo había visto antes, pero unas líneas más abajo me lo aclara, ‘La función que se verá mañana en el teatro al aire libre…’. Bueno, menos mal, pero continúa haciéndome vacilar, “Hécuba, antes que Mayorga, dejó huella en William Shakespeare, en su Hamlet”. Una nueva forma de interpretar la desgracia de la reina troyana, por lo que se ve, la del desgraciado príncipe de Dinamarca; sigo leyendo con sumo interés para descubrir el paralelismo: “Las dos comienzan con un fantasma”.
Sin palabras, me quedo. Hécuba precursora de Phantomas, el Fantasma de la Ópera, The Spirit, Tercer Milenio, El Vengador de Sevilla o la Noche de los Muertos Vivientes, entre una larga lista de obras con ectoplasmas en nómina; Eurípides da mucho de sí, ciertamente. ¡Ojalá leyeran una sola vez a Hamlet todos cuantos le citan! Al final la gente se queda en lo superficial, refiere de oídas. Un error muy frecuente es el de la calavera; veamos: Un Director de Marketing de una muy grande multinacional de alimentación sale a escena en la convención anual, con un cráneo en la mano declama aquella tan famosa de “Ser o no ser…”, aplausos; sus subordinados me preguntan, orgullosos, la opinión sobre tan motivadora idea. “¿Cómo que qué opino?, ¡que ninguno de vosotros se ha leído a Shakespeare!” Cuando recita el famoso monólogo lo que realmente lleva Hamlet en la mano es un libro y pasea reposadamente por palacio; la escena de la calavera es en otro acto, ha regresado de Inglaterra, milagrosamente con vida, y en un cementerio reflexiona sobre los despojos del bufón de corte: “¡Pobre Yórick! Yo le conocí, Horacio, era un hombre de una gracia extraordinaria y de una fantasía prodigiosa…”.
Hubo un tiempo en que era partidario de que se leyera la prensa a diario en la escuela, para mejor comprensión lectora, ahora lo aconsejaría como ejercicio de caza y captura de gazapos; desafortunadamente cada vez hay más personas que escriben con poco cuidado; problemas de sintaxis: “Cada jugador tendremos que dar más”, escribe el corresponsal sobre el Caudal. Querido amigo, cada verbo tendrá que coordinar con su sujeto. Problemas de léxico, dice el que escribe sobre el Real Oviedo, “El delantero es el ejemplo más prolífico de un futbolista formado en la cantera azul” ¡Enhorabuena!, ahora que los problemas de Asturies son el envejecimiento y la despoblación es bueno que haya un joven prolífico (prole facere, generar descendencia).
En la previa a los Premios Príncipe fue un placer ver a unos mil estudiantes asistir a una charla sobre Física Cuántica en inglés y aguantarla; al final se pide a los premiados que firmen en la pizarra, para guardarla como recuerdo. Está en ella escrita la fórmula que permitió vislumbrar el famoso bosón, el profesor Englert echa una ojeada, se para y pone una raya sobre un signo, ¡está mal escrita!, “introdujo un leve añadido”, dice el informador. No tan leve, hablamos de integrales… no me gustaría estar en el pellejo de quien copió la ecuación. Benevolencia, al igual que la de no mencionar en ninguna crónica de la ceremonia el “simpático gesto” de Letizia Ortiz sonriente, saludando con la mano, a través del cristal blindado, ¡a los ciegos!
Otras veces los errores son producto de las prisas. Mi buen amigo Miguel Ángel Gutiérrez ha tenido mucho tajo informando desde el Nalón, entre otros asuntos sobre la larga historia del centro Stephen Hawking, esperanza para discapacitados, investigadores y promesa de puestos de trabajo que no termina de concretarse por falta de presupuesto; y eso que parece fácil, “…debemos de pelear para que se incluya la partida de dos euros necesaria para equipar el complejo, explicó Vicente Gutiérrez Solís…”. Le llamé para decirle que los dos euros los ponía yo, pero, desafortunadamente, lo que se precisan son dos millones; no llevo suelto ahora. Tampoco está mal la pifia de su compañero Román García, que cuenta desde Gijón una manifestación sobre el día de Asturies en la que ha participado, entre otras organizaciones, Izquierda Capitalista.
Luego vienen los que escriben por escribir, “…los romanos esperaron en las partes bajas del campamento lanzando pilum (la espada romana) y dispuestos para un cuerpo a cuerpo…”. Llevarían las de perder, los hombres, porque si les tiraron las espadas tendrían que pelear a puñetazos. Claro que a lo mejor sólo arrojaron una (pilum es singular); pero no, no se haga ilusiones, señora, que estos sabían de guerra y lo que arrojaron fueron lanzas. El corresponsal ni ha jugado a romanos, ni ha leído a Asterix, ni tan siquiera se ha tomado la molestia de ver la página de al lado de su propio periódico, donde se representa, correctamente, el pilum, arma arrojadiza ligera. Otrosí, en recuadro no firmado de LNE leo el 3 de septiembre: “Lady Gaga se inspira en la Venus de Milo”, ¡vaya susto!, ¿se habrá cortado los brazos para aparentar?, porque en esta loca carrera por el número uno hacen cada barbaridad. No, tranquilidad, “…consideró que sería divertido para sus fans plasmar en el nuevo álbum la emoción de la Venus de Milo de Botticelli…”. Sencillamente alguien confunde la representación de Afrodita encontrada en la Isla de Milo, estatua helénica que todavía hoy se considera canon de belleza femenina, con El Nacimiento de Venus, pintura del autor renacentista italiano.
Poca lectura, poco arte y poco sentido de la observación, virtud que le sobra a este agudo comentarista de la cadena SER, informando acerca del descenso en el número de líneas aéreas y por tanto de conexiones en Baleares: “Los sindicatos consideran que Ibiza y Mallorca están aisladas“.
Él va de elegante. La foto muestra una tez sin arrugas, sorprendente a los 84. Cuando uno está fuera se acerca rápidamente a las noticias que le hablan de su casa. Veo en la última página de La Opinión de Tenerife una entrevista con Arturo Fernández, planchado de traje y cara; el sumario me llama la atención, luego, en el desarrollo, parece acercarse a esa pose de dandy que suele llevar a cuestas: “…la educación jamás molesta, molestan la ordinariez, la chabacanería y eso es muy común en nuestros días” (La puntuación es de la redactora).
Enseguida enseña la oreja, siguiendo el ejemplo falaz de tantos en vez de criticar lo incorrecto en los comportamientos de quienes le son afines, argumenta que peores son los otros: “El caso Bárcenas es calderilla comparada con los ERE”. Quizá, maestro, pero ¿Vd. aprueba o desaprueba la financiación irregular del Partido Popular? Supongo que no me contestará, el hombre pierde la postura cuando se le tocan estos temas: “Cuando ha gobernado el socialismo en este país esto ha sido una puta mierda”. ¿Qué decíamos antes de ordinariez? ¡Hala, de cara a la pared!