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domingo 24, noviembre 2024

Mene, es usted muy mene

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El mesón tiene nombre andaluz, pese a estar en León, en los límites del Húmedo. Entra un grupo de jóvenes asiáticas, ligeramente perdidas, preguntando por el albergue de peregrinos del Camino de Santiago; está al lado, es una de las dependencias del Convento de las Carbajalas. Como el portavoz de las caminantes tiene dificultades para entenderme las acompaño, las dejo frente al edificio y me despido; el chico quiere ser amable, pero no encuentra un idioma en el que expresarse, por fin acude a su teléfono, hace operaciones de traducción y al final me saluda oriental y efusivamente. «¡Mene, es usted muy mene!».

No sé lo que habrá querido decir, aunque sus reverencias indicaban agradecimiento. Inconvenientes de la traducción automática; yo sé lo que es, porque mi teléfono me juega malas pasadas de vez en cuando, me corrige de una manera disparatada; así cuando envié un mensaje para informar sobre la consulta de Tere B. en vez de «urólogo» me escribió «teólogo», claramente exagerado, que la mujer es algo de misa, pero no meapilas. Usa el mismo criterio lógico que el cerebro de Reinerio, cuando para explicarnos las últimas instrucciones terapéuticas nos decía, «Mandome, yo qué sé ónde, la médica esa… ¡al topógrafo!».

Mucha gente se fía de los ordenadores y se ven casos gloriosos de traducciones. No tiene usted más que fijarse en los manuales de instrucciones de cualesquiera de los artefactos que tenga en casa y procedan, un suponer, de China; los pasos del pequinés al inglés y luego al castellano pueden resultar tan originales como la pancarta que nos ilustra.

¿Cómo se llega a saludar a una patata? Bien sencillo, en cubano de dice al saludable tubérculo «papa», ¿cómo se dice Papa en inglés?, todo el mundo lo sabe, «potatoe», luego ¡Bienvenido, Potatoe! Esta información se la debo a Marta, la que anda por Mallorca, igual que la siguiente, también relacionada con la horticultura: recientemente un conocido diario estadounidense tradujo de manera inadecuada el nombre de una fiesta gallega dedicada a la exaltación del grelo, alimenticia planta, y tituló tan campante, Fiesta del clítoris. Misterios de las civilizaciones, porque si bien es cierto que las apacibles hojas no son en absoluto sospechosas de erotomanía, también lo es que en ciertas áreas cantábricas el nabo se señala con doble y picaresca acepción.

El uso de idiomas extraños produce efectos sorprendentes, en Sama de Langreo particular vende un piso tan amplio que tiene hasta «hool»; en Tenerife hay más costumbre de usar el inglés por eso me sorprende ver un letrero en una tienda del Puerto de la Cruz donde informan a los consumidores que para los cambios «disponen de 15 días presentando los tickest de caja», o la churrería de las vinícolas fiestas de San Andrés anunciando que vende «hog dogs». (Como sé que hay al menos un canario que me está leyendo advierto que tengo imágenes probatorias, no sea que…) No obstante, la palma de estos días se la lleva la foto que envía Diana, desde Córdoba, en la que se observa claramente la puesta al día de los mercadillos; los vendedores ambulantes no solamente ofrecen desde hace tiempo el servicio de uso de las tarjetas de crédito, sino, como se ve, han importado, al igual que las grandes superficies, la moda americana del «Black Friday».
El que tiene boca 259
Rebajas, consumo, fiestas, aunque nos vengan un poco enturbiadas por las Elecciones generales y las declaraciones de ciertos candidatos; un ejemplo, a la señora Arrimadas, de Ciudadanos, le pregunta Wyoming por sus aficiones políticas anteriores, y no tiene empacho de decir, «He votado incluso partidos independientes«. Son afirmaciones como ésta las que ponen como primera preocupación el paro; temen verse pronto engrosando sus filas muchos de ellos, como el incalificable Presidente del Gobierno cuando se equivocó a la hora de marcar el objetivo de 20 millones de personas como población activa y aseguró que con sus políticas pronto conseguirían ¡veinte millones de parados!

El que tiene boca 259 Es un asunto, éste del desempleo, que no tiene difícil solución; o al menos así lo asegura Jacques van den Broek, dirigente de Randstad (no se asuste del nombre, es una empresa de trabajo temporal y asesoramiento laboral); el hombre ha pasado a ser consejero-delegado, que es cosa de mucho mandar, y le entrevistan para El País; sugiere una sencilla fórmula para que una empresa gane competitividad: «No reduciendo salarios, sino creando posibilidades de tener trabajadores más flexibles«. Así que ya lo sabe usted, si está parado tenga cuidado con la dieta en los próximos días y haga ejercicio regularmente, como le recomienda su médico de cabecera; si llega a tocar las puntas de los pies con los dedos de las manos demuestra un grado de flexibilidad interesante, puede tener esperanza de encontrar un puesto de trabajo. En cualquier caso, y por lo que pueda pasar, queremos cerrar esta página, por este año, deseándole las seis eses, al igual que los amables hosteleros de la pizarra.

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