Ha vuelto a suceder. Una vez más los elegantes señores y señoras de la muy noble e ignorante mediocracia ovetense, han pateado en la ópera al asturiano, lengua que consideran indigna de su docta ciudad. No les importa que la Unesco considere digno el esfuerzo porque no se pierda, al fin y al cabo, nunca se ha visto a los dirigentes de la ONU cultural en la platea del Campoamor. Casi simultáneamente, los dos escasos representantes del partido que admira a Falange española y de las Jons abandonaban el Parlamentín, en protesta por su uso en sesión legislativa.
Mientras tanto, se celebraba la 41 Selmana de les Lletres, donde se estimaba la calidad de la literatura escrita en asturiano, con una seria incorporación de talentos jóvenes; en las escuelas aumenta la matrícula de Llingua, aun cuando es opcional, y en los exámenes para nivel B2 (intermedio) se han matriculado 800 personas. Todos estos seres, en opinión de la derecha, quieren vivir del cuento (en asturiano, claro), o son presuntos terroristas, que empiezan por falar y acaban pidiendo la independencia.
O son patanes despreciables que vienen a la capital en madreñes y a lo loco. Será por lo que, como denunciaba Don Julio Fernández Álvarez en una sentida carta al director, antaño tenían que entrar por la puerta de servicio, mientras los señoritos lo hacían por la principal, -frac obligatorio-, con alfombra para no manchar los zapatos de tafilete.
A veces me pregunto por qué pierdo el tiempo en estos comentarios, si “no hay peor ciego que el que no quiere oír”. Pelear con invidentes y sordos voluntarios suele ser predicar en el Urriellu.
Los que vivimos de nuestro trabajo a veces nos podemos permitir algún lujo, así que, gracias a una amabilísima invitación, he podido gozar de una elegante cena en el Acuario de Gijón, Restaurante Kraken, dirigido por la muy prestigiada chefa Lara Roguez; una chica bien preparada a quien ya han visto en esta revista, que habla inglés como los hijos de los señoritos de Oviedo abucheadores en el Campoamor, pero que nos ofreció de primer plato, con todo cariño y con mucho orgullo, “Ostra con pitu de caleya”. Y nos explicó los platos sucesivos en esta lengua nuestra tan afayaíza; nadie pateó, al final incluso aplaudimos. (Ya conté en otro artículo que la cadena Hispania, en el London del United Kingdom, asesorada por Nacho Manzano, ofrece en su carta “pitu caleya rice”).
La verdad, a veces me pregunto por qué pierdo el tiempo en estos comentarios, si “no hay peor ciego que el que no quiere oír”. Pelear con invidentes y sordos voluntarios suele ser predicar en el Urriellu; ya lo dijo Rafael Guerra, Guerrita, filosófico torero: “Lo que no pué ser no pué ser y además es imposible”. Con versión más moderna nos obsequió uno de los comentaristas de Gol TV transmitiendo el Oviedo-Español: “Es imposible contarlo porque no se puede”.
Tenemos que tomar nota del buen hablar de los señoritos, que son los que están preparados para la vida; así, en la capital del reino aseguraba el líder del PP, Sr. Casado, preguntado en TVE por una posible crisis de gobierno: “En Madrid no habrá adelanto electoral anticipado”. Que se noten, los años de universidad.
Las declaraciones estaban ligadas a la pandemia de nuestros dolores, que nos altera demasiado; tanto como para que este redactor del Faro de Vigo, según copia que me llega a través de Isabel Menéndez y Laura Pérez (graciñas) nos informe de que van a morir personas que no lo habían hecho antes.
Exprésese cada uno en la lengua que considere más útil, sin despreciar a ninguna otra, pero hágalo correctamente, no sea que le señalen con el dedo como a este redactor del Faro de Vigo…