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martes 8, octubre 2024

Economía colaborativa. El poder del compartir

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Tras décadas de consumo desmesurado y derroche nos hemos dado cuenta de que lo importante no es tener, sino compartir. Esto al menos es lo que propone la economía colaborativa. Una verdadera revolución en el seno de nuestra economía capitalista que tiene sus luces y sus sombras.

En las aldeas era común el sistema del trueque, un intercambio de servicios o de objetos donde no mediaba el dinero sino la palabra y el apretón de manos. Se practicaba en círculos de confianza, entre amigos, familiares o vecinos. Así se negociaba la matanza, la siega, la recogida de la manzana o cualquier otra actividad.

El nuevo trueque

Cuando estalla la crisis económica, la necesidad agudiza el ingenio de los consumidores y se potencia una nueva forma de comprar y vender u ofertar servicios, basada en el intercambio. Nacen los bancos del tiempo, las monedas locales, los huertos urbanos o los portales para el trueque. Lo más importante ya no es tener sino usar, compartir, regalar o intercambiar. ¿Necesitas un electricista o una mudanza? ¿Cuidados para una persona dependiente, servicio de limpieza a domicilio, que alguien te haga algún tipo de gestión? ¿Quieres deshacerte de algo que te estorba? Puedes solicitarlo a cambio de otro favor. No hay dinero de por medio. La economía colaborativa del siglo XXI utiliza además las nuevas tecnologías para desarrollarse y poner en contacto a los usuarios, pero sin fines lucrativos. Esto no solo favorece el consumo entre particulares sino que ayuda a mejorar las condiciones de vida de las personas, especialmente las que menos tienen: un instrumento al servicio de los más desfavorecidos dentro del propio sistema capitalista, toda una revolución. Pero, ¿es oro todo lo que reluce?

Colaboración o negocio

Lo que nace como economía colaborativa, cooperativa y solidaria pronto es observada como un buen nicho de negocio por las multinacionales. En el momento que las grandes empresas con gran poder de negociación y de mercado se interponen, la base de la economía colaborativa desaparece en muchos casos y pasa a convertirse en un negocio, pero solo para unos pocos.
Este modelo económico basado en el intercambio se realiza a través de plataformas digitales que conectan a personas que ofrecen algo con otras que lo buscan. Algunas de estas plataformas están asociadas a organizaciones sin ánimo de lucro porque el coste realmente es muy bajo. Pero otras han surgido gracias a inversiones millonarias de fondos de capital de riesgo, en muchos casos relacionadas con Silicon Valley, que han copiado estos los modelos colaborativos, aprovechando los conceptos de ‘comunidad’ ‘compartir’, para crear un nuevo negocio.

«Proponemos la creación de una comunidad vinculada a la tierra donde poder convivir y envejecer de forma activa» (Asociación Collacios D’ Asturies)

¿Un ejemplo? La empresa Uber, bajo vigilancia en estos momentos. Una plataforma que conecta a pasajeros con conductores sin intermediarios. Una empresa que en solo cuatro años ha conseguido operar en ciento treinta y dos países. En España, por el momento, solo lo hace en Madrid envuelta en continuas polémicas y protestas de los taxistas.
La plataforma funciona a través de una aplicación de móvil cuyo GPS ubica al cliente y muestra las opciones de vehículos Uber más cercanos. El conductor recibe en el teléfono el aviso, con el lugar donde está el cliente, monitoriza el recorrido y hasta puede cobrar el importe con la tarjeta de crédito que el usuario ha asociado a la aplicación. Por su parte, el cliente recibe una notificación con el nombre del conductor que pasará a recogerle así como el vehículo y hasta el tiempo que tardará en llegar.
Los conductores que trabajan para Uber han de estar dados de alta como autónomos y poseer licencia VTC (Vehículo de Turismo con Conductor). Estos trabajadores son quienes facturan a los viajeros y también quienes deben de pagar a Uber un porcentaje (25%) en concepto de utilización de su tecnología y servicios. La empresa tiene su sede en Holanda -con impuestos más ventajosos para estas compañías- y por tanto tributa allí.
Los taxistas ven peligrar sus puestos de trabajo y denuncian que Uber lleva a cabo una competencia desleal: sus conductores no pagan una licencia, ni seguro a todo riesgo -como obliga la normativa- y tiran los precios.
Desde otra perspectiva, el salario de un conductor de Uber es menor que el de un taxista convencional, las condiciones de trabajo son peores y sin posibilidad de negociación; el aseguramiento de los clientes, en caso de accidente, es mucho más limitado. En resumen y como alertan algunos economistas críticos como Vicent Navarro, este es «el sueño de cualquier empresario: contratar al trabajador por horas, individualizando y externalizando todos los beneficios sociales -como la Seguridad Social- que antes tenía como empleado de una empresa y sin responsabilidades ni costes». Por esta razón, las organizaciones de autónomos del taxi, así como los sindicatos, recuerdan que el taxi es un servicio público al que hay que proteger y que una liberalización sería perjudicial porque precarizaría de forma alarmante el mercado laboral.
Los estados a falta de un marco normativo claro, están pasando la patata caliente a los tribunales que son quienes hasta ahora están dirimiendo cada uno de estos conflictos.

Iniciativas astures

Coexisten dos ramas, una economía mal llamada colaborativa, depredadora dominada por las multinacionales y una economía basada en el compartir, en el intercambio, en crear redes entre las personas. En esta línea presentamos dos iniciativas asturianas.
La idea que promueve Sestaferia.net es el acceso a internet en cualquier rincón de la geografía asturiana y para conseguirlo se apoya en el esfuerzo de todos. Aldeya Astur es un proyecto cohousing, un proyecto de vida compartida, en este caso de personas jubiladas o próximas a la jubilación que crean su propia cooperativa para construir una serie de viviendas privadas con zona de servicios comunes, gestionadas por los propios residentes.

Sestaferia.net y guifi.net. Internet para todos en el mundo rural

Es una cooperativa de usuarios del medio rural, sin ánimo de lucro, interesada en dotarse de unos servicios de telecomunicaciones de calidad. Han conseguido llevar wifi a los lugares más remotos de nuestra geografía asturiana. Su lema, ‘si en tu zona no hay cobertura, entre todos la construimos’.
En Asturias, una sestaferia es el trabajo comunal que hacen todos los vecinos en beneficio del pueblo: desbrozar, arreglar caminos, pintar, arreglar fuentes. Bien, pues este proyecto nace con la misma filosofía: los vecinos del medio rural trabajan juntos para hacer los caminos de las telecomunicaciones. Esta participación no solo está abierta a los vecinos, sino también a instituciones y empresas del medio rural que quieran trabajar por unas telecomunicaciones de calidad.

Sestaferia.net es una cooperativa de usuarios que trabaja para llevar wifi a los lugares más remotos de la geografía asturiana

Como a esta cooperativa le van los retos, pone su centro de atención especialmente en lugares incomunicados o de escasa cobertura aunque haya tres vecinos y eso lo hace apoyándose en guifi.net, una red de comunicaciones abierta, libre y a disposición de todos los que quieran utilizarla. Se trata de cooperar para convertirse en su propio Operador de Telecomunicaciones.
¿Cómo se puede participar? Montando un nodo o supernodo a través de guifi.net, cediendo espacio donde colocar una antena, repetidor de wifi o canalización o infraestructura donde pueda pasar la fibra óptica. Interconectando redes de ordenadores – corporativas o similar- a guifi.net. Aportando tus conocimientos informáticos -si los tuvieras- de desarrollo web, diseño multimedia, gestión de redes o fibra óptica; colaborando con tus conocimientos de márketing o idiomas o también, donando dinero al proyecto, bien a la fundación o a alguno de los grupos locales del proyecto.

Para más información:

Economía colaborativa. El poder del compartir


Aldeya Astur. Envejecimiento activo, sostenible y en comunidad

«Somos un grupo de amigos que hemos sobrepasado con abundancia el medio siglo y queremos y sentimos que hay que preparar de una manera digna ese período de vida al que accederemos tras el cese de nuestra actividad profesional al que llamamos jubilación. No creemos que esta etapa sea un cese de actividad sino un cambio, por eso proponemos la creación de una comunidad al estilo de lo que propone la Asociación Jubilares de Madrid, en nuestro caso vinculada a la tierra, a la agricultura», comentan desde la Asociación Collacios d’Asturies (Amigos de Asturias).
Este tipo de iniciativas ya funciona con éxito en otros lugares de Europa, también en España pero en Asturias la idea es bastante innovadora. «El proyecto consiste en diseñar y construir un área residencial con unas veintiocho viviendas, una zona de servicios comunes: cocina, restaurante, zona de juegos, lavandería, piscina, gimnasio así como una zona agro, con un invernadero y huertos «, comenta el presidente de la asociación Francisco Fernández. Para ello, se creará una cooperativa en cesión de uso, es decir, la propiedad del inmueble siempre será de la cooperativa pero cederá el derecho de uso y utilización a perpetuidad y será heredable. Para formar parte de ella, cada residente paga una entrada que siempre es retornable, unas cuotas -como una especie de alquiler por debajo del precio de mercado- y a cambio hacen uso de esa vivienda de por vida si así lo desean. La iniciativa también contempla a los jóvenes, tiene carácter intergeneracional.
«El proyecto ya existe, se llama Aldeya Astur Llanera, solo falta que se sumen personas interesadas. El grupo total no debería exceder las cuarenta personas para facilitar el diálogo y la gestión de todo. El 30 de septiembre hicimos una presentación en el Centro Social de Lugo de Llanera y con todos los interesados, vamos a ponernos en marcha. El dinero con el que participar es algo secundario porque lo importante es la filosofía, lo que cada uno va aportar a nivel personal para que esto funcione. Es recuperar la idea de antaño de solidaridad, de ayuda, de vida en común. Cada uno tendría su propio espacio de intimidad y privacidad pero con estructuras y vida compartida. Urbanizaciones para vivir hay por media España pero comunidades donde se sepa convivir, muy pocas. Es una opción para envejecer con personas que viven como yo», comenta Fernández.

Para más información:
collaciosdasturies@gmail.com

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