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viernes 22, noviembre 2024

La luz. Una revolución en marcha

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El precio de la luz empezó a subir en abril y desde entonces ha continuado una escalada que se ha mantenido durante el verano. De seguir así, podríamos terminar el año con máximos históricos. ¿Qué justifica esta subida?
Todos recordamos aquella famosa frase del hoy ex presidente Mariano Rajoy cuando dijo, «Va a llover. Han anunciado que va a llover y eso va a dar lugar a una bajada del precio de la luz». Explicaba que producir la electricidad con agua era más barato. La cosa es que no ha parado de llover, 2018 está siendo uno de los años con más precipitaciones de los últimos tiempos, y el precio de la luz sigue disparado. Conclusión, va a ser que el precio de la luz depende de otras variables distintas a la climatología.
El encarecimiento de la factura de la luz se debe principalmente a la subida del precio de la electricidad en el mercado de mayoristas, uno de los tres conceptos (30%) que abonamos en nuestra factura. Los otros dos son impuestos (21%) y costes regulares (49%) -distribución, transporte, incentivos a las renovables y financiación de déficit tarifario, entre otras cosas-. En el mercado mayorista, las primeras fuentes en aportar energía son las nucleares y las hidráulicas que no se paran nunca, tienen coste cero; después van las energías renovables y por último, el carbón y los ciclos combinados (gas) y otros combustibles fósiles. Según funcionan ahora las cosas, la última tecnología en entrar es la que marca el precio del kilowatio; si son alguna de estas últimas mencionadas, la subida está garantizada.
Generar electricidad en estos momentos resulta más caro porque hay mucha demanda debido a las altas temperaturas ha subido el precio de los carburantes, del carbón, también de los derechos de emisión de CO2, que las centrales contaminantes han de pagar por operar, han parado tres centrales nucleares y el viento no ha hecho mucho acto de presencia. Según estiman los expertos, de seguir esta tendencia, los consumidores tendrán que pagar en diciembre un 5,3% más que el año pasado.

Mientras las familias españolas cargan con el coste de electricidad más alto de la UE, en 2016 las grandes eléctricas duplicaron sus beneficios

A estos vaivenes del mercado que influyen en nuestra factura de la luz, hay que sumar también el pufo que seguimos pagando los consumidores desde el año 2000 por el déficit de tarifa (cantidad incluida en ese 49% de la factura). Es decir, la diferencia entre el importe del suministro eléctrico y lo que abonamos los consumidores que no llega a cubrir ese coste. Llevamos por tanto dieciocho años acumulando una deuda que suma más de treinta mil millones de euros, cantidad que seguiremos pagando nosotros y también nuestros hijos durante años a los bancos junto con los intereses.
El Observatorio Crítico de la Energía denuncia desde hace años la opacidad del sistema eléctrico. «A la sociedad no se le ha explicado que el déficit ha surgido en el proceso de privatización del mercado eléctrico que se inició en 1998. El Gobierno no regula el precio de la electricidad, como pudiera parecer, sino que éste es fijado en un mercado oligopólico donde las empresas que venden y compran energía son, en la práctica, las mismas, y tienen un enorme poder de influencia sobre el precio resultante. La deuda sigue aumentando y el Gobierno la acepta sin más».
Mientras las familias españolas cargan con el coste de electricidad más alto de la UE, en 2016 las grandes eléctricas duplicaron sus beneficios.

Cronograma Greenpeace
Greenpeace ha querido reflejar el boicot de los sucesivos gobiernos a las renovables a través de un cronograma donde demuestran que no es casualidad que desde 2013 se haya reducido la instalación de renovables en España.


Boicot a las renovables

Con dinero público se han financiado las fuentes más contaminantes y caras de energía mientras se realizaba un boicot a las renovables. Sara Pizzinato, responsable de la campaña de Energías Renovables de Greenpeace, denuncia que «en estos últimos años el Gobierno español ha boicoteado de manera recurrente el avance de las energías limpias: un intenso ataque que tiene su máximo exponente en la moratoria y hachazo a las renovables en 2013 y 2014 y el más reciente impuesto al sol que penaliza seriamente el autoconsumo».
No suficiente con eso, el pasado año se presentó en el Congreso de los Diputados un proyecto de ley -apoyado por dos tercios de miembros de la Cámara- para fomentar el autoabastecimiento con energías renovables en España, y el Gobierno tumbó esta iniciativa con la ayuda de Ciudadanos argumentando que esta nueva norma podría derivar en que muchas personas dejasen de comprar parte de su electricidad a la red eléctrica, lo que supondría un coste inasumible. En ningún momento se llegaron a calcular los beneficios económicos y de empleo que el autoconsumo podría suponer. Esa ley ha permanecido en un punto muerto… hasta ahora.

Revolución energética en marcha

El pasado mes de junio la UE aprobaba la nueva Directiva de Energías Renovables que establece el porcentaje de renovables sobre la energía final en un 32% cara a 2030. «Este acuerdo además reconoce el derecho de las personas corrientes a participar en la revolución energética de Europa y derriba algunas de las barreras más importantes en la lucha contra el cambio climático como el impuesto al sol y la carga excesiva de trámites administrativos», comenta Sara Pizzinato de Greenpeace. Los cambios que introduce esta Directiva se harán efectivos en toda Europa a partir de 2021 pero el giro en la posición del nuevo Gobierno español hace pensar que los cambios podrían ser más rápidos. «No creo que tengamos que esperar tres años. Las ocasiones este año no faltan: la Proposición de Ley de Autoconsumo en vía de tramitación en el Parlamento, el Plan Nacional Integrado de Clima y Energía a 2030 que el Gobierno quiere entregar en Bruselas, así como la prometida Ley de Cambio Climático y Transición Energética, son cosas que ya están sobre la mesa», apunta Pizzinato.
Muchos son los informes que demuestran de forma contrastada y objetiva que la puesta en marcha de energías renovables abaratarían el precio de la electricidad, además de reportar beneficios de otra índole como la eliminación de emisiones, la independencia energética o el fomento de tecnologías propias.
De cualquier manera habrá que esperar a la aprobación de las citadas normativas en el Parlamento para conocer todos los detalles. Lo que es indudable es que la revolución energética está en marcha y eso es algo ya imparable.

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