Hace cinco años Verónica Gutiérrez decidió junto con su pareja hacer las maletas y trasladarse a vivir al campo, a la casa de sus abuelos en La Güeria de Urbiés (Mieres). Cambió contaminación por el aire puro de este pueblo de montaña y el ruido de las bocinas por el silencio de la naturaleza. Una decisión que se arrepiente no haber tomado antes, por eso quiere animar a otras parejas jóvenes a hacer lo mismo. Para ello ha puesto en marcha la iniciativa La Caleyuca que ya circula por la red desde principio de año.
-Háblanos de la iniciativa que has puesto en marcha.
-El objetivo principal es devolver la vida y el dinamismo al pueblo. Ahora vivimos treinta y cinco vecinos, pero aquí llegaron a ser más de tres mil habitantes. En un pueblo se echa mucho de menos un bar, un lugar donde reunirse y tomar algo. Así que decidimos comprar una casina que arriba fuera vivienda y abajo un bar-tienda para dar servicio al pueblo. La idea es que se hiciera cargo de ello una familia con niños o con idea de tenerlos. La casa está amueblada, lista para entrar a vivir. Tiene tres habitaciones y un baño. Ahora estamos arreglando el papeleo para comenzar las obras del bar-tienda. Estará todo listo para el verano. El último que había en el pueblo se cerró cuando se jubiló su dueña, hace más de siete años.
-¿Qué requisitos han de tener los futuros inquilinos?
-Gente con ganas de trabajar, que le guste la vida en el pueblo, la montaña, la soledad y luego que tenga conocimiento de cocina tradicional asturiana, que sepa hacer guisos sencillos: un pote, una fabada o un cachopo. Por aquí además de vecinos pasan senderistas, ciclistas y es zona de cazadores, gente que agradece comer un buen plato de cuchara. Antes venía gente de Mieres hasta aquí solo para comer porque tenía fama de buena cocina.
“Buscamos una familia con niños para hacerse cargo de un bar-tienda que dé servicio al pueblo”
-¿Qué acogida está teniendo la propuesta?
-Empezamos a moverlo en las redes sociales en enero, hemos recibido más de ciento cincuenta solicitudes, y hemos seleccionado hasta ahora a unas ocho familias. Nos ha llamado gente de otros países, o interesándose solo por la casa, pero la idea es coger ambas cosas, vivienda y negocio. Estamos a la espera de que concluyan los cierres perimetrales para poder entrevistarnos con ellos, hablar del contrato, ver qué ideas tienen y que nos preparen algún plato. Es necesario tener un mínimo de experiencia, aunque la carta será muy sencilla. Decimos a todos que la idea es quedarse a vivir aquí, no venir a probar una temporada.
-¿Qué pros y contras tiene la vida en el pueblo para que nadie se lleve a engaño?
-Ventajas en este tiempo de coronavirus… todas. Tienes aire limpio y puedes salir a la puerta de tu casa sin mascarilla. Tiene que gustarte la soledad porque hay días donde no pasa nadie por delante de tu casa o lo hace solo un vecino. En verano hay más trajín de gente. Luego hay inclemencias meteorológicas como las pasadas nevadas y tienes que ser tú quien retire la nieve del camino si quieres que la gente vaya al bar. En un pueblo hay más vegetación, hay que limpiar más, pero la calidad de vida es incomparable. Es un lugar ideal para educar a tus hijos, nosotros tenemos una nena de diez meses y aquí es feliz. En la Güeria de Urbiés había minas de montaña y al desaparecer, la gente bajó a trabajar a las minas de Santa Bárbara, se perdió mucha población. Es un sitio muy bonito del que parten varias rutas de senderismo y bicicleta y eso se nota especialmente los fines de semana. Tenemos unas vistas espectaculares del valle de Turón y de la imponente sierra del Aramo al fondo.
-Se nota tu pasión por el medio rural, algo que también quieres contagiar a los futuros vecinos.
-Sí, queremos ayudar a fijar población para que siga subiendo el bus escolar, por ejemplo. Nuestra idea no es hacernos millonarios con el alquiler de esto, lo que queremos es revitalizar el pueblo y para ello, también les echaremos una mano en publicitar el negocio. Además, como es bar-tienda hemos contactado con gente de la zona que hace embutidos u otros productos para que se puedan vender aquí y así generar sinergias con los productores locales. El nombre del negocio será La Caleyuca.
-¿Te arrepentiste alguna vez de la decisión tomada?
-Me arrepentí de no haberlo hecho antes. No me imagino viviendo ahora en una ciudad en plena pandemia, no sabría dónde llevar a mi hija. Me daría miedo salir de casa. No sabes lo que presta tener tu propio huerto y comer de lo que cultivas. Como también nos gustan los animales, tenemos once ovejas xaldas con la idea de ampliar su número.