Mis manos tejen la costumbre de analizar la tierra con palabras, se balancean indómitas
y un tanto perdidas en esta labor agrícola de extraer lo más profundo, de arrancar
al hombre y la mujer la venda que este mundo de apariencia febril
clavó en sus ojos para sellar su lucidez más clara.
Imágenes tan sólo de lo que podría ser sin haber sido visto aún, ni alcanzado.
El camino que sigue en pie y también lo perdido.
Bellísimo