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domingo 24, noviembre 2024

A través de mis manos surge un bosque indeterminado…

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A través de mis manos surge un bosque indeterminado
y es en esta historia infinita que cual hiedra me atraviesa las manos y crece
hasta alcanzar al otro y extenderse y más allá ir al fin o buscarle o buscarse
en quien estos ojos contemplan
donde puedo ver con mayor claridad el ritmo devastador de la historia.
Y a través de este fluir desordenado siento cómo mis extremidades se convierten
en ramas de hojas secas y en una corteza dura se transforma mi cuerpo entero.
Tomo así conciencia del despertar que me empuja hacia la nada
y también ese contacto ardiente y firme con la tierra.
Mis pies atraviesan el lodo hasta fundirse con el agua que sinuosa transcurre
bajo la ciudad con sigilo extremo, cuidado, observando desde lo más profundo.
Me sumerjo en esta transformación.
comprendo entonces el alcance de la historia, la legión de atrocidades y horror
que el hombre y digo así porque la mujer no admitía un uso más allá del objeto,
invisible, incorpórea, intangible siempre,
ha provocado en esta tierra, con sus manos, su mirada, la escasez de temblor ante la crueldad buscada,
ese perfeccionamiento afilado durante los años para que el exterminio se convierta en algo más sutil y selectivo, mayor horror en el horror mismo,
posiblemente el ser humano no posea naturaleza alguna de árbol o planta o ser vivo
quizá esto explique la extrañeza que siento ahora al fundirme al fin con la tierra y sentir ese gemido íntimo al volver la mirada atrás y ver las fisuras que la espada imprimió en esta corteza desgarrada.
Es la devastación que el fuego lento produce en un campo abierto, algo así podríamos
concluir de esta batalla absurda que el ser humano se empeña en mantener desde hace siglos con su propia condición y todo aquello que la rodea.
Hay un miedo innato a la muerte y un gusto inusitado por provocarla con cierta lentitud, convertirse en dioses tal vez o confundir el poder que supone infringir daño en el otro con dominar la guadaña y lo que implica.
No por ello seremos dueños del tiempo.
Comprendo ahora a través de estas ramas que me atraviesan hasta tocar el cielo y estas raíces que me empujan hacia la muerte y esta corteza implacable que me sujeta al suelo, cómo el daño permanece intacto porque la herida misma se abre con cada nuevo golpe.
Veo derramarse por las fisuras de estas grietas la sangre de la historia de esta humanidad empeñada en perfeccionar el dolor y vencer de forma absurda a la muerte, provocando ellos mismos el momento exacto en que el latido se detiene, y siento ese golpe seco en la base de mi tronco y cómo algo se derrama y esparce a mi alrededor, cómo mis raíces se reafirman poderosas bajo tierra, y eso es lo que no parece entender ser humano alguno, otro mundo y otro tiempo nos espera bajo tierra, lejos de éste, un magma que une toda esta destrucción superior
Y nos redime.

Poema del libro Naturaleza Interior escrito por Ana Vega
f-facebook : Ana Vega Escritora

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