Es uno de los caminos más antiguos de la Península Ibérica, e incluye Morcín en su trazado. La Vía de la Plata toma impulso turístico, con la reciente publicación de una guía en francés, y diferentes actividades promocionales.
Uniendo Sevilla con Gijón, la Vía de la Plata es un corredor natural que alcanzó su máximo esplendor durante la ocupación romana. A lo largo de los siglos han circulado por ella mercancías, tropas, comerciantes y viajeros, hasta llegar al día de hoy, cuando la mayor parte de su trazado coincide con la autovía A-66.
Reivindicando la importancia histórica y turística de este legado, la Red de Cooperación de Ciudades en la Ruta de la Plata estructura una oferta turística de veintitrés localidades asociadas al camino, a través de siete provincias diferentes. Morcín forma parte de este recorrido, y por lo tanto se beneficia de las actividades promocionales que se plantean en conjunto. Guías para recorrer la ruta a pie, en moto o en bici, así como propuestas específicamente diseñadas para estudiantes, concursos de fotografía o difusión de las diferentes ofertas turísticas.
En este marco, Morcín ofrece un turismo basado en dos grandes bazas: el entorno natural, al abrigo del Monsacro y el Paisaje Protegido de la Sierra del Aramo, y la cercanía a Oviedo, lo que multiplica las posibilidades de comunicación. El patrimonio histórico del concejo es discreto pero interesante, ya que a las conocidas capillas del Monsacro se añade el torreón medieval de Peñerudes, catalogado como Monumento Histórico Artístico, y la Iglesia Parroquial de Santolaya, de fundación prerrománica, aunque ha sufrido diferentes reestructuraciones que han modificado profundamente su aspecto.
Recursos naturales
A pesar de ser un concejo tradicionalmente minero -una actividad ya cada vez más residual- el color que predomina en Morcín no es el negro, sino el verde del entorno. De ahí que existan diferentes rutas para conocer rincones destacables y disfrutar de preciosas vistas. Hay varias opciones, por ejemplo, para acercarse a la Sierra del Aramo y subir los picos Mostayal o Gamonal sin demasiado esfuerzo. También es interesante la Ruta minera de La Esperanza, donde además de una estupenda panorámica sobre el valle de La Foz, se pueden ver restos de la explotación en forma de bocamina y seguir los pasos del viejo ferrocarril. Tampoco hay que perderse las vistas desde el Pico Llosoriu, que divide los concejos de Mieres, Riosa y Morcín y permite contemplar los tres territorios. Otras opciones para pasar un día en la naturaleza son dar un paseo por el entorno del embalse de los Alfilorios, o recorrer la Ruta de los Molinos.
A la Vía de la Plata se suman otras rutas más pequeñas para conocer los rincones más bonitos del concejo. Subir al pico Mostayal, recorrer la Ruta minera de La Esperanza, o llegar hasta la cima del Llosoriu son algunas de las opciones.
Para los que prefieran acercarse a la montaña de una forma más técnica, en la localidad de Otura existe una Escuela de escalada con vías habilitadas de diferente dificultad. Hay varias opciones de nivel medio y bajo, lo que la hace especialmente recomendada para los principiantes, o para los que estén buscando una práctica relajada.
A todo este potencial turístico se suma el reclamo de la gastronomía, que en citas concretas como las relacionadas con San Antón en enero -nabos, casadiellas, queso Afuega’l Pitu- o la Feria de los quesos artesanos de Asturias, en septiembre, atraen a cientos de personas.
Y así, además de contar con una incipiente oferta de turismo rural, Morcín combina la vertiente residencial con las actividades más tradicionales de agricultura y ganadería. Queda mucho por descubrir de este concejo. Un ejemplo: en el abrigo de Entrefoces, garganta por la que discurre el río Riosa, se han encontrado grabados del Paleolítico Superior, además de una cabeza humana esculpida en piedra y un conjunto lítico de la época magdaleniense. De difícil acceso, se trata de un patrimonio casi desconocido cuya importancia sorprende incluso a los propios morciniegos.