Hace cuatro meses que el concejo perdió a uno de sus Hijos Adoptivos. José Manuel Valle Carbajal, párroco de Morcín desde que llegó en el año 1950, ha dejado tras su fallecimiento el pasado 28 de agosto de 2010 una honda huella en esta tierra.
José Manuel Valle nació en el seno de una humilde familia marinera, en Cudillero. Era el menor de seis hermanos y con tan sólo 13 años ingresó en el Monasterio de Valdediós, impulsado por su vocación religiosa. En su persona se han unificado los dos mundos que caracterizan a la región asturiana: la mina y el mar. Desde estas páginas hacemos un merecido recuerdo a un ‘paisano’ que se ganó día a día el corazón de todos los morciniegos.
Su llegada al pueblo de La Foz el 24 junio de 1950, donde se hizo cargo de la parroquia de San Antonio Abad, marcó su pronta integración en este territorio que vivía fundamentalmente del carbón de su pozo. Lo hizo en un camión que transportaba a los mineros de la estación ferroviaria de Parteayer hasta La Foz. Por aquel entonces llegaban mineros de muchas partes de España, como Andalucía y Extremadura, y su labor no se reducía solamente a cuestiones de espíritu. Tan pronto ayudaba a buscar alojamiento para las familias más necesitadas, como arreglaba juguetes para los niños o incluso ejercía de peluquero ocasional. Era un párroco para todo: para celebrar los buenos acontecimientos y para asistir en los peores, cuando la mala suerte aparecía en forma de accidente minero llevándose vidas por delante. Y pronto se granjeó la amistad de todo un pueblo.
Los que recuerdan sus inicios en el concejo cuentan que el cura se movía primero a pie, después en bicicleta y años más tarde en motocicleta.
“Era un cura cercano, que siempre estaba sonriente y te recibía con los brazos abiertos, nunca te decía no a nada”, recuerda Pepín Sariego, miembro de la Hermandad de la Probe. “Ayudaba a todo el que lo necesitase. Si le pedían ‘oye quiero casarme el viernes a las ocho de la noche’, pues lo hacía. Tenía un carácter muy tolerante y muy abierto. De hecho nosotros empezamos con La Probe haciendo festivales de teatro asturiano en el altar, y estoy hablando de hace ya treinta años. El ya entonces entendía que la iglesia era de todos y se podía usar con el respeto consabido”.
El párroco de Morcín llegó a ostentar un récord en Asturias, ya que fue uno de los sacerdotes que más tiempo se mantuvo activo y en una misma parroquia: cincuenta y ocho años. Los que recuerdan sus inicios en el concejo se acuerdan del cura que se movía primero a pie, después en bicicleta y años más tarde en motocicleta.
Para Jesús Barbao, Alcalde de Morcín, su falta ha sido una gran pérdida para el concejo. “Si recorremos cualquier zona del municipio, no hay más que elogios hacia su persona. Todo el mundo lo califica como un buen paisano, como decimos por aquí. Creo que en momentos difíciles de este país, por razones políticas y de otro tipo, supo estar a la altura de las circunstancias, siempre arrimado a la gente menos pudiente. Eso es una labor a destacar”. Pinche aquí para ver más reportajes de este concejo