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lunes 9, diciembre 2024

Emilio González Nosti. Psicología aplicada al deporte de élite femenino

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Muchos comparan el cuerpo humano con una construcción. Cada órgano es indispensable para que todo funcione correctamente y las emociones serían las columnas que mantienen estable al edificio. Esas emociones no pueden ser ignoradas, pero sí han de ser canalizadas dentro y fuera para mantener el equilibrio y sacar la mejor versión de nosotros mismos.

Emilio González Nosti es arquitecto, educador y psicólogo y sabe un poco de qué va todo esto. Desde hace dos temporadas es el psicólogo de la Selección Española de Fútbol Femenino, vigente campeona mundial, ganadora de la Liga de Naciones y semifinalista en los JJOO. Con su humildad habitual, recogía hace unos días la insignia de honor del Colegio de Psicología de Asturias “por su trayectoria de éxito internacional y la promoción de la psicología en el ámbito del deporte de élite”. Con él hablamos de esto y de su relación con las internacionales que dirige Montse Tomé.

Emilio González Nosti, psicólogo de la Selección Española de Fútbol Femenino, recibiendo la insignia de honor del Colegio de Psicología del Principado de Asturias
Emilio González Nosti en el acto de entrega de la insignia de honor del Colegio de Psicología del Principado de Asturias / Foto cedida por COPPA

-Haber sido profeta en tu tierra supongo que tendrá un valor especial para ti…
-Claro que sí y más viniendo del mundo del fútbol, donde a la gente de fuera se la valora y reconoce más que a la gente de casa, que parece que siempre tiene que hacer más méritos para ser reconocida. Recibir la llamada del Colegio de Psicología de Asturias comunicándome el nombramiento, y que además me hayan concedido una Comisión, me hace sentir muy orgulloso. Es mi tierra y allá donde voy siempre presumo de ser asturiano.

-Voy a trasladarte una pregunta con la que abres tu web. ¿Qué tienen en común un arquitecto, un entrenador de fútbol, un educador y un psicólogo? ¿Cómo pueden convivir en una misma persona?
-No sé, siempre he dicho que soy una persona muy inquieta, no es que llegue a ser disperso, pero sí estoy en continua creación, pensando en el siguiente paso. Me encanta proyectar, avanzar, conocer cosas nuevas y experimentar. Hemos abierto ahora una clínica en Candás, vamos a inaugurar otra en Gijón y no descartamos una tercera, y eso que solo hace cuatro años que empezamos con este proyecto. Lo mismo me pasa en mi vida diaria. Empecé estudiando arquitectura porque quería explorar esa vía. Toda mi familia se dedica a la construcción; mi abuelo, mi padre, mi hermana son todos arquitectos. Pero es que desde siempre también me gustó el fútbol, me gustó entrenar. Recuerdo de ser muy pequeño y hacer pizarras con folios para explicar jugadas ‘a nadie’, porque estaba yo solo. Cuando terminé arquitectura empiezo a entrenar, saco los títulos de entrenador y para tratar de ser mejor en la profesión, decido hacer psicología en la UNED mientras trabajo y entreno. Cuando terminé la carrera ya estaba de entrenador en el Sporting y desde la dirección deportiva me ofrecieron hacerme cargo del área de psicología del Club.

-Empezaste como entrenador en el equipo femenino de fútbol de la Universidad Alfonso X El Sabio y ahora eres el psicólogo de las campeonas del mundo. ¿Es distinto trabajar con chicos que con chicas?
-No, al final, ten en cuenta que yo trabajo con colectivos grandes y siempre hay de todo. Ayudo a los deportistas para que tengan confianza en sí mismos, sepan concentrarse en los momentos clave, manejen bien el estrés, consigan tener un equilibrio dentro-fuera. Y eso es lo que hay que conseguir, seamos hombres o mujeres.

-¿Cómo es tu relación con Montse Tomé, la seleccionadora nacional? Fue ella quien te llamó para formar parte del equipo.
-Sí, yo en aquel momento estaba en la Selección trabajando en categorías inferiores. Antes había estado trabajando seis años en el Sporting y ya necesitaba un cambio. Por aquel entonces recibí la llamada de Javier López Vallejo, psicólogo de la Selección de Fútbol masculina, director del área de Psicología de la Federación, para proponerme formar parte de las categorías inferiores. Para que te hagas una idea, llevaba desde la Sub-21 a la Sub-15 masculina y desde la Sub-23 a la Sub-15 femenina. Montse Tomé me conoce ahí, aunque tampoco coincidimos mucho porque ella estaba con la absoluta femenina. Cuando le ofrecen el cargo de seleccionadora me llama para ver mi disponibilidad y me invita a acompañarla a la categoría absoluta. Montse es una mujer muy trabajadora que conoce muy bien el mundo del fútbol, en concreto el femenino; conoce el mundo federativo porque lleva muchos años, ha pasado por todas las categorías, ha sido futbolista de élite en la Selección, en el Barça. Me pareció una apuesta segura. Mi relación con ella es de confianza total, de feeling, le estoy muy agradecido porque me coloca a mí y a la psicología en un puesto muy alto.

El psicólogo Emilio González Nosti con la seleccionadora Montse Tomé
Emilio González con la seleccionadora Montse Tomé / Foto cedida por E.G.N

-Tras ser nombrada seleccionadora dijo que necesitaba a personas de confianza para construir todo de nuevo, fuiste uno de los elegidos.
-Sí, así lo percibo y lo siento, desde las atribuciones que me da, al rol en el que me sitúa. Eso me refuerza mucho de cara al grupo. En el fondo, lo que uno quiere es sentir que aporta, y eso lo consigue plenamente.

-Cuéntame un poco cómo es tu trabajo como psicólogo en la Selección. ¿Trabajas a nivel individual, grupal? ¿Cómo es tu movimiento?
-Hay dos momentos muy definidos, cuando estamos fuera de la concentración (como ahora, que por ejemplo hemos planificado los tiempos de la siguiente concentración), los entrenamientos, los descansos, cuándo vamos a tener acciones de comunicación o marketing, etc. Y otra muy distinta es cuando estamos en la concentración, son 24 horas juntos de mucha intensidad en las que estoy totalmente disponible tanto para las jugadoras, como para el cuerpo técnico y el staff. Soy el encargado de las acciones que puedan venir de fuera. Por ejemplo, en la última concentración vino Víctor Küppers, que es un reconocido coach dedicado a conferencias de motivación, es, además, Doctor en Humanidades y tiene un discurso muy bueno. Visitó entusiasmado a la Selección y lanzó un mensaje sobre confianza, motivación, ilusión y alegría que gustó mucho a las jugadoras.
Hacemos un par de sesiones grupales de unos 15 o 20 minutos donde abordamos temas que la seleccionadora propone -confianza, motivación- profundizando en ellos, porque no es solo decir ¡venga, hay que tener confianza!, hay que ver ‘cómo me genero a mí mismo confianza’, ‘cómo consigo concentrarme en momentos de máxima tensión’, ‘cómo me motivo’… Les proporcionamos herramientas, psicología muy aplicada para que sepan qué recursos deben utilizar para solucionar el reto que tienen delante. Es como ir a un examen: vas tranquilo si lo que te van a preguntar lo sabes. Luego, quedo a demanda de las jugadoras para sesiones individuales.

-¿Cómo se repuso la Selección después del duro revés de los Juegos Olímpicos?
-Nosotros teníamos como objetivo llegar hasta la final, jugar seis partidos que fue lo que hicimos, por tanto, creo que se han cumplido objetivos y se ha hecho francamente bien.
El fútbol va de detalles, de matices que hacen que ganes o pierdas y creo que eso es bueno. Hay que coger distancia con las cosas, creo que con el tiempo se valorará más nuestra primera participación, que fue dura, intensa, pienso que se hizo un trabajo muy fino por nuestra parte. Pero los resultados, evidentemente han ido por otro lado. El fútbol femenino está evolucionando mucho, hay grandes equipos. Nosotros hemos perdido contra Brasil, no contra cualquier selección, sino contra todo un equipazo. Nuestras jugadoras son profesionales de élite, tienen una mentalidad ganadora y ya están pensando en lo siguiente, lo hemos percibido en nuestra última concentración. Está ya todo curado y enfocado hacia adelante.

-Dices que no analizas la competición con tus jugadoras hasta que han pasado 48 horas del partido, ¿por qué?
-Eso me viene de mi experiencia de entrenador. Recuerdo muchas veces marchar enfadado para casa por alguna decisión o actuación y esa emoción no me ha permitido ser todo lo analítico que debería de haber sido. Al final, somos emoción y razón, y si una de las dos cosas ha de primar, mejor que sea la razón. Por eso intento darnos 48 horas para que el día del partido sólo tengamos en la cabeza el jugar, no el analizar las cosas. El día posterior será para descansar y a las 48 horas, cuando la emoción no esté tan presente, tan viva, percibiré matices que en el partido no había visto porque estaba nervioso, alterado o eufórico. Esas emociones no son buenas para ver las cosas desde un punto analítico.

-Después de tantos años de experiencia, ¿qué técnicas o estrategias utilizas más frecuentemente en tu práctica y por qué las consideras efectivas?
-La técnica que más utilizo es la objetividad y la aceptación. Creo que es importante que nos contemos las cosas tal cual están pasando y no como nosotros las interpretamos. En nuestra cabeza todo suena mucho más emocionante, dramático e intenso que lo que realmente pasa. Al final no es un buen tiro ni un mal tiro, es un tiro. Lo demás lo hace bueno o malo, ciertas circunstancias que tú no controlas y no dominas. También andamos siempre intentando pelearnos con lo que ya pasó o con lo que va a pasar y eso no nos lleva a ningún sitio. Lo que ya pasó hay que aceptarlo sin más. Mi labor es intentar darles muchas herramientas para que trabajen la objetividad y la aceptación. Al final, creo que las personas que son más felices lo son no porque tengan más, sino porque aceptan lo que tienen. Y eso es importante también para el deportista que siempre quiere más, es vital que acepte lo que tiene y sea feliz.

-Emilio, ¿qué es lo más gratificante de tu trabajo?
-Mira, eso me lo preguntaron hace poco. Me siento feliz cuando descubro en deportistas de élite una parte de su rendimiento que pueden mejorar, cuando hasta hoy la tenían ahí como un hándicap asumido. Parece que las cosas psicológicas son innatas, y no es así. «Mira, es que soy muy despistado» … «Yaaa, pero eso se puede mejorar, puedes dejar de serlo desde las 8 de la mañana». Todo se puede mejorar. Cuando a la gente de altísimo nivel conseguimos implementarle una pequeña mejora o te mira a los ojos pidiendo ayuda, ese es el mejor regalo que puedo recibir. Sentir que les puedo echar una mano.

-Has calificado a las jugadoras de la Selección como un grupo de mujeres superdotadas en lo competitivo. Dices que es algo que no habías visto desde hace tiempo.
-No al nivel que ellas manejan. Ver a jugadoras del Barça femenino que vienen de haber sido campeonas el verano anterior, campeonas de Europa con su Club y llegar a los Juegos Olímpicos queriendo más, queriendo mejorar, entrenar, pidiendo que les aportes detalles para ser mejores y absorbiéndolo como esponjas… demuestra que nos encontramos ante una generación de futbolistas diferentes y que están donde están por propios méritos. Son mujeres luchadoras, competitivas, que devoran los aprendizajes y eso lo llevan a todo en su vida.

-Estarás encantado de trabajar con esta élite, ¿no?
-Es muy gratificante, aunque reconozco que hace diez o quince años cuando empezaba a entrenar, ni se me pasaba por la cabeza. Siempre he intentado hacer las cosas lo mejor posible para aportar calidad a este deporte, eso es lo que me ha motivado siempre. Trabajar con ellas es estar en el escenario donde están las mejores y eso es reconfortante.

El equipo al completo de la Selección Española de Fútbol Femenino en los JJ.OO. de París 2024
El equipo al completo de la Selección Española de Fútbol Femenino en los JJ.OO. de París 2024 / Foto cedida por E.G.N.

-No tiene que ser fácil crear un cuerpo con identidad propia, unificar a jugadoras que vienen de distintos equipos con sus respectivas historias.
-Una de las cosas más difíciles de ser un entrenador es convertir un grupo en un equipo.
Al ser una selección, el contexto sólo nos permite estar con ellas 10 días, muchos menos de los que nos gustarían. Por eso es muy importante conocer a fondo el mundo federativo, para movernos bien en esos contextos y conseguir esa unificación. Esa es una de las grandes cualidades de Montse Tomé, su entrenadora.
También hay que decir que se trata de jugadoras que llevan mucho tiempo jugando en categorías inferiores, se conocen bien entre ellas, pero sí, es verdad que este es uno de los trabajos más complicados que tiene un entrenador. ¿Cómo se consigue? Creando objetivos comunes que realmente representen a todas, que todas se sientan que aportan, que son importantes. Para un entrenador es algo complicado, pero al mismo tiempo apasionante y divertido.

-Dices que lo más importante del trabajo de un psicólogo es la discreción, no imponer nada. ¿Cómo se hace eso?
-Bueno, eso creo que también tiene que ver mucho con la personalidad. Cuando fui a recoger la distinción que me hizo el Colegio de Psicólogos, me ví en el centro de atención y eso me genera mucho respeto, pero también me veo en la obligación de abrir paso al resto de psicólogos que vienen detrás, alzar la voz y ponerme en ciertos escenarios que como persona me incomodan. Esa discreción de la que hablo es situarse en una especie de segundo plano muy estudiado. Siempre procuro ponerme en lugares un poco apartados, donde no se me vea mucho, aunque a veces la seleccionadora me pide que la acompañe y ahí lo tengo más complicado. Cuando puedo intento salirme de plano para poder ver lo que hay detrás, donde nadie mira. Si el balón está en un lado, yo miro al otro para ver qué está pasando. En el balón ya hay muchos ojos, me dedico a intentar mirar donde otros no miran y para eso se necesita observación, escucha, reflexión y mucha serenidad. Lo más importante del trabajo de un psicólogo es no imponer nada. Observar y dar opinión cuando te la piden. Es poner tu granito de arena sin esperar ningún tipo de reconocimiento por ello, ni buscarlo.

-¿Qué desafíos has enfrentado a lo largo de tu carrera y cuáles consideras que han sido tus mayores logros profesionales?
-He desafiado todo, al final yo soy un entrenador que sale de las categorías más inferiores del fútbol asturiano. He sido entrenador, delegado, segundo entrenador, fisio -atendiendo in situ las lesiones que se iban presentando-, he lavado la ropa, cuidado del material, me ha tocado hacer de todo. Paseo por Gijón con mucha asiduidad y me sigue emocionando cuando me paran jugadores que entrené hace 12 o 15 años para darme un abrazo y recordar historias o retos que superamos juntos.

-¿Recuerdas alguna experiencia significativa en tu carrera como psicólogo?
-Hay muchos casos que son especiales pero que mi discreción como psicólogo me impiden compartirlos. Lo que sí noto ahora que soy padre es mucha más sensibilidad o empatía hacia los más jóvenes. Pienso mucho en ellos, en cómo les dejamos la profesión, cómo les dejamos el futuro. Cada vez vienen más preparados, tienen carrera, máster, idiomas y aún con ello no encuentran su sitio. Recuerdo que una madre confesó a la mía que su hijo, que no quería estudiar, lo había hecho porque yo había hablado con él sobre su capacidad, sus cualidades… Al final no estudió una sino dos carreras y encontró su sitio. Esos casos me reconfortan.

-¿Qué tipo de liderazgo utilizas? ¿Cuál crees que es el mejor método para tratar con jugadores profesionales?
-Tienes que ajustar los liderazgos. Hay jugadores a los que les gusta que les digas las cosas, aunque sea delante de todos, a otros no y tienes que buscar otras ocasiones. Hay jugadores a los que tienes que invitar a tomar un día un café para acortar distancias, en otros casos tienes que hablar con su pareja o su amigo cercano, no hay fórmulas. Tienes que conocer quién es esa persona, qué necesita y en base a ello ajustar tu sentir, tu sensibilidad. No es llegar y soltar cuatro cosas. Recuerdo a jugadores en el Sporting a los que no les parecía bien que les dijeses algo delante de todos porque se comparaban mucho y a la larga era negativo, pero luego los cogías aparte y eran otras personas.

-¿Cómo recuperarse mentalmente de una derrota y salir con las pilas cargadas?
-La emoción al final lo mancha todo, y parece que cuando ganas lo hiciste todo bien, y cuando pierdes parece que todo se te cae a plomo y no vas a ganar nunca más. No es así. Hay que poner los números del partido encima de la mesa: ocasiones de gol que se han generado, cuántas ha generado el rival, efectividad, si se ha generado juego… A veces el partido está muy igual y se decanta porque alguien metió un gol de córner, una acción trabajada pero aislada del juego…, son muchos elementos a tener en cuenta. Yo siempre les digo que un hincha quiere que su equipo gane a toda costa, le da igual cómo. Un aficionado quiere ver un buen partido, busca divertirse. Y luego están los profesionales que somos los que hemos de analizar con rigurosidad, objetividad, profesionalidad y calma el partido, sin dejarnos guiar por las emociones. Nunca se gana y está todo bien, hay veces que tras las victorias salen las mejores correcciones, porque el grupo está más receptivo; otras veces se gana simplemente porque el rival ha estado peor.

Emilio González Nosti, psicólogo de la Selección Española de Fútbol Femenino
Foto cedida por E.G.N.

-Tus mensajes llegan muchas veces al equipo a través de la seleccionadora…
-Nosotros tratamos de unificar el mensaje en base a su sentir para hacerlo más potente. Tenemos diez días intensivos para preparar a ese equipo para competir en partidos internacionales de máxima exigencia y ganarlos. Ella es la líder del grupo y, además, ejerce muy bien ese liderazgo, por eso, nuestra preocupación es percibir el sentir de la seleccionadora, ver en qué momento llegan las jugadoras y unificar todo. Ella es quien toma las decisiones, la que tiene claro hacia dónde van las cosas, y yo en eso intento ayudarla sin más.

-¿Es fácil gestionar un vestuario de estrellas?
-Tiene su complejidad, pero bueno, es lo que te digo, quieren ganar, ser competitivas, ser mejores, y ese es su denominador común. Cuando las conoces, te das cuenta de que humanamente son un 10. Me gusta su naturalidad, la sencillez que tienen a pesar de ser las figuras que son.

-Dejando a un lado el fútbol, sé que vienes con asiduidad a Asturias.
-Sí, vivo con un pie aquí, otro en Madrid y otro, si lo tuviera, de viaje por todo el mundo.
Tengo un hijo pequeño que quiero que crezca y se empape de los valores asturianos, viva en esta tierra y hemos hecho todo lo posible porque sea así. Acabamos de salir de una concentración y nos solemos quedar en casa de teletrabajo la semana después. La próxima, de lunes a miércoles estaré en Madrid, la siguiente también, y luego nos concentramos otra vez. Así ando.

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