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miércoles 4, diciembre 2024

Asturias en su salsa

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Parece que julio no salió como se esperaba. El verano se ha presentado desapacible y poco amigo de la toalla y la tumbona.
Hubo lluvia, hubo temperaturas frescas, hubo viento y hubo menos visitantes de los deseados, aún a pesar de que también se dejó ver el sol, tímido y reservado, quizá aguardando mejores fechas para lucir.
Lo cierto es que, si bien todos esperábamos que la meteorología nos diera una tregua, no hay que sorprenderse en exceso. Esto es Asturias, y como nos conocemos y sabemos bien cómo se las gasta el clima, llevamos años preparándonos para atraer un turismo que, agradeciendo el sol, no lo considera imprescindible para el descanso estival, y contempla otras opciones para emplear el tiempo de ocio. Por eso tenemos una variedad amplia de opciones que diferencian nuestra oferta de la de otros lugares, que tienen el buen tiempo asegurado, o casi.
Al menos esta es la idea en la que se ha trabajado largo tiempo, la que se ha promocionado desde las instituciones y la que muchos empresarios con imaginación apoyan con sus proyectos, escapando de lo ya visto y tratando de atraer mediante propuestas novedosas. La inversión en espacios culturales ha sido sobresaliente, y si ya se nota, más se notará.
De modo que estos años atrás se ha hecho un importante esfuerzo de planificación, de mentalización y de preparación de infraestructuras. Eso ha hecho que Asturias se haya colocado en los primeros puestos de la lista de los que más han incrementado su oferta turística. El medio rural se ha apuntado al carro y ha diversificado su actividad. Hay más alojamientos, los profesionales están mejor formados y el sector ya supone un 9% del PIB del Principado, que no es muchísimo pero no está mal.
Y con el mes de julio vino el examen. El tiempo ha sido malo y los empresarios del sector han visto que el negocio no ha ido todo lo bien que sería deseable. Estancias más cortas, reservas a última hora, cancelaciones a la vista del parte meteorológico. Y la crisis, por supuesto, que hace que el viajero se mida mucho más a la hora de echar mano al bolsillo. Si bien la circunstancia económica queda fuera de nuestro alcance, algo no ha funcionado como debiera si el mensaje no ha llegado alto y claro: esto es Asturias y aquí llueve. Menos de lo que solía, por mor del cambio climático, pero llueve. Y si no, orbaya. Los asturianos salimos con el paraguas plegable siempre a mano y la chaquetilla cerca, y hemos aprendido a disfrutar tanto de los frentes que entran por el noroeste y las brumas que suben desde los valles, como del sol cuando luce y nos deja catar la playa. Todo se disfruta de distintas maneras. Y lo que tenemos lo compartimos con el visitante. Así que aunque esperamos, de corazón, que agosto nos de una tregua y tengamos cielos azules y temperaturas algo más arriba de los veinte grados, lo cierto es que nos gusta lo que tenemos, la variación, la imprevisibilidad y el verde tan extraordinario que disfrutamos todo el año.
Bienvenidos los que quieran venir a verlo.

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