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viernes 19, abril 2024

Irreductibles

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Estamos en el año 2014 después de Jesucristo. Toda Europa está ocupada por los mercados… ¿Toda? ¡No! Una empresa poblada por irreductibles astures resiste todavía y siempre al invasor… Reconocemos que no es muy original, pero la similitud con Astérix y Obélix nos vale bien para reflejar la sensación de estos días conociendo las noticias sobre la lucha de los trabajadores de Tenneco.

¿Puede una mini-aldea gala plantar cara al todopoderoso imperio romano? ¿Pueden poco más de doscientos trabajadores «doblar» a una multinacional? Pues parece que sí, o al menos hacerles temblar un poquito las costuras. Lo nunca visto.
En este número desgranamos, a grandes rasgos, algunos de los elementos determinantes para que la lucha de estos trabajadores no haya caído en saco roto. Y sienta bien poder contar una historia así, porque estamos ya hartos de poner ejemplos en el otro sentido. Tenneco nos da un soplo de aire fresco, alivia un poco la carga del cinismo y regala argumentos para seguir soñando que, digan lo que digan, las personas aún tienen voz en un mundo globalizado y deshumanizado.
También en estas páginas hablamos de un problema que parece no tener solución: la crisis demográfica. La emigración crece, la población es cada vez más anciana, los pueblos se abandonan. Llevamos tanto tiempo conviviendo con estos datos que ya se han convertido en un obstáculo asumido, mas que en un tema que haya que solucionar; pero lo cierto es que Asturias es la parte más vieja de la vieja Europa, y que si no se toman medidas la siguiente generación tendrá que gestionar un paraíso, sí, pero vacío. Y no parece tarea fácil.
La solución, si queremos mantener viva una región de la que estamos tan orgullosos, pasa definitivamente por el empleo. Reinventar las zonas rurales y buscar nuevos caminos, pero no abandonar los tradicionales cuando aún tienen recorrido. De ahí -y volvemos a Tenneco- que la lucha por mantener puestos de trabajo sea vital. Hay que tener valor para rechazar una indemnización millonaria, pero también hay que aplicar la lógica: en Asturias sabemos, por experiencia, que el dinero se acaba. Y que los que vienen detrás tendrán que trabajar en algo, y si no es aquí, lo harán fuera.
Asturias es un referente obligado en la historia de la lucha obrera en España, pero vive como todos el desconcierto de los tiempos modernos. Frente a la actual ola de neoliberalismo, la región se ha unido con fuerza a la corriente de movimientos sociales que recorren el país, a veces incluso como promotora de iniciativas multitudinarias. Es un caldo de cultivo general, pero aquí se cuenta con un añadido más: un lenguaje común, una conciencia de clase trabajadora que no por adormecida está desaparecida. No somos únicos, por supuesto, este fenómeno se da en otros lugares, pero Asturias cuenta con un cierto peso simbólico y reconocible.
Y por eso la victoria de unos trabajadores en Xixón no solo es una victoria: es un triunfo general, o debería serlo. Porque es la única vía de proteger el futuro, y porque abre el camino a otros muchos trabajadores que ven como su puesto de trabajo se desvanece de forma inapelable. Y, sobre todo, porque alguien tenía que recordarnos que no todo está perdido. Gracias.

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