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sábado 12, abril 2025

Pablo Valdés, músico: «El Faro es mi disco más ecléctico»

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Pablo Valdés es un músico de raza, de esos que se suben a un escenario a entregarlo todo con la emoción del primer día, pero con la experiencia de años en la carretera. El Faro, su último trabajo, es ahora la luz que vive en su corazón y con la que quiere llegar al público.

Hay entrevistas imposibles de encorsetar en pregunta-respuesta. Son las que tienen alma de barra de bar, aunque no se hayan producido en este contexto y al calor de una cerveza. Ocurre lo mismo con la música en constante evolución de este autor ovetense, que lo mismo compone y produce que se arranca con su voz, con la armónica, la guitarra o el piano. No tiene límites ni fronteras, aunque sí territorios afines como la música americana que ha escuchado desde su infancia y leyendas que han marcado a fuego su desarrollo. Bruce Springsteen es una de ellas.

Cantautor y rockero, pero, por encima de todo, Valdés es un autor valiente que apuesta por seguir dando rienda suelta a su creatividad, aunque sea a contracorriente. El pasado mes de febrero, la Sala Búho Real (Madrid) acogió la presentación de su último disco.

-Retrocede en el tiempo y dinos cuándo surgió tu affaire con la música.
-Ya casi ni me acuerdo, pero sé que mi tío escuchaba mucho Springsteen y mi madre a Sabina, y creo que de ahí me vino la cosa. Luego era yo el que ponía esos discos y me fijaba en la gente que tocaba la guitarra, así que me apunté a clases con 11 años. A partir de ahí, fui descubriendo grupos y así empezó un poco la historia.

-Una cosa es empezar a tocar un poco la guitarra y otra saber que la música ya va contigo… ¿cuándo te metes en esas honduras?
-No sé decirte, pero sí que me generaba mogollón de curiosidad la gente que hacía canciones. Yo no tenía ni idea y quería saber hacerlo y, como de aquella empezaba a funcionar Internet, ya podía conseguir canciones de los grupos que me gustaban; así que empecé a ver cómo lo hacían ellos, a montarme mis propias películas y a hacer canciones por mi cuenta.

-¿Y con qué años te subiste por primera vez a un escenario a cantar?
-Creo que con 18; mis comienzos fueron con la guitarra, pero también con la armónica, porque escuchando a Dylan y a Springsteen a ver quién la soltaba. Para poder tocarla pregunté a la gente que trabajaba por Oviedo cómo tenía que hacer para que sonara como la de Dylan. Me explicaron que tenía que coger la armónica en el tono de la guitarra y a base de prueba y error fui aprendiendo, y así sigue siendo.

-Desde luego, no hay duda sobre tus referentes musicales.
-Me gusta mucho el rock de autor americano y los cantautores españoles que son un poco rockeros. También me gusta mucho el sonido británico, cuando era chaval escuchaba mucho a Oasis, además sus canciones eran fáciles de tocar para alguien que estaba empezando.

Pablo Valdés, músico asturiano

-Antes la música estaba más etiquetada según los géneros, ahora es difícil que un músico no acabe interesándose por varios palos diferentes. ¿La música rompe todo tipo de fronteras?
-Claro, al final tienes que investigar. Yo, por ejemplo, hice mucho pop rock y luego empecé a meter bases electrónicas, a hacer otro tipo de producción y a utilizar instrumentos diferentes, porque me lo pedía el cuerpo. Si lo hubiera hecho cuando era más joven, habría sido como un sacrilegio, pero en realidad no lo es, todos los grandes artistas investigan y juegan con distintos tipos de sonido. Es algo que, bien usado y sin la mente cerrada, aporta muchas cosas, todo suma en su justa medida.

-¿Hubo algún momento en tu carrera musical en el que hayas pensado: estoy profanando algo? ¿Has sentido vértigo en algún momento?
-El vértigo lo he sentido a cada paso, por ejemplo, cuando hicimos el tercer disco, Habitaciones de paso, que lo dividí en dos EP y pasamos del sonido con guitarras eléctricas y bastante rockero, a sonar como mis ídolos americanos, al rollo de la chancla americana con mandolinas, guitarras acústicas, pianos, etc. De aquella en Asturias teníamos bastante pegada y no sabía si la gente entendería este paso, si lo verían lógico. Para mí lo era porque escuchaba también ese tipo de música y me apetecía hacer algo así. Fue un “a ver qué pasa”, y, al final, no sé si salió bien o mal, pero aquí seguimos.

-Eres cantante, compones tus propias letras y tocas al menos tres instrumentos, pero ¿qué faceta te hace vibrar más?
-Yo creo que lo que me llena es hacer canciones, pelearme con ellas, coger una melodía y ponerle letra, todo lo demás va unido. Además, ahora que las produzco yo voy sabiendo, más o menos, cómo se hace todo y a dónde las quiero llevar. Luego, siempre es importante que venga alguien de fuera y te dé un aporte extra, porque cuando uno se mete mucho tiempo a currar en la misma canción, pierde el norte.

-Cada canción que preparas ¿es un retrato emocional de algún momento de tu vida?
-Suelen serlo, sí. Son cosas que me pasan o cosas que me cuentan, pero incluso en las que me cuentan, me acabo mojando personalmente. Me gusta pensar que son como fotografías de momentos concretos.

-Ya sé que no es fácil, pero si tuvieras que escoger dos temas tuyos que te retraten fielmente, ¿cuáles dirías?
-¡Menudo marrón! Pues yo creo que Botas de la suerte, una canción muy personal, y Marina, el último single que saqué. A día de hoy, elegiría esas dos, pero si me preguntas la semana que viene, igual te digo otras dos.

-Por tu experiencia, ¿cuáles son las canciones que tienen más gancho?
-Las que salen del tirón en la misma jornada, las que a lo mejor acabo en la misma tarde, o que –aunque no las acabe– quedan bastante cerradas en su estructura y solo falta vestirlas un poco. Las que salen más inmediatas son las que más gustan a la gente, supongo que al escribirlas así estás siendo más honesto.

-¿Tal vez porque hay en ellas menos proporción de mente razonadora?
-Claro. A lo mejor hay más sentimiento buscado y es lo que acaba llegando más a la gente, pero ahí está la magia, que nunca lo sabes.

-¿Qué me cuentas del tema Dicen? Como nombras en la canción ¿a cuánto tienes que hacer frente para sobrevivir en este mundo?
-Cuando la pandemia lo frenó todo nos juntamos con un colega, H Moriv, en su estudio, y salió Dicen, que también es un tema muy personal. Hay que saber que las críticas llueven siempre. Cuando empecé todo era genial, pero en 2007 ganamos el concurso de Maquetas 40 Principales en Asturias y resulta que yo ya no era tan genial. Tenía 21 o 22 años y me empezaron a llegar comentario tipo: “qué música tan comercial, vaya mierda, qué mal canta este chaval”. Al final, lo que tienes que hacer es la música que te gusta, tratar de hacer bien las canciones en las que crees y que te dé igual lo que digan de ti, que te critiquen.

-¿Hay momentos en tu vida en los que necesitas parar y reconectar?
-Sí, eso me pasó hace unos años, justo antes de la pandemia. Para poder sobrevivir en la música tuve que decidir entre buscarme otro trabajo o ponerme a tocar versiones con las que siempre tienes más salida. Y es lo que hice, pero hubo un momento en el que perdimos el norte y descuidé mucho mis canciones; a raíz de esto la música no me llenaba. Llegué a un punto crítico, y por eso antes de la pandemia me tomé un descanso de unos meses que luego se alargó por el Covid. Probablemente tendría que haber parado antes, pero a veces no te das cuenta de las cosas, tardas en estar consciente del momento en el que estás. Hoy, sin embargo, estoy feliz, todo va bien.

-Por eso, cuando el mundo se puso en pausa con la pandemia, tú le diste al play y esto se tradujo en un momento productivo.
-Ahí reorganicé un poco la historia y empezamos a funcionar a trío. También me tomé más en serio la guitarra eléctrica solista, que siempre había delegado. La pandemia fue enriquecedora para mí porque, a pesar de la incertidumbre económica, me dejó tiempo para seguir alargando ese descanso que había cogido, pude acabar un montón de canciones y recuperar el rumbo de nuevo.

Pablo Valdés, músico asturiano, con su banda
Foto Alberto Cean-Bermúdez

-Como bien dices, detrás de tu música hay un trío. ¿Cómo tiene que fluir la energía entre los tres para llegar a buen puerto?
-Estoy tocando con una gente que como personas son brutales y como músicos también, entonces las cosas van solas. Escuchan además mogollón de pop también, cosa que en el mundillo del rock siempre causaba críticas, pero a Fon Fontis y Adri Cheriff, que son con quienes empecé, les gusta mucho Calamaro y otros artistas que también me gustan a mí. Cuando escucharon mis canciones, les gustaron, se sumaron y fue todo muy fácil. Luego Adri se fue a vivir a Madrid y en la batería entró Mario Collado que también es muy buena gente. A lo largo del camino hay muchas horas de ensayos, de toma de decisiones, grabaciones, viajes, y que conectes con la gente a nivel personal es casi tan importante, o incluso más, que lo hagas a nivel musical.

-Háblame un poco de tu último trabajo El Faro que, por lo que sé, te dio un poco de luz después de La hora del lobo. ¿Cómo fue esa transición?
-Cuando estaba grabando La hora del lobo, una canción superoscura, Manuel Area, que es el diseñador de muchos de mis discos, me pidió una canción para un proyecto de una marca de ropa que se llamaba El faro de lo imposible. Manu quería un tema con mucha luz y, aunque yo en ese momento estaba escribiendo de otra manera, hice mía la idea que me transmitió. Cuando haces una canción por encargo te las tienes que apañar, y la verdad es que salió bastante bien. El tema quedó metido en un cajón hasta que un día conocí a Pepe Curioni, del Colectivo Panamera y que toca el bajo con Manu Carrasco. Me comentó que le molaría producir una canción conmigo, vino a un concierto nuestro y yo le enseñé las posibilidades que teníamos. A Pepe le gustó El Faro y por eso es el single y el título del disco. Se dieron varias casualidades que se fueron alineando unas con otras, porque si no hubiera tenido ese encargo no habría salido este tema, y estoy muy contento con el resultado, la verdad.

-¿Hay algo que añores de épocas anteriores?
-Cuando empezamos, ganamos el concurso y editamos el disco, la gente iba a los conciertos a ver qué pasaba y a escuchar temas propios. Ahora en Asturias, la gente solo quiere versiones y no hay esa recepción o curiosidad por conocer qué tienes que aportarle al mundo. Echo de menos un poco de interés por parte del público en ver qué tienes que ofrecer como artista, porque al final los que estamos haciendo versiones en español tocamos más o menos las mismas. Antes ibas a los conciertos y había un silencio de la leche, incluso aunque fuera un concierto de Bar donde no hubiera que pagar entrada. Ahora en los vídeos de conciertos lo que hay es barullo detrás.
También se han dejado de vender discos, ya no se fabrican coches con CD y en estilos como el mío, el pop-rock, el vinilo no es tan estilístico. Así que echo de menos poder vender mis grabaciones, porque ahora las regalo ya que lo que te pagan las plataformas es una mierda.

-Con independencia de los resultados ¿el de la música es para ti un camino sin retorno?
-A lo mejor dentro de 10 años ves un post donde digo que lo dejo, pero no lo creo, porque la música me llena tanto que no puedo dejar de hacerla. Aunque no toque delante de la gente, aunque no haga giras, aunque no lo tenga que hacer para sobrevivir, seguiré tocando, grabando y componiendo, es parte de mi vida y siempre ha sido así. Además, una vez en esto, cada vez te vas complicando más y siempre hay retos personales, como tengo ahora el de mejorar con la guitarra y en las grabaciones. La música es una forma de vida y si estás en ella vocacionalmente, no tiene fin. Creo que hay que escoger una pasión, encontrarla e ir con ella hasta el final.

-En su momento escribiste Canciones salvavidas. ¿Siguen existiendo temas que funcionan como salvavidas?
-Sí. Además, cada vez hay más y más nuevas, y a mí me gusta explorar nuevos grupos. Para esto sí que viene muy bien usar Spotify, no como antes que tenías que buscar a quien escuchara esa música y que luego te dejase sus cintas. Hay un montón de canciones que me ponen los pelos de punta al escucharlas por primera vez, a mí esto me pasa cada poco, es una suerte muy grande.

Pablo Valdés en The Burlesque Club, Oviedo
Pablo Valdés en The Burlesque Club, Oviedo.

-¿Qué me dices de la capacidad de emocionarte en el escenario?
-Esa quizás es más jodida por el hecho de la liga en la que juego, que muchas veces son bares, chiringuitos de playas, sidrerías… y ahí no se dan las condiciones. En muchas ocasiones tienes que tocar versiones y resulta mucho más mecánico que interpretar tus temas en los que realmente sí pones el alma. Ahí se genera una energía bonita, pero estás en modo fiesta, no vives la misma emoción que cuando el público está en silencio recepcionando tus canciones.

-En las tuyas sí que aparecerán las mariposas en el estómago. ¿Experimentas un sentimiento de vulnerabilidad al estar exponiendo a ti mismo?
-Sí y estoy con los nervios previos, los que hay antes de salir porque vamos a hacer algo que realmente me importa y donde estoy dejando parte de mí. No me tiembla el pulso, pero casi, y es una sensación muy chula porque sabes que puedes tardar tres canciones en establecerte, pero luego llegas a un punto en el que ya estás dentro del concierto y todo va fluido.

-Háblame un poquitín de los temas de tu nuevo disco El Faro.
-Responder a esto puede ser lo más complicado porque la alineación titular la estoy cambiando. Me está gustando mucho la idea de no tener nada cerrado, porque así puedo ir hacia cualquier dirección. Creo que es el disco más ecléctico de todos y todavía está sin definir.
De hecho, en el punto en el que estoy ahora, me estoy planteando, -aparte de las canciones que voy a subir y regalar por Spotify- hacer un vinilo con una cara A eléctrica y con una cara B acústica. Sería una edición exclusiva para gente que quiera tener esto, con canciones que nada tienen que ver con las de las plataformas digitales. Eso es lo que pienso a día de hoy.

-Igual que fuiste a Madrid en febrero a presentar el disco, ¿tienes ahora algún proyecto que te haga especial ilusión?
-En este mes de abril hacemos unas sesiones de piano en un bar de Oviedo, el Burlesque. Son, los miércoles a las ocho de la tarde y se prolongarán durante cuatro semanas; iremos viendo qué acogida tenemos y cómo me encuentro, porque si es buena, podría alargarse en el mes de mayo. De momento es mi plan más inmediato. La idea es presentar con el piano los temas en los que estoy trabajando, y también presentar semillas de temas nuevos, en acústico y con guitarra, y con todo ello recuperar un poco la esencia de las canciones. Me acuerdo que cuando empecé, estuve en La Calleja La Cieja con la que era mi banda, The Crazy Lovers, haciendo esto cada jueves. Después hice lo mismo en El Corner, un local que había en la Plaza de América y en el que también había un piano.

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