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viernes 29, marzo 2024

Seamos cultos

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A la gente le gusta ir al cine. Lo dicen los cerca de dos millones de espectadores de la reciente Fiesta del Cine, tres días con entradas a 2,90 €. Lo dirán, previsiblemente, las cifras de participación del Festival Internacional de Cine de Xixón, que el año pasado movió a más de setenta mil espectadores en una semana.

 
De nuevo, las entradas a 3,50 €. Falta, quizás, trasladar esos buenos resultados puntuales a una tendencia que se mantenga todo el año, pero eso es otro tema. Lo que es indudable es que iniciativas como ésta no sólo funcionan: arrasan.
Además, a la gente le gusta ver teatro. Según los datos del Anuario de la Sociedad General de Autores de 2013, los teatros españoles han perdido funciones, espectadores y recaudación. Sin embargo, dentro de este mal panorama, Asturias se mantiene como una de las comunidades menos perjudicadas. Incluso, con menos público y representaciones, la recaudación ha subido ligeramente.
También nos gusta escuchar música en directo. Aunque baja el número de personas que han acudido a conciertos, hay casi novecientos mil espectadores al año, según los últimos datos conocidos. No está mal. Pop-rock, folk y jazz/blues/soul son los estilos que más mueven.
Y podemos seguir con las visitas a museos y exposiciones, las actividades infantiles (que se han disparado) o las fiestas populares (que, al fin y al cabo, también son cultura). El consumo cultural ha bajado, siguiendo la tónica general, pero no tanto como podría esperarse. Y todo esto con un IVA hostil, con el sambenito de gasto superfluo en tiempos de crisis y con la cultura como el patito feo de los presupuestos, tanto institucionales como domésticos. Es lógico: nadie puede censurar que se prive uno de ir al cine cuando cuesta pagar la factura de la luz o la cuenta en el súper. Pero también hay una tremenda oferta gratuita y promociones puntuales (clubes de cultura, descuentos por venta anticipada, día del espectador…) que bien pueden justificar la frase de «que el que no va, es porque no quiere».
Frente a lo que algunos nos quieren hacer creer, invertir en cultura no es tirar el dinero. Y, si no vale el argumento de alimentar el espíritu, alimentemos una industria que tiene mucho que decir en la economía estatal y regional. No seamos ignorantes, por favor. Seamos inteligentes: seamos cultos.

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