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viernes 19, abril 2024

Solidaridad

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Con una mezcla de indignación e impotencia, los ciudadanos asistimos cada día a las sesiones de los juicios por corrupción como si se tratara de una novela por entregas. Siempre hay alguna sorpresa que demuestra que la cosa es peor aún de lo que nos imaginábamos.
El dinero parece haberse convertido en la medida de todas las cosas, y eso también afecta al ser humano que ha pasado a ser una mercancía más, hasta el punto de aceptar la corrupción -compraventa de personas- como algo normal, algo inherente a un sistema ya establecido que además se avala cada cuatro años en las urnas.
Por contraposición, creemos que si algo bueno nos está dejando esta crisis es una gran demostración de solidaridad por parte de la ciudadanía. Donde no llegan los políticos lo hacen los ciudadanos con el ingrediente de la indignación incorporado, claro. La gente arrima el hombro, hace las cosas suyas y sobre todo actúa.
Antes, se hacían campañas de recogida de alimentos, ropa, libros, juguetes o material escolar para enviar a niños necesitados de África u otros países. Ahora no hace falta irse fuera, con solo mirar a nuestro entorno encontramos gente que necesita ayuda y también personas anónimas que la están prestando. La sociedad cada vez más está dando la talla, volcándose de manera solidaria con quienes lo necesitan. Se demuestra en las recogidas de comida organizadas por el Banco de Alimentos. Una cantidad que se supera cada año, al igual que lamentablemente aumenta el número de necesitados: solo en Asturias hay 22.450 personas pobres o en riesgo de pobreza y exclusión en estos momentos. Se ve en los cientos de voluntarios de todas las edades que de forma desinteresada colaboran con ONG o asociaciones de diferentes maneras. Pero también se vuelcan esas miles de personas anónimas, no vinculadas a ninguna organización, que ponen su granito de arena de manera sencilla, con un café caliente, una conversación, una ayuda económica, una compañía, una colaboración en un momento determinado, un plato de comida compartido…
Aunque pueda parecer que el egoísmo nos rodea, que la maldad campea a sus anchas, debemos reconocer que si la Humanidad ha llegado hasta aquí ha sido porque por encima de guerras y conflictos, siempre ha estado presente la solidaridad que de manera natural ha surgido en el género humano: ver al de al lado como una prolongación de nosotros mismos.
Recientes descubrimientos científicos aseguran que el hombre es altruista, cooperativo y social por naturaleza. Hay una parte del cerebro que responde con una sensación de placer y satisfacción cuando el individuo se entrega, colabora o establece lazos, aunque ello le pueda suponer un sacrificio. Es un componente esencial para su salud. En cambio, el comportamiento egoísta y no cooperativo es síntoma de disfunción mental y está asociado a la insatisfacción y la enfermedad.
Cuando preguntamos a algunos de estos héroes anónimos qué es lo que experimentan cuando se entregan a los demás, nos hablan de una forma de vida que les llena y por la que quieren apostar, de satisfacción al ver que se pueden cambiar cosas, de una manera de equilibrar la balanza de la injusticia, de sentirse mejores personas, de un cambio de valores donde uno deja de ser el centro, de sentirse parte de algo mayor o comprobar cómo además de ser contagiosa, la solidaridad puede servir para transformar este modelo de sociedad caduco.
Ellos, y muchos héroes anónimos con los que nos cruzamos cada día en la calle, ayudan a devolver la confianza en el ser humano, en su capacidad para salir adelante ante las adversidades y con ello sentar las bases de otra sociedad distinta y necesaria.
Brindamos por todos esos desconocidos que transmiten sueños de buena esperanza. Somos más. Feliz Navidad.

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