El pasado mes vino la Vuelta Ciclista a España, en dos etapas que tuvieron a Asturias como escenario. A los preciosos paisajes, habituales en este tipo de eventos, se sumó la expectación de saber que la subida a L’Angliru iba a ser definitiva para conocer al ganador de la carrera. Y no decepcionó, en una etapa épica y multitudinaria, que además hizo lucir más que nunca nuestro típico clima “asturiano”. En Fusión Asturias, L’Angliru nos toca la fibra sensible por cercanía, porque lo hemos visto florecer como recurso turístico y vemos a diario las muchas posibilidades que todavía tiene por mostrar.
Pero la noticia de este verano, que se presentaba desastroso, es el anuncio de que se cierra con unas cifras turísticas sorprendentemente buenas. El buen tiempo, que se hizo de rogar, por fin llegó, y a él se añade el reclamo de los precios bajos, que los hosteleros han tenido que ajustar para competir con otras zonas; queremos pensar también que tantos años invirtiendo en calidad y competitividad dan sus frutos. Habrá más factores, por supuesto, que se nos desvelarán en sesudos estudios dentro de unos meses, pero nosotros apostamos por uno, muy sencillo: usar -y valorar- lo que tenemos.
¿Quién iba a imaginar que una pista de montaña, que los paisanos de la zona usaban para llevar el ganado al puerto, iba a convertirse en un fenómeno del ciclismo internacional? ¿Cómo pensar que el turismo ornitológico puede atraer a investigadores y aficionados de diferentes partes del mundo? Pues eso es lo que está empezando a ocurrir en Castropol y, por extensión, en toda la ría del Eo, lugar de descanso y alimento de aves migratorias. Vienen también épocas de caza, y las asociaciones asturianas apuestan por convertirlo en un recurso para el turismo, con responsabilidad y conciencia ecológica.
Éstos son ejemplos que manejamos este mes pero, número tras número, vemos como en los diferentes concejos asturianos se ponen a funcionar proyectos originales, que usan recursos autóctonos y tiran, más que de presupuesto, de ingenio e implicación vecinal. Hablamos de turismo gastronómico, industrial, de recreaciones históricas, de fiestas populares, y un larguísimo etcétera. De naturaleza, por supuesto, pero también del paisanaje, que tiene mucho que decir en este tema. Es una grandísima ventaja disponer de tantos recursos, que pueden suponer un impulso económico nada desdeñable. De nosotros depende saber sacarles partido.