Desde Pravia a Marruecos, Australia o Rusia: Menéndez Granados se ha especializado en expediciones en bicicleta y en solitario por zonas de alta dificultad. Acaba de volver del Kilimanjaro y anda ocupado presentando el libro ‘Expedición Baikal, solo en el hielo’, una expedición por tierras siberianas que ha recibido el premio ‘Viaje del año 2010’ de la Sociedad Geográfica Española.
El Kilimanjaro: una meta pendiente.
Juan Menéndez Granados acaba de regresar de Tanzania, donde intentó subir el Kilimanjaro en bicicleta. La subida al techo de Africa en bicicleta es técnicamente posible, pero es una hazaña que nadie ha logrado repetir desde los años ochenta, cuando la normativa del Parque Nacional del Kilimanjaro se volvió más estricta, obligando a llevar guía y porteadores en cada expedición. Granados recorrió 800 kilómetros por tierras Masai hasta llegar a la base de la montaña, donde le esperaba un equipo de la TPA para documentar la aventura. Al final coronaron la montaña a pie, pero no en bicicleta, ya que en el último momento el gobierno tanzanés denegó un permiso que llevaba meses gestionándose.
-¿Cómo se desarrolló esta expedición en Africa?
-Era la primera vez que no iba en solitario, porque tres personas del programa Conexión Asturias de la TPA me acompañaron en la última parte de la expedición. Yo salí de la capital de Tanzania y me desplacé atravesando toda la estepa Masai hasta la base de Kilimanjaro. Ahí ya llegó el equipo de la TPA y subimos la montaña caminando para aclimatarnos y ver las posibles dificultades para la ascensión en bicicleta, que era el objetivo final. Y justo dos días antes de empezar esta última parte nos denegaron el permiso para hacerlo. Fue un golpe muy duro, porque una semana antes ya nos habían confirmado que estaba todo OK, pero tras intentarlo de todas las maneras posibles no pudo ser.
-¿Cómo se encaja quedarse tan cerca de la meta, más por un problema político y burocrático?
-Sinceramente, con un gran disgusto, porque llevaba muchos meses trabajando en este proyecto. Muchas veces te preparas física y psicológicamente para aguantar condiciones duras, estás muy pendiente del factor meteorológico o de tus propias fuerzas… pero no me esperaba que este factor burocrático, que además en Africa está muy presente, fuera lo que me impidiera terminar. Se me queda la espinita clavada, pero en la vida hay que asumir los contratiempos y lo que quiero es pasar página, ponerme a trabajar en nuevos proyectos, porque este revés no me ha quitado las ganas de seguir haciendo expediciones. En ese sentido yo tengo la conciencia muy tranquila, porque hice todo lo que se podía hacer, muchas veces en un tiempo récord. Es cierto que al final lo del Kilimanjaro no pudo ser, pero no olvidemos que se completaron dos de las tres partes de las que constaba la expedición. Y bueno, como me dijo uno de mis patrocinadores, de vez en cuando es bueno fallar para que la gente se dé cuenta de lo dificilísimos que son estos proyectos.
Lago Baikal: una meta concluída
No le gusta que le llamen aventurero, porque dice que lo suyo es deporte extremo. Aunque irse a recorrer desiertos, cordilleras o selvas sólo con su bici y los suministros a cuestas tiene que ser una aventura. Después de recorrer el lago Baikal y de intentar subir el Kilimanjaro, ya está pensando en nuevos proyectos.
-¿De dónde surge la idea de ir al lago Baikal?
-Esto surgió a raíz de una estancia en Escandinavia en invierno. Intenté pedalear por los lagos finlandeses pero tenían medio metro de nieve, y la bicicleta y la nieve no son buenos amigos. Así que empecé a cavilar en qué lugar del planeta podría encontrar las condiciones adecuadas para pedalear por hielo virgen. Llegué a la conclusión de que el lago Baikal era un buen lugar, porque hace mucho frío, pocas precipitaciones y se consigue un buen espesor de hielo. Además está muy sometido a los vientos, con lo cual la poca nieve que cae se limpia más o menos rápido, y hay muchas posibilidades de pedalear.
“La idea era atravesar el lago con total autonomía. Había tres o cuatro puntos en los que podía parar y avituallarme, pero quise cubrir la travesía sin parar en la orilla en ningún momento. Y aclaro que llevé un mensajero satélite que actuó como dispositivo de seguridad, pero también como juez de lo que estoy diciendo. Mi posición real se actualizaba cada diez minutos, y todo el mundo podía ver dónde estaba en mi página web”-Setecientos kilómetros de hielo en diecinueve días. ¿Cuáles fueron las mayores dificultades?
-Pedalear por hielo virgen, sin ningún tipo de carretera ni señalización, es complicado. El hielo no es tan plano y monótono como puede parecer: hay crestas de compresión que se levantan y que hay que atravesar, hay roturas internas del hielo… La mayor dificultad surgía al caer nieve, porque superado un número de centímetros ya no podía pedalear y tenía que empujar la bicicleta. Mis cálculos iniciales eran atravesar el lago en doce o catorce días, pero una nevada al principio depositó más nieve de lo previsto y me retrasó muchísimo: llevaba comida para quince días y la tuve que estirar a diecinueve. Esos cuatro días de diferencia se me hicieron eternos.
“Por un lado está el reto deportivo, pero no menos importante está la parte de conocimiento geográfico y de exploración: los paisajes, la fauna, las etnias, las culturas que suelen ser poco accesibles al mundo occidental.
Es cierto que esos lugares han sido explorados, pero no hay mucho conocimiento de ellos, así que desde mi modesta posición, con medios como mi página web, ofrezco a la gente que pueda seguirme y aprender conmigo” -¿Qué supone que Ramón Larramendi haya prologado el libro?
-Se lo propuse cuando estaba escribiendo el libro, y la verdad es que se sorprendió muchísimo con la iniciativa, porque él mejor que nadie sabe las dificultades que hay en el hielo. Ramón Larramendi es sin ninguna duda el mejor explorador polar español de todos los tiempos, así que tener su firma en mi libro es todo un honor.
“Vivo por y para la aventura, pero no vivo de la aventura, que es muy diferente. Tengo que trabajar, lo que me permite financiar parte de mis expediciones y seguir con este modo de vida, que es dificilísimo en lo económico pero también en lo social, porque es una profesión muy poco reconocida. Salir adelante es complicado, hay que estirar cada euro hasta límites insospechados y tener mucha pasión para seguir porque, a pesar de que tengo algunos patrocinadores, es una lucha constante” -¿Qué pretendía demostrar con esta expedición?
-No quería demostrar nada a nadie, en todo caso a mí mismo. Siendo realistas, en estas expediciones hay que tener un poco de ambición, pero de la buena. Por ejemplo, cuando un montañero sube un pico de siete mil metros normalmente el siguiente objetivo es subir uno de siete mil quinientos, o uno que tenga una vía más difícil… es la naturaleza del ser humano, siempre buscamos nuestros límites un poco más allá.
-Esta expedición ha recibido el premio “Viaje del año 2010” de la Sociedad Geográfica Española. ¿Qué ha significado este reconocimiento?
-Es el galardón más prestigioso de nuestro país en todo lo relacionado con aventura y exploración, así que es un reconocimiento muy importante. No voy a negar que me empuja para otros proyectos, y que tiene un peso muy significativo en mi curriculum, con sólo veintiocho años. Estas cosas cuentan, y mucho, a la hora de buscar patrocinios para sacar adelante otros proyectos.
Expedición Baikal, solo en el hielo
La aventura siberiana de Menéndez Granados se cuenta en este libro a base de fotografías y pequeños textos explicativos en castellano e inglés. Es un trabajo autoeditado que está funcionando bien en las librerías.
Fotos cedidas por J.M. Granados.
www.juanmenendezgranados.com