Uniendo fotografía y prosa poética, el pasado septiembre se publicó L’Alma Robada (Publicaciones Ámbitu), con textos de Pablo Texón. El autor ha pasado de ser una joven promesa a consolidarse como una voz propia dentro de la literatura en asturiano.
-¿Qué te inspiró a hacer “L’Alma Robada”?
-Fue una propuesta de la editorial, querían realizar una sección estival en el periódico Les Noticies, y pensaron que sería una buena idea publicar una fotografía con un comentario mío. A partir de ahí surge la idea de publicar ese trabajo como libro.
-El libro está compuesto por catorce imágenes con catorce textos poéticos. ¿Es la palabra una herramienta adecuada para mirar dentro de las imágenes?
-Bueno, por una parte el juego que se propone es el de comparar una imagen con aproximadamente mil palabras, para ver si el refrán es correcto. La luz que puedan aportar mis palabras es la de generar un contexto que explique la fotografía, sea cierto o no, yo aporto una explicación posible para esa imagen ajena, una foto sacada por otra persona.
-¿Por qué estos dos fotógrafos en concreto, Mario Rojas y Pablo Lorenzana?
-Son dos fotógrafos que sigo desde hace tiempo, que me parece que tienen mucha calidad en su trabajo y que consiguen aunar ética y estética de una manera muy armónica. Son fotos realmente bellas y que a la vez dan mucho juego a la hora de hacer un análisis más profundo.
“El juego que se propone es el de comparar una imagen con aproximadamente mil palabras, para ver si el refrán es correcto”
-¿Qué característica común tienen las imágenes escogidas?
-Son fotos que en su día no entraron dentro de los periódicos, no fueron adecuadas para la inmediatez de un diario pero sí están sacadas dentro del fragor de la noticia. Es interesante que no sea el fruto de un ejercicio consciente de hacer una foto artística, de buscar el arte por el arte, sino que siempre hubo un trasfondo detrás, que provocó que el fotógrafo estuviera en la calle y captara ese flash de belleza o de profundidad.
Otra característica es que estas fotos carecen de tiempo, no son un elemento narrativo sino estático, y eso siempre provoca una pausa interesante para reflexionar. Yo intento analizar como detrás de la acción principal que vivimos hay siempre un telón de fondo, pequeños detalles que se pueden escapar a primera vista. Esa búsqueda del trasfondo me parece interesante, tanto a la hora de escribir como a la hora de afrontar la vida.
-Tu obra poética te ha reportado premios como el Teodoro Cuesta. ¿En qué género literario te encuentras más cómodo?
-He tocado la poesía, la narrativa breve, también me gusta escribir letras de canciones… realmente no sabría decir qué faceta es la que más me atrae, pero lo cierto es que a la hora de escribir suelo tener un procedimiento bastante similar al poético o al lírico, que supone partir de una imagen. En el caso de este libro, esto es así de manera extraordinaria, ya que tienes una imagen observable por el resto del público, pero normalmente hay una imagen mental que me provoca levantar un edificio de palabras alrededor.
-¿Cómo fue la acogida del público tras la presentación del libro en Oviedo?
-Bueno, curiosamente la primera presentación fue en Vigo, porque conocí a un profesor de traducción de esa universidad que se interesó mucho por el tema. Presenté conjuntamente L’Alma Robada y Singularidá, que es mi libro anterior, y para ser en Galicia tuvo bastante éxito, la gente no tuvo problemas a la hora de entender lo que escribía. Y después la presentación aquí en Oviedo fue un éxito total, tanto en cifras de asistencia como de venta de libros.
-¿Qué va a ser lo próximo?
-Un trabajo a medias con el músico Alfredo González: yo escribo las letras y él hace las músicas de un nuevo disco. Después de esto saldrá una antología en asturiano de la poesía de Raymond Carver, a principios del próximo año.