El análisis de 1500 políticas climáticas mediante inteligencia artificial revela que solo 63 de ellas resultaron en una reducción significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero.
La sociedad moderna está cada vez más sensibilizada con la protección medioambiental y, por consiguiente, con la problemática del cambio climático. Esta tendencia se ha visto acentuada en los últimos tiempos debido a las reiteradas advertencias de un sector mayoritario de expertos que alertan sobre las posibles consecuencias de la no reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Esto hace, al margen de sensibilizar a más gente con la causa, que se tomen decisiones políticas para imponer, prohibir o limitar determinadas actividades que, según ellos, son perjudiciales. Pues bien, en un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista Science, se analizan muchas de estas medidas y se llega a la conclusión de que la inmensa mayoría, pese a obligar a la población a cambiar en la mayoría de los casos sus hábitos, no sirven para reducir las emisiones de una manera significativa.
Los investigadores, mayormente del Instituto para la Investigación del Impacto Climático de Potsdam (Alemania) y de la Universidad de Oxford (Reino Unido), utilizaron herramientas de aprendizaje automático (machine learning en inglés) para analizar aproximadamente 1500 políticas climáticas e identificar aquellas que redujeron drásticamente las emisiones de dióxido de carbono. El estudio descubrió que las medidas individuales y aisladas no son tan efectivas como aquellas políticas que combinan varias actuaciones conjuntas.
El análisis identificó solamente 63 medidas en 35 países que llevaron a reducciones significativas de las emisiones, reduciéndolas en un 19% en promedio.
El análisis identificó solamente 63 medidas en 35 países que llevaron a reducciones significativas de las emisiones, reduciéndolas en un 19% en promedio. Estas destacadas reducciones tuvieron lugar cuando se combinaban dos o más políticas al mismo tiempo. En conjunto, estas 63 políticas identificadas como importantes redujeron las emisiones entre 0.6 y 1.8 gigatoneladas (Gt) de CO₂ . Para poner esta cifra en contexto, podemos compararla con las 12.7 Gt de CO₂ emitidas por China en el año 2022 o las 4.8 Gt emitidas por Estados Unidos el mismo año. Esto viene a decir que, cogiendo la cifra más alta de reducción (1.8 Gt), es decir, los 35 países en conjunto lograron reducir alrededor de un 14% de lo emitido por China en un año o un 38% de lo emitido por Estados Unidos.
La conclusión de los autores del estudio es que usar la combinación adecuada de políticas es más importante y más útil que imponer muchas políticas de forma aislada. Un ejemplo exitoso fue la paulatina eliminación de las centrales eléctricas de carbón en el Reino Unido que funcionó porque se aplicó en conjunto con mecanismos de fijación de precios, como la instauración de un precio mínimo del carbón. Otro ejemplo de éxito de este tipo de políticas se dio en Noruega, donde la prohibición de los automóviles con motor de combustión fue eficaz al combinarse con una importante subvención para la compra de automóviles eléctricos.
Los resultados de este estudio fueron fruto del análisis de una base de datos de 1500 políticas climáticas implementadas entre el año 1998 y el 2022 en 41 países, incluidos los tres principales emisores de gases de efecto invernadero a nivel mundial: China, Estados Unidos e India. Las políticas se agruparon en 48 categorías diferentes abarcando medidas como el comercio de permisos de emisiones a reformas de subvenciones a los combustibles fósiles. Un enfoque novedoso que amplia de manera significativa evaluaciones anteriores centradas típicamente en conjuntos muy pequeños de políticas de países seleccionados y pasando por alto cientos de otras medidas.
Mediante el uso de la inteligencia artificial, en concreto del aprendizaje automático, y un método estadístico analítico, los investigadores fueron capaces de identificar reducciones significativas de emisiones en cuatro sectores en los que típicamente las emisiones son muy elevadas: construcción de edificios, generación de electricidad, industria y transporte. Al comparar los resultados con las políticas de la base de datos, pudieron analizar qué medidas y combinaciones condujeron a las mayores reducciones de emisiones. Este método de análisis puesto en práctica en este estudio es visto por el resto de la comunidad científica como un gran avance, sobre todo teniendo en cuenta que la forma convencional, que se basa en revisar la gran cantidad de políticas y seleccionar las importantes, es muy engorrosa, y se traduce normalmente en conclusiones subjetivas. Este método basado en el aprendizaje automático para detectar cambios importantes en las emisiones es más objetivo.
Mediante el uso de la inteligencia artificial, los investigadores fueron capaces de identificar reducciones significativas de emisiones en cuatro sectores en los que típicamente las emisiones son muy elevadas: construcción de edificios, generación de electricidad, industria y transporte.
Los resultados mostraron que ciertas políticas que creemos infalibles no lo son tanto, pues dependen de las circunstancias de cada territorio. Por ejemplo, si nos fijamos en las emisiones asociadas con la generación de electricidad, las intervenciones en los precios, con la subida de impuestos como máximo exponente, fueron particularmente efectivas en los países desarrollados con un PIB alto, pero menos en los países de ingresos bajos y medios.
La clave según los autores del estudio es combinar las políticas en su justa medida. Un claro ejemplo de la efectividad de estas combinaciones es el sector de la construcción, en el que las políticas combinadas destinadas a eliminar ciertas actividades que generan altas emisiones duplicaron las reducciones de las emisiones de la implementación de esas políticas individualmente. La única excepción fue la tributación, que fue la única política que logró reducciones de emisiones casi iguales o mayores como política independiente que combinada con otras.
Lo cierto es que este artículo ha causado un gran revuelo en la comunidad científica, ya que pone de manifiesto que las políticas climáticas de casi todos los países del mundo han tenido efectos muy limitados hasta ahora y, por lo tanto, deben reevaluarse y cambiar cuanto antes. Y todo esto en un contexto en el que se proyecta un aumento de las emisiones anuales en los próximos años. Según Naciones Unidas, se calcula que para el año 2030 se emitirán unos 15 Gt de CO₂ más de lo que inicialmente se calculó para mantener el calentamiento global a menos de 2°C por encima de los niveles preindustriales.
Para la población en general los resultados también son muy desalentadores. Después de años de políticas climáticas que han afectado la forma de vida de millones de personas prohibiendo multitud de actividades o dificultándolas en gran medida, nos damos cuenta de que los esfuerzos no han servido realmente mucho. Si lo que nos pueden ofrecer los políticos (ayudados por “asesores” de todo tipo) es que en los próximos años el 0.042 % (63 de 1500) de sus políticas climáticas van a tener éxito, la conclusión es que el cambio climático va a seguir su curso inalterable y la población pagará el precio (en todos los sentidos, económico y de reducción de calidad de vida) de unas medidas inútiles. Esperemos que estudios de este tipo hagan recapacitar a la clase política y ayuden a cambiar las cosas.