Los futbolistas mejor pagados del mundo vuelven para casa con el rabo entre las piernas; unos decían que porque deseaban asistir a la coronación de un rey con nombre de coñá, otros porque querían manifestarse por la República. Sea como fuere ya no hay distracción, la gente volverá a fijarse en las inexactitudes (fino, me queda) del Señor Montoro; ése tan famoso que es imitado por Mister Burns, de Los Simpson; capaz de afirmar, sin sonrojarse, que los sueldos están subiendo. No sé los de sus amigos, pero los de los míos aminoran; incluso el Instituto Nacional de Estadística, oficial, afirma que en 2013 se ha cobrado menos que el año anterior. Esperaban que Brasil lo mitigase, pero la cosa ya empezó con que se habló más de las protestas ciudadanas que de los prolegómenos del Mundial; no es de extrañar que algunas se den a la bebida o drogas peores, como el buen señor que apareció en un centro de salud brasileño declarando haber sido atropellado por un unicornio. El sanitario de urgencias tuvo a bien aclarar, para evitar costosas investigaciones, que «el mismo (el paciente, no el unicornio) manifestaba dilatación de pupilas».
¡A saber que le habrán dado en la cantina! Porque cuando uno lee las cartas se puede encontrar cosas sospechosas. Andaba Michela Lori, ciudadana de la noble Florencia, amiga de Sofía, con otras amistades de celebración nupcial por Oporto, cuando se encuentra con que el restaurante la amenaza con una relación de venenos. El buen mesonero ha querido hacer una carta plurilingüe para atraer clientes y a poco los espanta, por un quítame allá una letra; «poison», en francés, es «veneno», suele ser una broma entre principiantes; para decir «pescado» debería escribir «poisson». Claro que tampoco entraría la amiga Michela en el Bulevard de Roces, desde donde Albert Just me remite la foto del menú en el que anuncian «parrillada de cane«, es decir, en italiano perro. Antaño se hacían esta clase de bromas con lo barato que resultaban las parrillas, pero que la propia carta lo proclame es duro. Una letra.
También me va a resultar difícil llenar esta página, ilusionado como estaba en que los comentaristas deportivos me ayudaran con sus impagables crónicas. Pero los dioses del Olimpo balompédico han caído con estrépito; la afición, que expresa su idolatría hasta por las paredes (véase la foto) tendrá que encomendarse a otros becerros de oro. Nos recrearemos con los comentarios previos al desastre de la Armada invencible; el día anterior a que los muchachos de Van Gaal regalaran cinco hermosos golitos, cinco, a los de «la Roja», un periódico titulaba; «Holanda jugará a la defensiva» ¡Pues menos mal!, si llega a jugar al ataque… Nos perderemos el sutil verbo, por ejemplo, de José Antonio Camacho, que en sus tiempos de entrenador de Osasuna explicaba las profundas razones científicas de un empate a cero con el Real Madrid: «Si en el primer tiempo hubiéramos marcado un gol no habríamos acabado así» ¡Efectivamente!, quod erat demonstrandum. Aunque siempre nos quedará la astucia de los directivos; los del Real Oviedo nos regalan cada día ejemplos para un libro de lo que no debe hacer un general manager, la penúltima es que se traen a una figura mexicana para un banquillo que parece tener pinchos, y el buen hombre tiene que volverse a su país, porque la normativa en vigor no le permite entrenar en Segunda B. Ni sus leyes se saben.
¡Ah, el saber! Época de exámenes, días de nervios y, ¿por qué no?, de chistes. No voy a escribir sobre la Básica, porque mi buen amigo Barreal me zarandea virtualmente; hecho que no entiendo bien, porque yo creo que el humor también sirve para mejorar. Así que hablaré de la Universidad, que ya son mayores de edad y deberían saber defenderse solas. Quiere una casualidad del Destino que me encuentre con una conversación cibernética entre ilustres personalidades, muchas de ellas salidas de la Universidad de Oviedo, ahora en la diáspora, que intercambian pesares con colegas. Prueba de acceso a la Universidad, respuestas sobre la Generación del 27; ejemplo, análisis del texto guía: «la estructura de organización de texto se trata de una introducción, un desarrollo y una conclusión, en este caso que se saca como conclusión…» Ya metidos en materia: «Todo empezó en 1927…» «Los autores del 27 fueron al funeral de Góngora y decidieron escribir juntos…» En el desarrollo de la conversación sale la memoria histórica: «…recuerdo a un compañero (hoy político por cierto) que respondió alto y claro a la pregunta de qué era un triunvirato romano, que era el tenedor de madera de tres puntas típico con el que comían en la época y también con lo que luchaban los gladiadores…» . Lo de citar la profesión de político implica un poco de mala leche, la verdad; para que se vea que en todos los sitios cuecen habas, una de las tertuliantes señala otro gremio, curiosamente tildado entre nosotros de «letrado»: «Bueno, cuento una de abogados: un día le dicté a mi secretaria un escrito y en vez de poner ‘ante el Juzgado comparezco‘ puso ‘ante el Juzgado compadezco‘. Juro que no fue el corrector ortográfico, eh; en el fondo creo que tenía razón: es para compadecer al que vaya a un juzgado»
No es menos cierto que el alumnado ilustra a sus enseñantes: «Yo desde que corregí estos exámenes sé de buena tinta que la Guerra contra el Terror después del 11 S fue ordenada ¡por George Washington!» (Recuerdo: estamos hablando de nivel universitario) Un profesor declara su desánimo ante tanta estulticia, pero otra compañera le desaconseja entrar en esa dinámica, porque corrigiendo ha leído que «la depresión viene dada por diversos problemas que se acumulan hasta que el cerebro no puede más y intenta matarte«. Afirma que muchas veces estas respuestas tienen que ver con problemas de comprensión y de redacción; en ese asunto deberían ser especialistas los de Comunicación, pues así andan en la Universidad de Burgos: «¿Qué es saturación publicitaria?» «La que apabulla». Y la guinda, para que no se diga que no hay espíritu de observación: «¿Diferencia entre GAP y GRP?» Respuesta: «Una letra». Al fin y al cabo como los menús de Oporto y Roces, una simple letra.
