‘Espectacular’, me comentaba Vicente orales en su nota. Se trataba de la noticia del descubrimiento de un Da Vinci escondido en otro cuadro; la noticia, de agencia, fue copiada sin más por muchos periódicos. Decía así: Hombre tenía un dibujo de Da Vinci de 15 millones y no lo sabía. Jubilado llevó objetos a una casa de empeño y se dio con la sorpresa de que uno de ellos era un boceto del famoso pintor. Al principio pensó que era un dibujo de un artista florentino del siglo XV hasta que dio la vuelta al papel. En la parte posterior descubrió dos bocetos científicos y dos anotaciones en “escritura espectacular” (que se puede leer en un espejo), una técnica empleada frecuentemente por Da Vinci.
Ciertamente es espectacular encontrar de súbito una joya, pero no lo es menos que nadie se haya tomado la molestia de corregir el texto; esa redacción es más propia de países americanos, pero, más importante, las anotaciones que deben leerse a través de un espejo se llaman “especulares”. Cerca de la casa de Vicente, en Guimarán, subiendo hacia el Palacio, se puede ver un fenómeno que permite a nuestras lectoras y lectores un amplio juego de palabras espectacular/especular en sus diferentes acepciones: el Ayuntamiento de Carreño ha colocado un espejo para facilitar la circulación en un cruce, pero situado de tal manera que lo que se ve no es la carretera, sino el prado de enfrente. Vista bonita, pero poco práctica para el conductor. No menos inútil es la petición, en los bajos de un Alimerka en La Felguera, de no tocar un espejo que no existe.
Un espectáculo es el fútbol, más que un deporte; tanto que ya han llegado las apuestas y con ellas las trampas, que ya se hacían antes con el fin de no perder la categoría o para mantenerse en ella, como es el caso del Osasuna, encuestado por la Justicia ante la posibilidad de que haya comprado partidos. Hay un jugador, actualmente en el Oviedo, procesado. En el Sporting, ante la escasez de efectivo, se confiaba en más altas ayudas; para empezar tiene capellán; un asunto complicado, porque los fichajes se han internacionalizado, en los vestuarios ya hay tres o cuatro religiones verdaderas; el Granada alineó este mes un equipo que no repetía nacionalidad, ¿tendrán, a la vez de capellán, un imán, un pastor, un lama, un druida y un hechicero? ¡Pues menudo gasto, los pobres!
El caso es que el entrenador de los de Gijón estimó que en la caseta había demasiada gente extraña y dio instrucciones para que le dejasen trabajar en paz antes de los partidos. Ni utilleros, ni familiares, ni periodistas, ni novias, ni directivos, mientras da la última charla antes del partido. Ni curas, claro. Y se armó la de dios es cristo. Con muy bien criterio titulaba Antonio Rico “Extra homes”, o sea que cuando el Vaticano permita extraños en las deliberaciones del cónclave, podrá haberlos en los vestuarios.
Yo no entiendo de Teología y para colmo se me ha muerto Andrés, que empezó a estudiarla de mayor y se prestaba a ayudarme en mis dudas al respecto, así que me pregunto, consternado, cómo se gestiona eso del padrenuestro antes de salir al campo. Si fuera un campo de cultivo pasa, porque nada más se pide que germine el grano, asunto que no perjudica a nadie, antes al contrario, es bueno para las avecicas del Señor y las personas; ahora bien, en una competición deportiva se enfrentan dos banderas, me han dicho que, por ejemplo, el Zaragoza también tiene capellán, que asimismo reza con sus chicos. Si el Sporting se enfrentara a los maños por la Copa, el receptor de las plegarias, definido como infinitamente justo, ¿por quién debe decantarse? ¿Estudiará las alineaciones, tácticas y desempeños? Si ambos oran con igual fervor, ¿debería declararse combate nulo? Para mí es un lío, esto de la Mística; espero que a partir de la polémica lo den como asignatura optativa en los cursos de entrenadores.
Difícil profesión ésta, pendiente de los resultados. Casi tanto como la de traductor; no basta con tener conocimientos del idioma, sino también los específicos de una profesión. Ya que estamos con el balompié, me viene a la memoria la pobre Nieves, buena estudiante de alemán, que fue contratada en el Mundial 82 para interpretar a alemanes y austriacos; salió de la rueda de prensa llorando, porque aunque entendiera lo que decían, desconocía lo que era un fuera de juego.
Ha pasado la ceremonia de los Oscar con trasmisión en directo por la Cadena SER, con el traductor principal haciendo malabarismos para tenernos bien informados. Hablaremos luego de este chico, antes quiero subrayar que esta difusión me parece una moda desafortunada, un programa aburridísimo, salpimentado solamente por la metedura de pata de Faye Dunaway, dando la estatuilla a quien no era. Menos mal que esos del Lalalan fueron deportivos, porque si se agarran al tío Oscar y al “Santa Rita, Rita, Rita…” podría haber un conflicto que ríase usted de la Guerra de la Secesión. El día anterior se había anticipado a los errores un periódico asturiano que señalaba a las principales pelis favoritas en el capítulo de “Lengua no inglesa”. Pero nada tan divertido como la traducción con que el año pasado nos obsequiaron la cadena y el señor que citábamos antes: recordarán que uno de los premios recayó en la cinta de González Iñarritu, “El renacido”, en inglés The revenant; pues bien, en una de sus intervenciones se refirió al título de la peli como “El revenido”. Hombre, DiCaprio ya no es un yogurín, pero revenido, lo que se dice revenido…