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domingo 24, noviembre 2024

Gijón, ¿accesible?

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Llegué a Gijón provisto de una magnífica tendinitis en el Aquiles derecho, una lesión que te hace valorar la accesibilidad urbana. No la aprecias cuando estás ileso, cambia el asunto cuando uno debe andar escayolado, en muletas o peor, en silla de ruedas.

Si viajas a la mar desde el Caudal, línea Renfe Puente de los Fierros-Gijón, observarás que es difícil dar el paso entre el andén y el estribo del tren, solamente una puerta en toda la unidad tiene peldaño bajo. Si vas desde el Nalón ya sería una suerte que el antiguo Ferrocarril de Langreo llegue a la hora; puede que ni aparezca, tal es el estado de desastre en el mantenimiento que no hay unidades ni repuestos. La alianza de bus Autos Sama-Mariano es incapaz de absorber el pasaje en horas punta.

En la ciudad playa, agosto, los aparcamientos del centro se llenaban a las 11 de la mañana, por tanto, lo recomendable era el bus. Barato, con la tarjeta del Consorcio, 0’45€. Ahora bien, hay que fijarse, porque los indicativos tienen errores. La parada “Acuario”, sirve al propio establecimiento, a la Semana Negra en sus fechas y a los locales de ocio en torno a la playa de Poniente. Si haces caso a la pegatina de la parada de Begoña verás que allí te llevaría, por ejemplo, la línea 16. Ahora bien, la realidad es que han cambiado el trayecto, pero no el indicativo; toma el bus por Sanz Crespo y te deja en la Estación de trenes, a catorce minutos andando de donde prometía. Asunto harto desagradable si vas a la pata coja, no sé si me entiendes. La pobre conductora expresó su sorpresa, pero no tiene la culpa de la descoordinación informativa.

https://fusionasturias.com/opinion/firmas/el-rincon-de-teobaldo/gijon-accesible.htm Gijón, ¿accesible?

El paseo de Poniente tiene una nota advirtiendo de que “la senda termina en escaleras”; se agradece, un lesionado tendría dificultades. No es éste, de todos modos, el arenal más usual para los visitantes, sino el histórico de San Lorenzo, en cuyas escaleras se ve a diario el vecindario nadador de la ciudad, según sus usos y costumbres. La escalera 2 es la propia de las gentes de Cimavilla, después de que perdieran la posibilidad de bañarse en la dársena. Está frente a la antigua pescadería municipal, por lo que no es escalera, sino rampa, por la que antaño se arrastraban cajas de productos marinos desde las lanchas.
Desde siempre fue “la Rampla”, una denominación familiar que hermana lenguajes mineros y marineros. Un periodista entrevistaba a una de las nadadoras que diariamente acude a este rincón; ella le advierte que bajo ningún concepto use tal designación, “Es la Rampa; lo otro es hablar mal”. No pensaba hacerlo, pero esta actitud de menosprecio hacia el lenguaje popular me lleva a leer el artículo; el asunto está claro, es socia del elegante y muy lingüísticamente fino Real Club Astur de Regatas, una asociación de tal calidad que tiene para disfrute particular un trozo de costa de dominio público. Este uso exclusivo evita a sus selectos miembros llenarse de arena, y a nosotros escuchar que patean, -como en la ópera de Oviedo-, cuando el servicio de Salvamento informa en asturiano.

La 4 tampoco es escalera, es La Escalerona. Se juntan en torno a ella veteranas de otros barrios para un chapuzón diario con el que se regalan salud, hábito tan arraigado que recientemente ha sido protagonista de una campaña turística sobre la ciudad. Algunas tienen su edad, ya son usuales bastones de apoyo, son por ende los pasamanos ayuda que no adorno; no los precisan sin embargo los socorristas, jóvenes atletas, por lo que los tapan inadvertidamente con sus accesorios.

La Escalerona

Hora de comer. Dos señoras entradas en años manejan la silla de ruedas de una tercera; dificultades para entrar al restaurante, un peldaño alto les obstaculiza la maniobra, y luego resulta que sin reserva no tienen sitio. De quedarse habrían tenido otra dificultad supletoria, una docena de escalones para subir al aseo.

La calle Corrida también pertenece a los hosteleros en una tercera parte. En el espacio libre va uno paseando, salvando otros obstáculos como el de los colectivos que se preocupan de que el resto de los seres humanos podamos acceder en el reino de los cielos; primero en espíritu y luego, -garantizan, si cumples la letra pequeña-, también en cuerpo real. Al principio de la calle se vieron discípulos de Krishna imponiendo las manos al lado de la hamburguesería, puede que para mitigar el pecado de la carne. Después paseas sorteando al público que aplaude a la violinista, el titiritero argentino, el vendedor de la ONCE, la artesana del cuero y el de los gomeros; y sonrientes jóvenes de ong’s que reclaman una parte de tus ahorros para mejorar el mundo.

Se desemboca ante Jovellanos y junto al Mercado del Sur, que en su fachada sur muestra cómo las cadenas comerciales son más sensibles a los problemas de movilidad de su clientela, como muestra la foto. Para que no haya dudas se subtitula en inglés, que hay turistas, y en castellano se subraya de manera redundante: un acceso accesible.

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Un poco más al sur, en los jardines de la Plaza de Europa, al lado del Centro de Salud que cuida los cuerpos, una reunión semanal vela por las almas, rosario en ristre y a modo de telón de fondo una gran bandera nacional con virgen. Sus bancos son colindantes con los “sin techo”, pero no se mezclan, ¿quizá porque se trata de un camino de salvación exclusivo para españoles? Cosas tenedes, el Cid, que farán fablar las piedras.

Rosario Nacional

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