Langreo, 30 de junio. – En el día de ayer, sobre las 13’15, un destacamento del cuartel Cabo Noval procedió al arresto de Pedro el Apóstol a la salida de su residencia habitual en estas fechas, en la iglesia parroquial de La Felguera. El hecho fue presenciado por un nutrido grupo de personas que salía de misa de doce, algunas decenas de mujeres acompañaron al reo durante una parte del recorrido, como muestra de solidaridad.
Se desconocen las causas de la detención, aunque fuentes generalmente bien informadas apuntan a la posibilidad de que haya sido el desahucio ejecutado contra Eulalia de Mérida, antigua moradora del edificio parroquial. Si ese fuera el caso, seguramente habría prescrito el presunto delito, de acuerdo con la opinión de juristas expertos, debido al tiempo transcurrido.
La parroquia de Turiellos, pequeño núcleo antecedente de La Felguera siderúrgica estaba bajo el patrocinio de Santa Eulalia de Mérida hasta que a principios del siglo pasado fue perdiendo protagonismo en beneficio de otros seres de fábula. Primero, Pedro Duro y Benito, el empresario del hierro, importó sus aficiones a la Virgen de la Valvanera, riojana como él. La cosa no prosperó, sin embargo, algo más de diez años de su fallecimiento, un grupo de acólitos empezó a organizar las fiestas de San Pedro, como recuerdo de las conmemoraciones de su onomástica, que el propio patrón celebraba con pompa.
En el caso que nos ocupa, como era de prever, a las 72 horas no había causa para que Pedro pasara a disposición judicial, de modo que fue liberado sin cargos, como era preceptivo. Retornado a su empleo habitual, abrió de par en par las compuertas de los más altos y la lluvia anegó el Prau de Castandiello y alrededores, con lo que impidió que se celebrara por tercer año consecutivo la Jira campestre, sin duda el más importante acto social de las celebraciones patronales.
Justo castigo al exceso de militarismo en unas festividades familiares, porque no sólo mueven al Ejército de Tierra en exhibición de pechos de macho y malabarismos con escopeta, sino que trajeron a la banda de música del Ejército del Aire como epílogo del festivo central. Desgraciados ejemplos en estos tiempos que el armamentismo nos está poniendo contra las cuerdas, con otra guerra en territorio europeo.
Ya se sabe que, según cuenta la mitología cristiana, Pedro fue reprendido por su maestro, Jesús el Nazareno, cuando cortó una oreja a un romano en el Huerto de los Olivos. Gesto más bien de cara a la galería, ¡un pobre pescador de la Galilea contra el ejército imperial! Aunque no del todo inútil, porque sirvió para instituir una frase: “Quien a hierro mata…”
Militares en la procesión, militares dando el concierto del día grande, y vanagloria al golpismo militar en el porfolio de las fiestas. Una persona que bajo su nombre se identifica como socio 1048, escribe unas páginas con tema pretendidamente histórico; deja en el papel unas cuantas inexactitudes, y una frase estremecedora, que reproducimos.
Un respingo me sacude la columna vertebral al volver a leer semejante afirmación. Uno no es supersticioso, pero eleva los ojos al cielo y exclama: ¡San Pedro nos libre de liberadores tales!