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martes 8, octubre 2024

Porque no todo vale

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Hay quienes consideran que todo vale en la lucha por el poder, que se puede ascender caiga quien caiga, y buen ejemplo de ello son aquellos a los que no les importa perjudicar la estabilidad del sistema educativo si con ello pueden sacar algún rédito político, tal y como ha hecho en los últimos años el Partido Popular con el apoyo de una Jerarquía Católica cada vez más conservadora y radicalizada, alejada de la sociedad e involucrada con los intereses concretos de un partido político.
Educación para la Ciudadanía es una asignatura que desde muchos colectivos de la comunidad educativa veníamos reivindicando desde hace años para suplir la carencia de formación cívica en nuestras escuelas, contribuyendo a formar ciudadanos democráticos, libres e iguales. La formación como ciudadano de un niño no se debe restringir al ámbito de la familia, debe ser un compromiso de toda la sociedad, los niños no pueden ir a la escuela sólo a aprender matemáticas, física, inglés,… sino que han de formarse también en una serie de valores neutrales y universales. Los psicólogos, pedagogos y demás expertos, coinciden siempre en que la mejor forma de eliminar a largo plazo lacras de nuestra sociedad como la violencia machista, la xenofobia, la homofobia, o el consumo de drogas, entre otras, es educar a las personas desde niños en el respeto, la igualdad entre hombres y mujeres y entre todas las personas, los peligros del consumo de alcohol y drogas, etc.«Me alegro enormemente de que el Tribunal Supremo haya impuesto la cordura en un asunto básico, y lamento que a pesar del varapalo judicial algunos de los detractores de la asignatura pretendan ignorar la sentencia de la Justicia y ya hayan anunciado que no la acatarán.Lamentablemente el Partido Popular, principal partido de la oposición, desestima la opción de realizar una labor parlamentaria de crítica constructiva en pro de la sociedad española, y preso de sus sectores más radicales se ha dedicado a boicotear la implantación de esta asignatura desde su origen, no escatimando para ello tergiversaciones, manipulaciones y mentiras, apoyado siempre por los medios de comunicación más conservadores y por una Conferencia Episcopal que cada día parece más un apéndice del partido conservador. Llegando en esa cruzada a promover la objeción de conciencia, objetando(aunque en realidad lo que hacen es forzar a sus hijos a objetar) grupos minoritarios a que sus hijos sean educados en valores tan básicos como los Derechos Humanos, la igualdad entre hombres y mujeres, el respeto a todas las personas independientemente de su raza, orientación sexual o religión, para que sean niños que cuando crezcan no discriminen sino que integren a los diferentes, para hacer una sociedad más justa en la que nadie sea menospreciado, una asignatura que imparte también educación vial, hábitos de comportamiento ecológicos, y muchos otros temas tan fundamentales en la formación de nuestros niños que hacen incomprensibles estos métodos fruto de la utilización por parte del Partido Popular del «todo vale para desgastar al gobierno» ¿A caso están en contra de que se eduque a los niños para evitar la violencia contra las mujeres? ¿Y de la igualdad entre todas las personas? ¿Qué pasaría, por ejemplo, si los creacionistas objetasen y se negasen a dar clases de Ciencias Naturales en las que se imparten obviamente las teorías evolucionistas? ¿O los anarquistas quisieran impedir que sus hijos estudiasen en Ciencias Sociales los pilares de los sistemas políticos democráticos? La actitud de los sectores conservadores belicosos con la asignatura es un sinsentido más que acumulan en su ya larga lista con la perspectiva que da el paso de los años, opuestos siempre al cambio y al progreso, sectores que antaño no fueron partidarios de que las mujeres tuviesen derecho al voto, o no hace tanto se opusieron a la ley del divorcio, y para los que el transcurso del tiempo evidencia sus atropellos del pasado.
Así mismo, basta ver que cuando uno mantiene un debate público con los defensores de dicha objeción ellos mismos no son capaces de citar un párrafo de algún libro de Educación para la Ciudadanía en el que sustentar ese supuesto «adoctrinamiento» que denuncian, porque la mejor manera de formarse opinión sobre esta asignatura y no ser preso de las intoxicaciones con las que los conservadores pretenden confundir a padres y estudiantes, es ojear uno de los libros de texto para darse cuenta de la manipulación llevada a cabo.
Más asombroso es aún, que los mismos que intentan tumbar esta asignatura con falacias como que «pretende adoctrinar», sean los que exigían que la asignatura de religión católica fuese no solo obligatoria, sino también evaluable y computable a todos los efectos, es decir, no solo que se obligase a todos los niños a acudir a clases de religión católica fuese cual fuese su confesión o la de sus familias, sino que además de la nota que obtuviesen dependiese que pudiesen pasar de curso, obtener becas e incluso acceder a la universidad ¿Pero a que eso no es adoctrinar señores del PP y señores obispos? Basta ya de hipocresías, ya estamos cansados, hagan ustedes su labor, sus críticas, y expliquen sus planteamientos, para avanzar en la calidad del sistema educativo español, pero dejen de poner palos en las ruedas, porque no todo vale, y no subestimen la capacidad de análisis de los ciudadanos sobre sus burdas actuaciones para alcanzar el poder.
Me alegro enormemente de que el Tribunal Supremo haya puesto a cada uno en su sitio, imponiendo la cordura en un asunto básico, y lamento que a pesar del varapalo judicial algunos de los detractores de la asignatura pretendan ignorar la sentencia de la Justicia y ya hayan anunciado que no abnegarán. Esperemos que esta sea la última vez que se utilice la educación como arma arrojadiza en la lucha partidista, y lo que es más grave, que se altere la asistencia habitual de nuestros estudiantes a clase con los graves perjuicios que eso ha causado a los hijos de los objetores, y que parece no importarles con tal de menoscabar la acción del Gobierno, para fines torticeros que poco tienen que ver con la mejora de la enseñanza. Y que de una vez por todas nuestros políticos, desde sus diferencias, puedan ponerse a trabajar por la tan necesaria estabilidad en el sistema educativo y sea posible, por fin, un gran Pacto por la Educación, que desde la estabilidad permita a los legítimos gobiernos legislar para situar nuestro sistema educativo a la cabeza a nivel internacional de los índices de calidad. §

José Armas Montes. Presidente de Aula Joven y miembro de la Coordinadora Federal de la Federación de Asociaciones de Estudiantes de España. www.josearmas.es

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