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jueves 21, noviembre 2024

Prerrománico asturiano: El señor ministro nos vende humo

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Qué mérito tienen. Hablan y hablan durante horas sin escaparse de lugares comunes a los que llegar no tiene la menor trascendencia porque no hay compromiso inmediato. Qué gran virtud es poseer el arte de Demóstenes, la convicción de la oratoria, aunque el discurso sea vacuo, sin brillo, soso y sin chicha, además de incluir mentiras a medias desarrolladas y diseñadas a la medida de escuchantes que se dejan querer con el verbo que les camela, siempre que el ego de la mediocridad sea notorio, y les evite el tremendo esfuerzo de discurrir por su cuenta. Nada de «pienso, luego existo» porque está pasado de moda; cuánto mejor suena el actual «veo la televisión que me da la noticia masticada con mensaje subliminal incluido» y ¿saben por qué? La respuesta es sencilla: porque en este mundo cada vez está peor visto el pensar, eso hay que dejárselo a la minoría que, sin oposición por nuestra parte, dirige nuestro destino y así nos luce el pelo. Aunque, tan sólo para engañarnos a nosotros mismos, en el bar de la esquina o en petit comité, tratemos de justificar, mientras paladeamos un Rioja, nuestra desidia con livianas, nunca sesudas, críticas de los males que corroen a la nación, al mundo, la economía, el demonio y la carne. Eso sí, sin convicción ni mucho menos de modificar la conducta de un pueblo que cada día se parece más a un rebaño de merinas. Ya va siendo hora de que los perros que custodian la majada acudan aterrorizados al pastor para decirle que las ovejas han dejado de mirar para el televisor y están pensando.

Estamos gobernados por un hatajo de mediocres desde hace muchos años. Por ejemplo en esta última década: ¿a quién de ustedes le suena como ministro/a de cultura alguien que haya dejado la huella imborrable o el rastro de su buen hacer?

A qué viene todo este rollo, se estarán preguntando. Muy fácil, estamos gobernados por un hatajo de mediocres desde hace muchos años. Por ejemplo en esta última década: ¿a quién de ustedes le suena como ministro/a de cultura alguien que haya dejado la huella imborrable o el rastro de su buen hacer con hechos fehacientes en favor de la cultura cuando ostentó tal cargo? Mª Jesús San Segundo, Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo, Carmen Calvo, Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy, Pilar del Castillo… unos del PP otros del PSOE. Su trabajo, sin más, quedó sumido en la nebulosa del limbo con un suspenso colectivo.
Sin ir más lejos, el anterior ministro de cultura, César Antonio Molina, cuando recientemente visitó nuestra ciudad, volvió a ofrecernos (ojalá me equivoque) más de lo mismo para salvaguardar y situar en el lugar que le corresponde al patrimonio más importante que posee Asturias: las joyas del arte asturiano. No sé si ignora la realidad esperpéntica que sufren las iglesias del prerrománico asturiano porque le importa un bledo, o se rodea de asesores nefastos, lo que todavía es peor. Hace más de cuarenta años que, siendo alcalde de Oviedo Manuel Álvarez-Buylla, el inolvidable Joaquín Manzanares presentó, por mediación del concejal José Cueto Guisasola (otro ovetense de pro), en el ayuntamiento carbayón, el que sin duda fue el primer plan de recuperación y conservación de tal patrimonio sin que se llevase a la práctica. Desde aquella primera e inútil apelación se habrán hecho como cuatro, cinco o seis planes más de protección, sin que ninguno de ellos haya sido fructífero. No se rían, que es para llorar, porque ahora llega el señor ministro y nos cuenta que habrá nuevos planes y proyectos, con la creación de patronatos y comités, además de, qué gran ocurrencia, una especie de museo permanente del arte asturiano con biblioteca, archivo, talleres y dedicación especial, rutas de visitas y bla, bla bla.
Una vez más, y con todos los respetos, nos la quieren hincar de canto porque, dejémonos de historias para no dormir, lo que las Joyas del Prerrománico necesitan no es eso. Entre otras muchas acciones, hay que restaurar urgentemente San Miguel de Lillo eliminando las humedades que dañan paredes y pinturas. A la vista de su deterioro debe disminuirse el número de visitantes. Hay que respetar íntegramente su entorno en un radio más amplio que el actual. Terminar de una vez por todas con canteras, tendidos de alta tensión, eucaliptos, chamizos y demás basura que destruyen el paisaje cercano. Crear un servicio de atención continua que ponga coto a la proliferación de matorral y árboles por sus tejados y fachadas, y un servicio de vigilancia las 24 horas del día. Detener el proyecto de losa en las inmediaciones de San Julián de los Prados, no sea el demonio que, a causa de las excavaciones, se hunda, al igual que sucedió con las viviendas de Ventanielles. No olvidemos que esta iglesia se alza en terreno de alto riesgo.
Aquí se está vendiendo humo cuando lo que necesitan las iglesias del arte asturiano son hechos y no palabras. La historia y el mundo nos demandarán si permitimos la ruina de estas joyas arquitectónicas, Patrimonio de la Humanidad. §

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