Desde su casa en Espinaredo (Piloña), dos artesanos han introducido en Asturias la talla de asta o cuernos de animal.
Paula Esteban Joglar y José Manuel Canto son aficionados a la montaña. Piloña es zona de caza y durante el paseo es habitual encontrar cuernos de corzos y ciervos, especialmente en primavera. Así que poco a poco, por afición y curiosidad, se fueron haciendo con una cantidad bastante respetable de material. «Empezamos a cortarlos y a hacer llaveros y pequeños colgantes, para regalar a los amigos. Cosas básicas, porque al principio tampoco teníamos mucha técnica, pero con el tiempo empezamos a comercializarlas en pequeños mercadillos», explica Paula, que cuenta como además vendían miel, fabes, huevos caseros… En un momento determinado ambos se vieron en el paro, y lo que empezó como una forma de conseguir unos ingresos extra fue derivando en un trabajo en serio, hasta que hace aproximadamente diez años se convirtieron en profesionales de la artesanía.
Combinan distintos materiales: cuero, madera, y lo más novedoso, astas, un material con poca tradición en Asturias. En sus trabajos combinan distintos materiales: cuero, madera y, lo más novedoso, astas, un material que en Asturias no tiene demasiada tradición: «Yo conocía cosas como empuñaduras de cuchillo de asta, pero empecé a ver colgantes en alguna tienda de souvenirs después de que nosotros comenzáramos con ello». Con el tiempo fueron perfeccionando la técnica, haciéndose con las herramientas adecuadas y creando un catálogo de piezas propias: «Solemos hacer piezas pequeñas: colgantes con simbología celta, llaveros, algún tirachinas aprovechando la «uve» del asta, botones que usamos para otros trabajos… cosas que sean fáciles de transportar, aunque desde luego aceptamos encargos más grandes». Sus obras pueden verse y adquirirse en ferias de artesanía y mercados astures, y muy especialmente en el mercado ecológico y de artesanos que se celebra todos los meses en Gijón.