Su pasaporte habla por sí mismo del extenso e increíble mundo rodado que Elsi Rider tiene sobre sus espaldas. Su moto, con la que viaja en solitario, acumula miles de historias para contar, y ahora en el reto Cien pueblos, cien días nos muestra una España Vaciada que la ha enamorado y sorprendido a partes iguales.
Aunque su DNI indique otra cosa, la aventurera Elsi Rider nació el día que casi pierde la vida en un hospital por una negligencia médica. Ese fue el punto de partida de la mujer que a lomos de su moto se pone el mundo por montera y luego nos lo cuenta a su manera, con palabras e imágenes que salen del corazón y de una mente observadora.
Ha realizado viajes épicos por medio mundo y ha recorrido países a los que pocos se atreverían a ir en solitario. Tal vez la hazaña más conocida ha sido su viaje a La India en el que acometió 18.000 miles de kilómetros, partiendo y regresando desde su garaje en Asturias, como siempre le gusta hacer a ella. Fue la primera española en recorrer Irán en moto y la segunda mujer en el mundo. Y entre sus destinos están el continente africano, el Cáucaso o Asia Central, territorios en los que ha vivido todo tipo de experiencias. Porque a esta leonesa de cuna, con raíces gallegas y asentada en Asturias le gusta el mundo y sus gentes, aunque a veces conocerlos suponga asumir riesgos y sufrir alguna que otra penalidad.
El último reto de Elsi Rider ha sido el proyecto Cien pueblos, cien días con el que ha recorrido una parte de la España Vaciada con el objetivo de dar a conocer pueblos de nuestro país que sufren la lacra de LA DESPOBLACIÓN Y El abandono.
El último de sus retos ha sido el proyecto Cien pueblos, cien días con el que ha recorrido una parte de la España Vaciada con el objetivo de dar a conocer pueblos de nuestro país que sufren la lacra del olvido y el abandono. Con las estadísticas en la mano, su hoja de ruta apuntó hacia Castilla-León, la comunidad donde las cifras de despoblación son más preocupantes. Las provincias de León, Burgos y Palencia fueron su principal destino.
“No tenía ningún viaje a la vista porque estoy en fase ahorro para poder ir a Australia -explica la motera-, así que me propuse hacer un reto solidario para dar visibilidad a la España Vaciada. Me da mucha pena que no se conozca toda la riqueza cultural, gastronómica y arquitectónica que tenemos en España, parece que hay que irse muy lejos para encontrar lugares increíbles cuando los tenemos a poco más de cien kilómetros”.
“Me da mucha pena que no se conozca toda la riqueza cultural, gastronómica y arquitectónica que tenemos en España, parece que hay que irse muy lejos para encontrar lugares increíbles cuando los tenemos a poco más de cien kilómetros”
Podría pensarse que no es fácil sorprender a una mujer con tanto mundo y kilómetros en sus espaldas, pero nada más lejos de la realidad. Y aunque el espíritu abierto de Elsi es sobradamente conocido, la aventurera confiesa que este proyecto, a tan solo cien kilómetros de casa, le ha mostrado paisajes humanos y geográficos que nunca habría pensado encontrar. “Ya sabes que nunca juzgo, prefiero observar y escuchar -indica la viajera- pero me ha sorprendido muchísimo la gente. Al principio pasaba como cuando llego a alguna aldea de un país lejano, que la gente te mira con extrañeza, pero luego cuando me saco el casco y ven que soy una mujer ya tienen un poco más de confianza y se acercan a hablar conmigo y les cuento lo que estoy haciendo. Enseguida me hacen pasar a sus casas, me cuentan anécdotas de su vida y me invitan a un vino que muchas veces tengo que rechazar porque luego hay que seguir ruta”.
La geografía de la España Vaciada también ha dejado a la aventurera con la boca abierta en muchas ocasiones, pues confiesa haber visitado “sitios maravillosos” que en redes sociales causaron sensación. “Tengo imágenes de Las Lomas, un lugar de Palencia, que saqué desde lo alto de una torre que levantó un benefactor del pueblo. Las vistas allí eran increíbles, se veía todo el valle y como había muchos palomares y coincidió con la época de las amapolas en flor, la estampa se asemejaba a la de una pagoda japonesa, aunque en este caso la rodeasen otros elementos”. El paisaje tan inesperado causó confusión entre alguno de sus seguidores, “algunos llegaron a comentarme: qué bonito es Marruecos”. Pero no, era Castilla-León”.
El entusiasmo contagioso de Elsi a la hora de contar su experiencia te hace viajar a paisajes inimaginables en España, “yo que recorrí medio mundo, sé que cualquier viajero se pararía a hacer fotos y hablaría de estos lugares con entusiasmo. ¡Y los tenemos aquí al lado!”, añade la aventurera. Aunque su relato se acentúa aún más cuando rememora encuentros con los escasos vecinos de las aldeas, muchos de ellos gente mayor que no ahorraba detalles de sus vidas y que incluso le facilitaban las llaves de la iglesia del pueblo para que la viajera pudiera conocerla.
Entre las vivencias a recordar, la anécdota de cuando un fallo técnico en la moto ralentizó su regreso a Asturias, “entonces una persona fue rápidamente hasta su empacadora a buscar herramientas con las que poder arreglar la moto -explica-. Como siempre, en los viajes, lo mejor de todo es la gente”.
“A menudo las administraciones utilizan una doble vara de medir respecto a la España Vaciada, porque se podrían hacer muchas más cosas de las que se hacen”
Las conversaciones con los vecinos también han permitido a Elsi tener una visión más realista de la llamada España Vaciada, esa que llena la boca de muchos políticos y administraciones que “a menudo utilizan una doble vara de medir, porque se podrían hacer muchas más cosas de las que se hacen”. En opinión de la viajera, estas zonas del país están “vaciadas por la falta de oportunidades”.
La queja y el sentimiento de abandono estuvo presente en muchos de los encuentros con los pobladores que denunciaban que nadie se preocupa por ellos, que desde las administraciones se habla mucho, pero después no se hace nada. Y luego, cuando llega el verano, todo el mundo quiere ir al pueblo, porque buscan uno donde veranear. La falta de atención sanitaria en aldeas a las que no llegan los médicos y, en algunas ocasiones ni siquiera los panaderos, pone de manifiesto la dificultad para sobrevivir en algunos de los puntos más despoblados del país. “El problema es que la mayoría de los habitantes son personas mayores, ya no conducen y tienen que pedir ayuda a cercanos y familiares para conseguir estos servicios”.
“Yo recomiendo que vayan a estos pueblos, que consuman en los pocos bares que todavía quedan y que puedan hablar con la gente local, porque aprendes muchas cosas interesantes de ellos”
Curiosamente, la aventurera llama la atención sobre las dos clases de España Vaciada que ha ido encontrado en su viaje, porque “en algunos lugares, pueblos con cierto interés turístico, las administraciones consideran que merece la pena invertir económicamente, pero en muchos otros no, y son precisamente estos últimos los que más lo necesitan. Sé que no es fácil, pero no se puede decir que estén ayudando a toda la España Vaciada, hay una clase A y una clase B”.
Elsi, que realizó la ruta a veces hospedada en pequeños alojamientos rurales y otras en su tienda de campaña, reconoce que este ha sido unos de sus viajes más dulces. No tuvo que lidiar en esta ocasión con barrizales, desiertos abrasadores, conflictos sociales, burocracias farragosas o cualquiera de las muchas adversidades habituales que proliferan en algunos de sus viajes. Aún con todo, reconoce algún que otro bajón al contemplar lugares como Camposolillo, en Puebla de Lillo, “un pueblo totalmente abandonado, que en parte está inundado, o Las Muñecas, en Valderrueda, que con muy pocos vecinos, tenía una iglesia y unas casas muy bonitas. Daba mucha pena”.
Entre los lugares que le dejaron huella se encuentra también Torremormojón, en Palencia. Una importante colección de palomares, la mayoría en ruinas, denunciaba la urgente necesidad de conservación de un patrimonio arquitectónico propio. Otros, como Autilla del Pino, mostraban un mundo de contrastes ya que el lugar cuenta con un mirador, a su juicio, increíble desde el que poder contemplar el mar de campos de Castilla. “En otras zonas de España, habría largas colas para acceder a este mirador. Al lado del mismo, una escultura realizada por las mujeres del pueblo con motivo del Día de la Mujer recrea la figura de Frida Kahlo, aunque su estado de conservación no era precisamente bueno. ¿Cómo nadie va a visitar un sitio tan maravilloso como este?”, se pregunta Elsi.
Afortunadamente el proyecto Cien pueblos, cien días está obteniendo muy buena repercusión en redes sociales. “La gente ha ido siguiendo el reto y algunas stories llegaron a tener las mil visualizaciones -añade-. Todavía no he podido subir todo el contenido del viaje, pero en mi Instagram @reto_100en100 ya es posible conocer algunos de los pueblos y sus peculiaridades”.
“En otras zonas de España, habría largas colas para acceder a un mirador como el de aUTILLa del Pino. (…) ¿Cómo nadie va a visitar un sitio tan maravilloso como este?”
Con la idea de recoger fielmente lo observado en los cien días de itinerario, la autora creó un pasaporte para la ocasión en el que reflejaba su diario de ruta y muchas de las cosas que iba encontrando por el camino. La iniciativa ha trascendido de forma que “algunos de mis seguidores me han pedido el pasaporte y están visitando pueblos de la ruta, es algo muy bonito. Yo recomiendo que vayan a estos pueblos, que consuman en los pocos bares que todavía quedan y que puedan hablar con la gente local, porque aprendes muchas cosas interesantes de ellos”.
Como colofón a la conversación, esta asturiana de adopción cuenta una de las anécdotas que mejor reflejan las contradicciones que se conjugan dentro de la España Vaciada y que tuvo lugar en Puente Almuhey, una localidad de la provincia de León que no es precisamente de las más despobladas. Allí se dio una circunstancia curiosa. “En este lugar tienen, junto a una ermita, una piedra que hacía las veces de parlamento ancestral. Tenía labrados cuatro círculos, en el del centro se ponía la jarra de vino y en los otros tres los vasos de los líderes de las poblaciones colindantes, ya que se sentaban allí para llegar a pactos. Allí me encontré a un joven que al verme en el lugar se sorprendió y me preguntó si necesitaba ayuda, él no conocía la historia de la piedra. A menudo pasa que tenemos cosas sorprendentes a nuestro lado y no las conocemos ni valoramos. Por el contrario, estando en ese mismo lugar, otro hombre que se acercó me explicó que un día había venido una televisión japonesa a interesarse por esto y grabarlo”.
El relato de Elsi pone de manifiesto la cortedad de miras que a menudo se experimenta respecto a territorios cercanos, impidiendo que algunos de los tesoros nacionales no adquieran el reconocimiento de tales. En otras ocasiones -como añade la promotora del reto- es la visión externa la que pone de relieve “lo que nos estamos perdiendo. Como ocurrió en Riaño cuando National Geographic hizo un reportaje sobre los fiordos que allí hay, y ahora cuando vas sólo encuentras ingleses visitando la zona. Da rabia que tenga que venir gente de fuera para poner en valor nuestro patrimonio. Si nosotros no valoramos lo nuestro, difícilmente se le va a dar el valor que merece”.
A pesar de que Elsi finalizó el proyecto Cien pueblos, cien días es muy posible que podamos seguir conociendo otros puntos de nuestra geografía más despoblada, ya que dado el éxito de la misma, esta aventurera no descarta la posibilidad de ampliar esta iniciativa en otras comunidades.