Fran del Cid abandonó la ingeniería naval para encontrar un rumbo con el que sentirse más satisfecho. Y del mar pasó al bosque. En la reforestación colectiva encontró las respuestas que necesitaba y, gracias al trabajo de Bosquia, la startup asturiana de la que es fundador, ya hay 53.000 árboles más en el mundo.
Coge el teléfono desde cualquier parte de España, hoy Madrid, mañana Canarias o pasado la ciudad de Gijón, donde se encuentra la sede de Bosquia, la empresa que desde hace tres años se dedica a crear nuevos bosques por todo el territorio nacional y también en el extranjero. El avilesino Fran del Cid es el fundador y CEO de esta iniciativa que nació en el edificio Cristasa fruto de la necesidad de emprender.
A la pregunta de cuál es el origen de este proyecto empresarial, el asturiano contesta rápidamente: “Yo estudié ingeniería naval, tengo 30 años y trabajé dos en el puerto de El Musel en este sector, pero era algo que no me llenaba. Así que dejé el trabajo -la decisión más difícil que había tomado hasta aquel momento-, me compré una mochila, dos billetes de avión y me pasé dos años viajando por el mundo con lo que había ahorrado. Pasado ese tiempo alquilé un coworking en Cristasa porque quería montar mi propia empresa, aunque pasé meses frustrado sin saber qué hacer. En verano de 2017 se quemaron un montón de bosques en Galicia, tal fue la magnitud que hubo una mañana en la que casi no amanecía en Asturias del humo que llegaba; el ver los incendios me impulsó a hacer algo por el medio ambiente”.
Bosquia es una startup que colabora con empresas y Ayuntamientos para dar lugar a bosques corporativos.
La idea de reforestar zonas degradadas dio paso a la creación de Bosquia, la startup que colabora con empresas y Ayuntamientos -70 en territorio nacional- para dar lugar a bosques corporativos. La idea es sencilla: el equipo gijonés contacta con empresas, muchas de ellas multinacionales, que estén interesadas en patrocinar la plantación de árboles y el bosque resultante lleva su nombre. “En los comienzos, cuando todavía estaba yo solo en la empresa, el primer cliente que tuve fue Worten que contrató la plantación de 800 árboles en Málaga. Tenía que buscar la manera de hacerlo, así que conecté con una fundación local con experiencia en plantaciones para poder llevarlo a cabo”, explica Fran del Cid. Detrás llegaron muchas otras empresas que o bien por marketing o bien por responsabilidad medioambiental se apuntaron a la idea de la reforestación colectiva. Liberbank, Caja Rural, DSK, Naeco o Isastur son algunos de los nombres que ya han impulsado nuevos bosques. Y como la acción reforestadora de Bosquia no tiene fronteras, esta labor también se ha desarrollado en otros países como Francia, Marruecos o Portugal.
Con el paso del tiempo, la familia de Bosquia ha ido creciendo y ya son seis los que integran la empresa, aunque como apunta el socio fundador, “la cifra sube a diecisiete cuando hablamos de plantadores y gente de fundaciones que colaboran con nosotros”.
La mayor parte de los bosques se crean en tierras de titularidad pública, así que Bosquia establece acuerdos con las administraciones locales para poder llevarlos adelante, con la garantía de que las nuevas zonas forestales pervivirán en el tiempo. “Plantamos solo árboles autóctonos de cada lugar, por desgracia estamos viendo cómo se han ido expandiendo las especies alóctonas que producen más rápido, dan más rendimiento económico, pero degradan el terreno. Lo que nosotros hacemos con la ayuda de colectivos locales son bosques para quedarse, no tienen un fin maderero” añade este joven emprendedor.
La startup gijonesa se compromete a supervisar periódicamente cada zona arbolada y a reemplazar aquellos ejemplares que en el plazo de los dos primeros años no hayan podido sobrevivir, siempre y cuando la causa no sea la de incendio u otras catástrofes naturales. Por este motivo, viajar forma parte del estilo de vida de Fran y sus socios. El fundador de esta iniciativa no oculta su pasión por este trabajo, y aunque tiene otros proyectos empresariales no hay duda que Bosquia es la niña de sus ojos. “Lo más satisfactorio es ver cómo va creciendo el bosque según pasan los años. De todas formas, creemos que tan importante como su desarrollo es la mentalización que se lleva a cabo a través de estas acciones. Hacemos jornadas de Team Building con las empresas; a estas acciones voluntarias van familias con niños y estos plantan los árboles. Es muy gratificante e importante el concienciar a las nuevas generaciones porque ellos son los que tendrán que preservar la naturaleza”.
Bosquia también ofrece su ayuda a particulares que quieran contribuir con el aumento de superficie verde en el planeta, o bien realizar un regalo diferente.
Aunque la mayor parte de la actividad la desarrollan patrocinados por otras empresas, Bosquia también ofrece su ayuda a particulares que quieran contribuir con el aumento de superficie verde en el planeta, o bien realizar un regalo diferente. A través de la plataforma bosquia.es es posible apadrinar un árbol que estará geolocalizado, y recibir un certificado personalizado donde figuren todos los datos del mismo. “En redes sociales recibimos mensajes de gente que nos etiqueta, nos cuentan que han ido a visitar su árbol”, añade Fran.
De esta forma, también hacen posible el sueño de muchos que en su agenda tienen ‘plantar un árbol’.
Proyecto Tronco, el bosque asturiano
Como ocurre ahora con las buenas ideas, estas llegan a menudo a través de colaboraciones en red. Por eso, cuando Pablo Calvo Tuñón conoció lo que hacía Bosquia ofreció su ayuda para crear bosques a través del Proyecto T.R.O.N.C.O (Todos Reunidos Obtendremos Naturaleza Con Oxígeno). “Pablo fue quien nos contactó en una ocasión. Él se dedica a viajar por el mundo con su perrita Hippie y hace llamamientos en causas solidarias como rescate de perros, recopilación de alimentos infantiles… Quería colaborar con nosotros en la plantación de un bosque”, explica el emprendedor natural de Avilés y que ahora reside en Gijón.
El aventurero, que ha viajado en bicicleta por medio mundo, ofrecía a quienes se apuntasen a este proyecto una hora de consultoría gratis por internet. “Él es experto en marketing, redes sociales… y también tiene mucha experiencia en viajes, ahora mismo está en Georgia, -comenta el fundador de Bosquia-. Su llamamiento tuvo mucha difusión y vendimos un montón de árboles que están plantados en Corvera”.
“Gracias a esta iniciativa llevamos plantados alrededor de 115 árboles autóctonos. El bosque de Corvera está formado por castaños, cerezos silvestres, abedules, madroños, robles, encinas y algún nogal”
A través del proyecto TRONCO resulta muy fácil y económico apadrinar un árbol; con solo diez euros contribuyes a crear un bosque en un terreno visitable. “Gracias a esta iniciativa llevamos plantados alrededor de 115 árboles autóctonos. El bosque de Corvera está formado por castaños, cerezos silvestres, abedules, madroños, robles, encinas y algún nogal”, explica Fran.
Para concienciarnos de la importancia de esta acción, Pablo Calvo explica en su web (bikecanine.com) la cantidad de oxígeno que genera un kilómetro cuadrado de bosque al año: mil toneladas. También que una hectárea arbolada urbana produce al día el oxígeno que consumen seis personas y que un árbol de unos 20 años absorbe en un año el CO2 emitido por un vehículo que recorre de 10.000 a 20.000 kilómetros. Para él, la frase de Martin Luther King cobra sentido ahora más que nunca: “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo hoy todavía plantaría un árbol”.