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lunes 1, septiembre 2025

El Laberinto de Pela. Un espacio vivo de solidaridad

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En Celorio, Llanes, se encuentra el laberinto vegetal más grande de España. 25.000 metros cuadrados de laberinto construido con maíz que cada año cambia y se transforma porque es un espacio vivo. El creador del Laberinto de Pela es Roberto Llamedo, una iniciativa con un fin solidario.

Roberto Llamedo, creador del laberinto de Pela.
Roberto Llamedo, creador del Laberinto de Pela.

Roberto y Pelayo son amigos desde hace años. Han compartido mucho, pero, sin lugar a dudas, la experiencia que más está marcando sus vidas ha sido la llegada de una situación totalmente inesperada. Hace unos siete años a Pela -como cariñosamente lo llaman- le diagnosticaron ELA. La enfermedad avanzó y todas aquellas aventuras que llenaban sus días tuvieron que dejar de hacerlas. Fue entonces cuando a Roberto, que no sabe estar quieto ni un segundo, se le ocurrió una idea no sólo para motivar a su amigo, sino también para recaudar fondos que sirviesen de ayuda a las personas que se viesen afectadas por dicha enfermedad. Ahí comenzó otra aventura que no tiene que ver con coger olas, navegar, pescar o bucear pero sí con la solidaridad, la amistad y las ganas de querer hacer de este mundo un lugar mejor.

-¿Cómo se llega de la docencia en un instituto a la construcción de un laberinto solidario?
-De pequeño me diagnosticaron hiperactividad, duermo muy poco y mi cabeza siempre está funcionando. No era buen estudiante, tampoco sabía a qué dedicarme a nivel profesional aunque siempre me había gustado el deporte. Estuve entrenando a clubes de natación, bádminton, fútbol e hice un poco de todo a nivel de monitoraje. También estuve de socorrista varios años en Celorio y formé a gente de salvamento. Acabé estudiando INEF, hice una oposición y tuve la suerte de sacarla. Empecé a trabajar en Pola de Lena y durante ocho o diez años estuve a media jornada. En ese impás, monté una empresa de turismo activo; mis padres viven en Celorio, tienen unos apartamentos rurales y me di cuenta de que había una gran carencia en ese sentido porque la gente que quería hacer algún tipo de actividad se iba a otras zonas, pero la cosa acabó mal por culpa de un socio que tenía. Y como soy de los que no dan un paso atrás ni para coger impulso, tiré del carro todo lo que pude hasta que conseguí la plaza como funcionario. Monté otra empresa que es la que tengo ahora que se llama Llanes Gardens y estamos muy contentos porque somos como una familia.

«Quiero que el laberinto sea un apoyo moral importante para Pela y que sienta que nadie se olvida de él»

El laberinto de Pela en Celorio (Llanes)

-¿De dónde y cómo surge la idea?
-Soy amigo de Pela desde hace muchos años. Siempre hicimos deportes de aventura juntos. Buceábamos, hacíamos surf, navegábamos, rutas a caballo… Vivimos juntos en Canarias. A él le diagnosticaron la enfermedad hace unos siete años, justo cuando quebró mi primera empresa. Como ya te dije, mi filosofía siempre ha sido reponerme y tirar para adelante con todo.
Desde hace tiempo le daba vueltas a la idea de hacer un laberinto; tenía esa finca de unos 25.000 metros cuadrados que es mía y de la familia y pensé en las necesidades que tiene toda esta gente. Uní todas las cosas y decidí ponerlo en marcha y que el beneficio fuese en favor de los enfermos de ELA.

-¿Cómo encajó todo esto Pelayo?
-Al principio él lo llevaba en silencio. No se atrevía a hablar de ello hasta que ya se decidió y quiso hacerlo visible y exteriorizarlo. En ese punto se sumaron nuestras dos visiones con un objetivo común: hacer que todo el mundo se entere de lo que es esto. De ahí que el laberinto lleve su nombre. Quiero que sea un apoyo moral importante y que sienta que nadie se olvida de él. En el diseño, hemos puesto su nombre en mayúsculas y grande para que, cuando Google haga los barridos, se vea desde arriba. Las letras quedan perfectas porque el suelo es marrón y todo lo demás es verde. Esto es en honor a él. También lo hago por aportar mi granito de arena a la Asociación ELA Principado. No es que tengamos una recaudación altísima, pero todo ayuda. Por supuesto que las mayores aportaciones económicas deberían venir de las administraciones, que es lo que reclaman los afectados, pero lo cierto es que se ven en situaciones muy vulnerables.

«Es el laberinto más grande de España. Cada año partimos de cero y lo hacemos con un recorrido distinto, pero siempre con su nombre (Pela) colocado de manera diferente para que salga en distintas ubicaciones»

-¿Cómo se aprende a hacer un laberinto?
-Me fui informando poco a poco. Leí un libro en inglés de un chico que hacía laberintos, me gustó mucho el tema, empecé a seguir los pasos de él y, aunque el libro es muy chiquitín, está muy bien documentado. Empezamos sobre el 2021 y, salvo el año pasado, que tuvimos un problema con una plaga, con la climatología y no pudimos hacerlo, el resto del tiempo lo hemos mantenido. Es el laberinto más grande de España. Cada año partimos de cero y lo hacemos con un recorrido distinto, pero siempre con su nombre colocado de manera diferente para que salga en distintas ubicaciones.

-Al ser algo perecedero, ¿cómo es el proceso de creación cada año?
-Cuando llega la época empezamos a preparar el terreno y después se siembra heno o cebada para que el prao no esté parado y también vaya ganando propiedades, genere alimento y esté bien. Llegado el momento, lo adecuamos para que, cuando las condiciones climáticas lo permitan, podamos sembrar el maíz y se pueda ir haciendo el diseño de ese año. A partir de ahí, toca estar pendiente de todo porque te puede entrar una plaga -como nos pasó el año pasado- o llegan los jabalís y te lo destrozan. Al acabar la temporada, se corta el maíz y va para una ganadería. Lo mejor de todo esto es que, cada vez que vengas, te vas a encontrar algo diferente. Es un laberinto vivo.

El laberinto de Pela en Celorio (Llanes)

«Lo mejor de todo esto es que, cada vez que vengas, te vas a encontrar algo diferente. Es un laberinto vivo»

-¿Qué tiene que hacer la gente que quiera venir?
-En el terreno tenemos un pequeño bar que también da comidas y bebidas. Puedes aparcar muy fácilmente porque hay un parking. Allí mismo pagas la entrada y ya puedes entrar. El acceso es gratis para niños menores de seis años, de seis a doce son 3 € y de trece en adelante son 4 €. Muchas veces la gente me pregunta cuánto se tarda y nunca sé qué responder porque depende de tus habilidades. Hay gente que tarda quince minutos y otros hora y media. Por lo general, la media suele ser entre media hora y tres cuartos. También hacemos, normalmente los martes y los jueves, las noches del terror. Los críos del pueblo se disfrazan de zombis y se esconden entre el maíz para darle sustos a la gente.

-¿Cómo gestionáis la recaudación?
-Una parte es para la Asociación ELA Principado y otra para el mantenimiento del maizal. También destinamos una parte a la campaña “Comunícate con Pela”. Gracias a esto, pudo acceder a comunicarse con el exterior porque compramos un sistema a través de una pantalla que detecta los movimientos de sus ojos. Desde que lo tiene ha sido un cambio radical porque pudo empezar de nuevo a tener vida. Volvió a expresarse, aunque sea de otra manera, a decir cuándo le pasaba algo, si le dolía, si necesitaba alguna cosa… También acceder a Internet, ver la tele, poner música, al WhatsApp. Vivir encerrado en tu cuerpo debe de ser una situación claustrofóbica. Es durísimo solamente pensarlo.

«Una parte de lo recaudado con el laberinto es para la Asociación ELA Principado, otra para el mantenimiento del maizal y otra para la campaña “Comunícate con Pela”»

-¿Qué te motiva para mantener este proyecto todos los años?
-Mi motivación es ver que estás ayudando y que haces bien a una persona muy necesitada. Yo veo que cada vez que quedas con él, necesita un equipo humano de soporte que es brutal. Por eso, siempre que quiere vernos, hacemos lo imposible para ello porque para é, es media vida salir un rato de la habitación de su casa. Si nosotros, estando bien, perdemos la motivación por cualquier tontería, imagínate ellos.

-¿Qué implica para ti que el proyecto gire en torno a Pelayo?
-¡Es mi amigo! Tiene un hijo de la misma edad que el mío. Justo cuando le diagnosticaron la enfermedad los niños acababan de nacer y fue un drama horrible. Cuando fue la pandemia, me lo traje para la casa que tenemos en Llanes porque en mi cabeza no cabía que él se quedase solo en Oviedo encerrado en un piso de sesenta metros cuadrados. Nuestra casa tiene dos plantas y jardín, así que habilitamos la parte de arriba para que él pudiese estar cómodo y tener su intimidad. Son momentos en los que están muy vulnerables y es ahí cuando tienes que estar a su lado y darles todo el apoyo. Yo se lo digo constantemente a mis amigos: las acciones tienes que hacerlas en el momento, no dejar pasar tiempo. A lo mejor, mañana ya es tarde.

Roberto Llamedo y Pelayo con amigos y familiares.
Roberto Llamedo y Pelayo con amigos y familiares.

-En estos casos, ¿el tiempo siempre juega en contra?
-A partir de un momento los efectos de la enfermedad se iban notando en actividades cotidianas. Un día estábamos pescando y no pudo recoger el carrete. Otro día que salimos en bici, ya no tenía fuerza para frenar. Poco a poco vas viendo y notando el deterioro y, cada día, se vuelve más duro que el anterior. ¿Quién vive con eso? Para aguantar lo que te va a venir, hay que tener una capacidad de esfuerzo, de sacrificio enorme. Creo que tener una familia y un hijo te motiva sobremanera porque te proporciona un objetivo y una meta. Sin una motivación, ¿quién va a querer estar en una situación tan difícil que sabes que va a peor? De manera instintiva el ser humano siempre busca el bienestar, pero aquí sabes que no lo vas a encontrar nunca.

-¿Cuál debería ser la implicación real de las administraciones?
-Fíjate que mucha gente decide acabar con su vida para no ahogar a la familia a nivel económico y eso es tristísimo. Igual, para poder vivir dignamente un mes, un enfermo necesita entre 15 y 20 mil euros, y las ayudas que da el Principado, son de 15 mil euros al año. Aquí no bastan las buenas palabras. Para muchos, las ayudas llegan tardísimo porque suponen un montón de papeleos y, de hecho, todavía no le han llegado a nadie. Aprueban la ley, como estrategia política queda muy bien, se hacen la foto y ahí se para todo. No me gustaría que la realidad de toda esta gente cayese en el olvido. Hay que hablar de ello, dotar de recursos a las asociaciones y realizar acciones de este tipo para salir en los medios de comunicación. Que las administraciones se den cuenta de que las ayudas les tienen que llegar cuanto antes y tendrían que ser muchísimo más altas.

«Para poder vivir dignamente un mes, un enfermo necesita entre 15 y 20 mil euros, y las ayudas que da el Principado, son de 15 mil euros al año. Aquí no bastan las buenas palabras»

-¿Que te aporta a ti todo este proyecto?
-Siempre me educaron para contribuir en ayudar e intentar favorecer a todo el que lo necesitase. Tengo tres hijos y quiero que sepan que lo importante en esta vida son las buenas acciones. Independientemente de lo que escojan hacer en su vida, tienen que ser conscientes de que siempre se pueden hacer cosas por los demás. Yo doy clases de educación física en el Instituto de La Ería en Oviedo, e intento influenciar a los chavales en este sentido y que este mensaje cale en ellos. Cada vez lo veo más necesario porque se están perdiendo muchos valores y eso es terrible. Siempre pienso que si por ejemplo te gusta hacer deporte, hazlo, pero vincúlalo a una causa solidaria para que sume y pueda ayudar a otros.

-¿El ejemplo como la mejor herramienta didáctica?
-Muchas veces se lo digo a los chavales: “¿Vosotros sabéis lo que daría un enfermo de ELA por estar en vuestra situación?”. Conozco a cientos de personas que, si pudieran, irían al Naranco de rodillas con tal de salir de casa. Durante cuatro años entrené de manera altruista a un equipo de baloncesto en silla de ruedas y, con las diferentes discapacidades que tenían, los veías trabajar y eso sí que era un ejemplo constante. ¿Cómo nosotros, que no tenemos ningún problema, protestamos y no hacemos nada? Ponte a ello y haz algo, si de tu propuesta surgen una o dos más, imagínate la cadena que podemos crear entre todos.

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