De una vida rica en experiencias nace Diario de un Poemario. De ahí que la reciente publicación de Marino Martínez Baizán-Lobo apunte más a una confesión que a una recopilación de versos.
Afincado en Avilés, pero orgulloso de sus raíces alleranas, el escritor que parece haber vivido muchas vidas en una no entiende la existencia si no es través de la poesía. Su musa se esconde en el día a día, y cuando esta aparece sus palabras viajan propulsadas por la rima y la musicalidad de los poetas clásicos.
-¿Cómo nació la idea de publicar Diario de un Poemario?
-La idea surge al tener una recopilación de versos de los aconteceres que observo en la sociedad y en la vida cotidiana que voy viviendo. Tengo un pulso incontrolado en hacer versos de lo cotidiano, y esto me pasa desde que soy muy pequeño. Y en realidad tenía dos títulos previstos para el libro, uno era Poemario de diario, es decir de cosas que se te van ocurriendo todos los días y que vas plasmando en el papel y, el otro, Diario de un Poemario, que puede parecer lo mismo pero no lo es, porque es como si hicieras un diario pero en verso.
-¿Qué es lo primero que recuerdas haber escrito?
-Empecé haciendo prosa en 4º de EGB, nos mandaron hacer un cuento sobre un conejo que se llamaba Blanquito, y yo me puse a escribir, empecé a llenar y llenar páginas y llegó un momento en el que no podía parar. Siempre digo que hay alguien dentro de mí que escribe, que no soy yo, es alguien que me utiliza para escribir; aunque la escritora y directora de cine Ana López Martín -que prologó el libro- me dice que es al revés. Que esa persona que tengo dentro soy yo y que me escondo en la persona que está ahora hablando contigo, que es el disfraz. Esto me dio que pensar, pero sigo pensando que hay alguien dentro de mí que me utiliza para escribir.
-¿Y cómo crees que es ese alguien?
-¿Cómo me imagino a esa otra persona que vive dentro de mí? No la veo físicamente, simplemente ocurre que la mayoría de las veces me sale el poema del tirón, otra cosa es que luego recorte aquí o recorte allá, busque musicalidad o mida los versos. Y te voy a contar un secreto que no lo es tanto, y es que a veces los autores usamos esto como disculpa porque en realidad no es algo que ves o que te haya inspirado el vecino del tercero, sino que es una vivencia propia muy íntima que tú disfrazas, porque el autor tiene la licencia de hacerlo. Tenemos esos dos hándicap, uno que son cosas personales e íntimas de las cuales te estás confesando y otras cosas que ves.
“Tengo un pulso incontrolado en hacer versos de lo cotidiano, y esto me pasa desde que soy muy pequeño”
-¿Se podría decir que esa parte tuya que está dentro es la voz de la emoción, del corazón, y que luego surge otra voz racional que adecúa la métrica?
-Lo que sí es que es pura sensibilidad, porque tienes que ser muy sensible y sentir mucho las cosas para que las conviertas en palabras que intenten ser poesía. No creo que haya algo más grande, no concibo el mundo sin poesía, no existiría. Es el verdadero motor de la sociedad, aunque suene un poco cursi o estén muy manidas este tipo de afirmaciones, pero son ciertas.
-Dices que la poesía es el verdadero motor de la sociedad y aunque la mayoría de las personas no escriben poesía ¿sigue estando presente en sus vidas?
-Hay algo innato en todas las personas, algunas lo desarrollan y otras no, pero todas en su pensamiento o en algunas partes de su vida, sin saberlo, están haciendo poesía. Las canciones, por ejemplo, generalmente llegan más debido a su musicalidad y no creo que haya una persona en el mundo que escuchando una poesía o una canción no piense: esto me pasó a mí o ¿cómo no se me ha ocurrido esto a mí? Otra cosa es que haya logrado meter en ese puzzle esas palabras que consiguen esa musicalidad, esa rima, pero ese pensamiento sí existe en cada persona.
“La poesía es el verdadero motor de la sociedad, aunque suene un poco cursi o estén muy manidas este tipo de afirmaciones, pero son ciertas”
-Y luego hay que saber darle la forma y dejarlo marchar.
-Sí, porque en el momento en que escribes un poema y lo publicitas y pasa a que lo lea otra persona, en ese mismo momento deja de ser tuyo y ya pertenece a esa persona. Además, es como si el poema cobrase vida, porque le va a dar un entendimiento diferente y así toma vida propia.
-¿Cómo experimenta un autor el dejar volar a sus poemas? ¿Son como sus hijos?
-Sí, totalmente de acuerdo, en el momento en que tú haces un poema es como tu hijo. Yo tengo una hija y es exactamente igual, los hijos son de ellos mismos, no son de sus padres. Hay padres que cometen el error de creer que son de ellos propios, imagina un padre que fue futbolista frustrado y quiere que su hijo sea futbolista, eso no lo puedes hacer. Lo que tienes que hacer es enseñarle el camino y que él escoja lo que quiera hacer. Y esto es algo parecido, yo hago el poema, le enseño el camino y él sigue solo. Y a veces hace cosas que me gustan y otras que no, pero es que tiene vida propia. Simplemente hay que usar el sentido común, esa es la clave de todo.
-Aunque dicen que es el menos común de los sentidos…
-Por eso precisamente lo digo, porque si no sería inexplicable que a mí se me ocurran las cosas que se me ocurren y que luego transmito. Y es que uso el sentido común, que es el menos común de todos los sentidos. Diste con la clave.
“En el momento en que escribes un poema y lo publicitas y pasa a que lo lea otra persona, en ese mismo momento deja de ser tuyo y ya pertenece a esa persona”
-Esa voz, ese impulso interior de escribir ¿siempre ha estado orientado hacia la poesía?
-Hice algún relato corto, microrrelatos… pero lo que más me sale es poesía, aunque he hecho otras cosas como la letra de cuatro canciones, tres de ellas himnos dedicados a la Infantería de Marina y el cuarto el bolero Cómo se escribe un bolero que puedes encontrar en Spotify o en YouTube y que lo canta Luis Manuel (vocalista de la Orquesta The Latin Ensemble) con la música de Antonio Cortés Parejo. Ahora viene mucha gente de fuera, pero hubo un momento en el que quienes nos íbamos éramos nosotros. Y aunque soy de Moreda de Aller, estoy afincado en Avilés, de donde salían muchos barcos hacia el otro lado del charco. El bolero cuenta que una pareja se despide aquí y ella se va para Cuba. Y él vuelve cada día al lugar de la despedida, porque parecía que algo de ella aún estaba allí. Y mirando hacia el mar pensaba: ¿cómo podría juntar esas dos orillas para estar a su lado? Así nace este bolero.
La gente me dice que soy un hombre lleno de contrastes, porque tengo la sensibilidad de escribir un poema y sin embargo tuve la dureza y la rudeza necesarias para trabajar como minero en un pozo más de veinte años y haber estado en un grupo operativo de la Infantería de Marina.
-¿Cuándo decidiste publicar los poemas de tu vida?
-Yo escribí toda la vida, pero al principio me daba tanta vergüenza de mí mismo que lo rompía todo, el primer cuento en narrativa, las poesías…. Cuando compramos un ordenador para mi hija, empecé a meterme en Internet y a ver cosas de mi pueblo, Moreda de Aller, y también a hablar con gente de foros y llegó un momento en que a alguno le contestaba en verso, me salió así. Y uno de ellos me hizo un encargo porque se casaba un amigo suyo. A partir de ahí empecé a guardar algo de lo que escribía. Y una vez reunidos sesenta o setenta poemas es cuando selecciono y hago el libro.
“La gente me dice que soy un hombre lleno de contrastes, porque tengo la sensibilidad de escribir un poema y sin embargo tuve la dureza y la rudeza necesarias para trabajar como minero en un pozo más de veinte años”
-¿Qué nos vamos a encontrar en Diario de un Poemario?
-Si realmente tiene valor este libro es gracias a la portada que está hecha expresamente para el mismo por la pintora avilesina Pilar Prado. Y como deferencia, el primer poema, A tu exposición, se lo dedico a ella. Se titula así porque Pilar hizo una exposición sobre el pasado avilesino industrial, y según la vi se me ocurrió el poema, que además es acróstico. Como tal, cada verso tiene que empezar con una palabra que leída de arriba hacia abajo diga algo y si encima lo haces, por ejemplo, como este que es un soneto de pies cruzados tiene bastante dificultad.
Hay versos pandémicos hechos en base a lo que pasamos, también un soneto dedicado a una meretriz y algún mensaje oculto en un acróstico que igual sorprende a alguno y que yo sé a quién está dedicado. Seguramente se darán por aludidos más de los que debieran, pero yo de eso no voy a tener la culpa.
Hay poemas dedicados al amor, a Unamuno, a compañeros míos que se han muerto, también hay un guiño a Avilés y a alguna de su gente más ilustre. Hay algunos haikus y para demostrar que también sé hacerlo escribí un poema libre.
-¿Hay alguna recomendación especial a la hora de leer tu obra?
-Sí, que se lea un poema a la semana y a poder ser repetirlo varias veces, porque a diferencia de la sidra o la cerveza que puedes beber varias botellas al día, esto es como alcohol de 90º grados, vale más tomar un chupitín pequeño cada día. Te juro que no hay ninguna palabra puesta al tun tun, todas tienen su porqué y su contenido.
“El libro es un diario de vivencias. Es un poemario de la vida, por eso hago un guiño pequeñín a mi pueblo, Moreda de Aller, que siempre llevo dentro”
-¿La vida misma te nutre de inspiración?
-Sí, un día paseando por Avilés vi un paso de Semana Santa y de ahí nació un poema dedicado a la Semana Santa avilesina. Otro poema surgió porque haciendo el Camino de Santiago un compañero se empezó a encontrar mal y cuando llegó a su casa le diagnosticaron un cáncer. Se murió con la pena de no acabar el Camino, así que su hermano y yo hicimos su camino y en Santiago, a la puerta de la Catedral, le escribí cuatro palabras que titulé A Carlos. Por eso digo que es un diario de vivencias.
Es un poemario de la vida, por eso hago un guiño pequeñín a mi pueblo que siempre llevo dentro e incluso tengo un poema, Variación a los versos de un empezar, que recuerda cuando cumplí los quince años porque justo en esa época, en 1980, salía la canción del grupo Paraíso que hacía alusión a esa edad: Para ti. De aquella, había grupos asturianos muy famosos como Los Stukas, empezaban salir las máquinas de los marcianitos, fumabas para hacerte el mayor y empezabas a ir al cine y a conocer chicas. De aquello salió este poema.
Cumplimos los quince, con la canción de Paraíso,
matábamos marcianos, fumábamos sin permiso
el cine nos enseñaba a jugar con las manos.
La banda, mi pandilla,donde éramos hermanos.
-¿Qué tipo de emoción te impulsa a escribir más: la dureza, el amor, la pena…?
-No podría decirte que hay algo en concreto que me haga escribir, porque no sería cierto. Todo es tan efímero que lo mismo me inspira una mosca mientras hablo contigo que me viene de repente un recuerdo o me pasa alguna cosa extraña como me ocurrió en el castillo templario de Ponferrada. Allí, las paredes me hablaban y me decían que en ese lugar habían ocurrido muchas cosas y como los museos tienen libros en los que puedes expresar tu parecer, según salí escribí un pequeño poema sobre todo lo que me decían esas paredes. Les puse:
Hacer solo un comentario
de este castillo templario
que de forma afamada
siglos lleva en Ponferrada
y este es las gracias dar
porque me dejó escuchar
secretos que él encierra
de la paz y de la guerra
del odio y del amor
de lo malo y lo mejor
de religión y de ciencia
de riqueza e indigencia
de éxitos y expansión
de triunfos y traición
de lo divino y lo humano
de lo eficaz y lo vano
de tentación y deseo
de ser señor o tu reo
de ser rey o ser lacayo
de mil cosas que me callo
-¿La poesía encuentra algún tipo de fronteras?
-No tiene fronteras ni límites y si me apuras, diré que tienen un principio cuando las hace un autor, pero no tienen final, están para siempre. Tengo un poema dedicado a esto, Poesía eterna, a lo mejor dentro de doscientos años, alguien puede coger uno de mis libros y ver esa poesía.
-Cómo bien apunta Ana López Martín en el prólogo de tu libro al citar ‘Con las batallas ganadas al temor del aprendizaje’, está claro que no tienes miedo a aprender cosas nuevas. ¿Qué más te queda por aprender?
-He hecho muchas cosas, hice baile regional con el grupo Sabugo Tente Firme, me metí en un coro, el Coro Contracanto de Avilés en el que llevo más de trece años, también participé como actor de reparto en la película de Ana López Marín Los caballeros de Santiago.
Hice varias veces el Camino de Santiago y después fui a la radio en varias ocasiones para hablar de este tema porque me gustaba recopilar datos y me llamaban para colaborar. Fui bombero voluntario, monitor de Protección Civil, hice espeleología, estuve en un grupo operativo de Infantería Marina, como minero asturiano trabajé en el pozo San Jorge y en Santiago y, recientemente, ejercí de jefe de casting de una escena de la película Tras los pasos de la rubia platino, que aún no se estrenó.
Y sé que me voy a morir aprendiendo. Es quizás lo bueno que tiene la vida, que hasta el último día te puede enseñar algo. Yo siempre he querido hacer cosas.
“Sé que me voy a morir aprendiendo. Es quizás lo bueno que tiene la vida, que hasta el último día te puede enseñar algo. Yo siempre he querido hacer cosas”
-De tu paso por la radio hablando sobre el Camino de Santiago ¿qué tipo de información aportabas?
-Descubrí cosas interesantes como el Juego de la Oca, porque cuando juegas con amigos en realidad estás haciendo el Camino de Santiago y no te estás enterando, y un peregrino, cuando hace el Camino, también está jugando a la Oca y tampoco lo sabe. Ese camino existía mucho antes que el cristianismo, era un camino que habían hecho los celtas, los druidas que bajaban de Europa, sobre todo de Francia, e iban principalmente a lo que en aquella época se pensaba que era el fin de la Tierra, a Finisterre, a dar culto al dios Iris (de aquella se pensaba que la Tierra era plana). Después llegaron otras generaciones como la romana y donde había un templo celta ponían uno romano y cuando llegaron a Finisterre empezaron allí a hacer culto al dios Juno, el dios de las dos caras. Lo llamaban así porque como allí no había más tierra, luego tenías que dar la vuelta y de ahí el nombre. Y luego vienen los cristianos y hacen lo mismo, por eso debajo de iglesias en el Camino de Santiago hay templos romanos. Los cristianos son los que ‘inventan’ lo de Santiago y ahí entran los caballeros, entran los templarios que cuando van a tierras orientales descubren el disco de Phaistos e intentan hacer uno igual. En realidad, se trataba de un mapa encriptado que hablaba de los peligros del Camino, dónde podías estar bien, dónde mal, dónde te podían hacer preso, y llegó un momento en que el disco lo consiguen Los Medici y uno de ellos, Francisco I de Medici, se lo regala a un rey español, Felipe II. Y como el cortesano no sabe cómo explicarle ese mapa, lo hace como para niños, y ahí nace el Juego de la Oca.
-¿Y por qué el animal de la oca?
-La oca fue muy importante, los nobles tenían estas aves porque eran símbolo de sabiduría, y el peregrino -como estos nobles los dejaban dormir en las cuadras- cuando veían una oca sabían que iban a tener suerte, por eso en el Juego de la Oca vas de oca en oca y tiro porque me toca. Todo tiene su porqué. Otros dicen que en su día la oca volaba y que su recorrido de migración estacional coincidía con el Camino de Santiago, que también es el que marcan las estrellas de la Vía Láctea.
La oca está presente en muchos pueblos y lugares del Camino de Santiago (El Puerto de la Oca, los Montes de la Oca, etc.) Y yo, de hecho, entré en una iglesia en la que vi la imagen de Jesucristo clavada en una pata de la oca en vez de en una cruz, ¡como lo oyes!
Además, los canteros que realizaban trabajos arquitectónicos para los Templarios firmaban a menudo sus obras con la pata de una oca.
Volverás cuando el camino, te llame…
Gracias por tu opinión a mis maltrechos poemas.
Los poemas me han parecido geniales, y muy interesante lo que cuentas del Camino de Finisterre… yo justo acabo de volver de allí.
Marino, es un fenómeno
Un abrazo desde Cantabria
Mi amigo Marino es muy grande.
Un abrazo desde Cantabria
Marino, eres un verdadero artista. Abrazos «Er Bécquer»