Aunque cada vez quedan menos, en Asturias existen artesanos que mantienen con vida la historia sonora. Ángel Vega es uno de estos luthiers: de su taller salen verdaderas obras de arte que viajan por todo el mundo, para hacer llegar a todos los rincones las notas de una tradición que no se debería perder.
Angel Vega comenzó a elaborar instrumentos tradicionales, de manera autodidacta, hace más de veinte años. Su vinculación con el folklore asturiano le viene de familia: en sus recuerdos destaca especialmente su abuela cantando y bailando en las fiestas. A partir de ahí, hizo varios cursillos y realizó un intenso trabajo de campo visitando a los pocos artesanos que quedan, para acabar trabajando en su propio taller, Vezos y Costumes, en Gijón.
-De todos los instrumentos que han salido de su taller, ¿cuál es el más especial?
-Los que elaboré con más cariño son los que hice por encargo, aunque hay un rabel, que es de mi hija, al que le tengo una estima especial. Ahora mismo estoy haciendo una pandereta en castaño a dos colores, con latón, para una persona cercana que también es especial. Yo creo que si este trabajo lo tuviera que hacer comercialmente la gente no lo apreciaría mucho, aunque de todas formas tengo algún instrumento que hice para museos y una reproducción en colaboración con un estudioso de la música medieval. Con esas piezas son con las que me quedo porque las hago más pausadamente y con más tiempo.
-¿Qué parte de usted, como artesano y artista, va en cada instrumento?
-Una parte grande porque, entre otras cosas, estoy encantado del trabajo que tengo, me gusta estar en el taller horas y horas. En cuanto a la producción, si la supervivencia me lo permite, también me gusta ser detallista.
-¿Existe algún instrumento que sea su sello de identificación?
-En todo el norte de España y en más países me conocen por una tipología de pandereta que es la tradicional, la más clásica, no la que se usa en Navidad o la que usan los tunos. La confección es totalmente tradicional, pero con unos acabados mucho mejores que los que se hacían antaño.
-¿Qué dificultades se encuentra para conseguir materiales?
-En Asturias la madera es muy cara y a veces tengo que ir a Galicia porque el mercado se mueve más. En cuanto a las pieles, cada vez es más difícil conseguir la que a mí me gusta, porque tiene que ser un pergamino especial, envejecido, que tenga mucha dureza; si es de cabrita, mejor.
«En todo el norte de España y en más países me conocen por una tipología de pandereta que es la tradicional, la más clásica. La confección es totalmente tradicional, pero con unos acabados mucho mejores que los que se hacían antaño»
-¿Y a nivel burocrático?
-Mi mayor descontento es la poca ayuda que tienen los oficios tradicionales para poder vivir de ellos y poder mostrarlos. Yo ahora mismo tendría la categoría de maestro artesano pero no hay interés por parte de la administración para que salgan nuevos aprendices, gente que haga que no se pierda este oficio. A pesar de todo el auge que está teniendo la música tradicional, yo estuve detrás de crear un obrador de música tradicional hace mucho tiempo, pero no había facilidades. Como no es rentable no hay mucha gente que aprenda los oficios antiguos, y a nivel particular no puedes hacer nada, tienes que pertenecer a alguna asociación. Es una pena, pero dentro de diez años oficios como el de cestero, madreñero u otros se perderán.
-¿Es Navidad una época de más ventas?
-Yo tengo tres épocas de venta. La primera en septiembre, ya que en octubre empiezan a funcionar las escuelas de música tradicional, que encargan instrumentos para los alumnos. A principios de verano empiezan los grupos a salir y también encargan bastante material. Y la otra época es Navidad, cuando tienen más salida las panderetas o panderos con dibujos o tallas en madera. Son trabajos un poco más especializados y más elaborados.
-¿Qué le falta por conseguir como artesano?
-Bastantes cosas. Me interesaría meterme con instrumentos de cuerda pero la supervivencia no me deja porque cada instrumento lleva un proceso de preelaboración, y eso sólo se lo puede permitir alguien que tenga un sueldo y un apoyo detrás. Yo ahora mismo tengo que hacer lo que tengo entre manos, y esperar a que me toque la lotería para poder embarcarme en cosas más ambiciosas.