Enséñame a mirar
e inunda mis retinas
con tus nuevas luces.
Ven y sácale brillo
a este febrero mate
que me sopla fuerte
con su hoja fina
rasgándome la piel,
poniéndome en jaque,
invocando mi muerte
al disfrazar de miel
los esbozos de cruces
que con mi cuchillo
acostumbro a dibujar
donde el pulso me late
desde que no está él.
Enséñame a soñar
un final diferente,
un camino sencillo,
a no darme de bruces
con una sombra de hiel
que conduce a la ruina
a este cuerpo impaciente
desde que no está él.
Enséñame a olvidar
por qué me humillo
y empuja a mi suerte
a ganar el combate.