Viven en soledad
acechando inquietas el mundo,
con el deseo de unirse al entorno,
estirándose
para alcanzar la presa.
Eruditas o vulgares, audaces
o contenidas,
caminan juntas, se adueñan de los sentimientos
sin conocerlos.
Sigilosas, se enroscan en la lengua
calentando la sangre
dejando los posos de la amargura,
de la ira, derretida y espesa,
que emponzoña el aliento.
Y aún así, en su agua
quieta, buscamos el reflejo
de las más puras resonancias
cuando necesitamos,
hablar de amor.
Tejedores de Palabras. Publicado en la II Antología General de la Asociación Prometeo de Poesía
Madrid, 2005