Blanco de cal con sus flores
tiene la villa un rincón
con macetas de colores
canela, miel y limón.
Olores de canutillos
que saben a infancia y sol
recuerdos, siendo chiquillos
de domingos y charol
que en esta ciudad de acero
que mezcla barquillo y flor,
sorprende a cualquier viajero
haciéndole admirador,
de la ciudad de Avilés
donde el mejor barquillero
hizo un patio cordobés
en plena calle Rivero.
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(Este poema trata sobre la peculiar casa de Guillermo Pelayo, un famoso barquillero avilesino. Él es la cuarta y última generación de barquilleros artesanos que quedan en Asturias. En ella hacía sus barquillos (ahora él, anteriormente su padre) y parece un trozo de patio cordobés en medio de una calle de Avilés, la calle Rivero).
Para mi es bueno, felicidades al autor.
Muchísimas gracias.
[email protected]. Entre los miles que comentas los hay de buenos y malos, para mi este es bueno. Felicidades al autor.
De escuchar poema sonoros y escritos los reconozco entre entre miles.