Blanco de cal con sus flores
tiene la villa un rincón
con macetas de colores
canela, miel y limón.
Olores de canutillos
que saben a infancia y sol
recuerdos, siendo chiquillos
de domingos y charol
que en esta ciudad de acero
que mezcla barquillo y flor,
sorprende a cualquier viajero
haciéndole admirador,
de la ciudad de Avilés
donde el mejor barquillero
hizo un patio cordobés
en plena calle Rivero.
(Este poema trata sobre la peculiar casa de Guillermo Pelayo, un famoso barquillero avilesino. Él es la cuarta y última generación de barquilleros artesanos que quedan en Asturias. En ella hacía sus barquillos (ahora él, anteriormente su padre) y parece un trozo de patio cordobés en medio de una calle de Avilés, la calle Rivero).
Para mi es bueno, felicidades al autor.
Muchísimas gracias.
Miquellealp@outlook.com. Entre los miles que comentas los hay de buenos y malos, para mi este es bueno. Felicidades al autor.
De escuchar poema sonoros y escritos los reconozco entre entre miles.