En el año 2005 la comunidad asturiana fue la primera en establecer criterios de acreditación de la calidad. Desde entonces el sector de las residencias para la tercera edad ha ido creciendo y evolucionando en servicios con el objetivo de ofrecer salud y una segunda casa.
Los profesionales de la salud recomiendan que el anciano permanezca el mayor tiempo posible en su propio domicilio pero, en ocasiones, bien debido a circunstancias familiares que lo impidan o a situaciones de elevada dependencia, esto no es posible y se hace necesario acudir a un centro residencial. Afortunadamente, Asturias ofrece una elevada calidad en la atención residencial y goza de una merecida fama que se refleja en cualquiera de los foros nacionales que debatan sobre el tema. La comunidad fue pionera en establecer una acreditación de calidad para las residencias que certifican, entre otras cosas, una adecuada atención profesional. El Principado de Asturias ofrece actualmente 5.018 plazas residenciales, entre centros propios y puestos concertados, a las cuales hay que añadir las plazas de centros privados no sujetas a concierto. Aún así, la lista de espera en la región supera las 1200 personas y esto es debido a la evolución de nuestra pirámide de población. Según, Arsenio Alonso Collada, vicepresidente de ASCEGE, Asociación de Centros Geriátricos de Asturias «no es posible disminuir esta lista porque es un servicio cada vez más demandado y todas las predicciones demográficas apuntan a que la demanda seguirá creciendo hasta el año 2020 que se prevé que se estabilizará». La Asociación que representa Alonso Collada ofrece 2.300 plazas, de las cuales 1.300 son concertadas con el Principado y están distribuidas por varias localidades asturianas.
Asturias ofrece una elevada calidad en la atención residencial y goza de una merecida fama.
Durante los últimos años el concepto residencial ha ido experimentando una transformación para dejar atrás un modelo tradicional en favor de otro más completo, capaz de ofrecer más servicios integrales: fisioterapia, enfermería, animación social, trabajo social, etc. Incluso, algunas residencias no se conforman con una adecuada atención asistencial y equipamientos modernos, sino que complementan su oferta con servicios añadidos como hidromasajes, piscinas, solarium, cocina propia, etc. El objetivo principal es que los usuarios se sientan como en su propia casa, y para ello reciben una atención personalizada.
«A pesar de que el funcionamiento de las residencias en Asturias es magnífico nos queda un paso importante que dar -opina el vicepresidente de ASCEGE- y es apostar por una residencia socio-sanitaria, con servicios médicos cada vez más especializados. La tendencia es ir a centros con más alcance sanitario que social. Se trata de ofrecer servicios que los hospitales tampoco dan, como una planta de cuidados de ictus, una rehabilitadora de fracturas, o de cuidados paliativos». Actualmente ya hay centros que ofrecen servicios muy especializados y que permiten una rehabilitación continuada del paciente en un entorno más amable que el que ofrece un centro hospitalario.
En la medida que los centros residenciales adquieran cada vez más un carácter sanitario también podrá incrementarse el número de estancias temporales. El paciente podrá permanecer en el centro durante el tiempo necesario para su rehabilitación, consciente de que luego regresará a su domicilio. Este planteamiento es el que ya opera en países nórdicos como Suecia y Finlandia, en el que los establecimientos residenciales tienen principalmente una función rehabilitadora, a diferencia de los españoles que fundamentalmente están habilitados para acoger a personas con elevado grado de dependencia.