El Alzheimer, una dolencia que afecta en estos momentos a unos veinte mil asturianos, es una enfermedad que provoca conmoción en el entorno cuando entra en escena. Pero aprender a vivir esta etapa, aprovechar los beneficios de la detección precoz, contar con una buena supervisión, saber pedir colaboración, son facetas en las que nos pueden ayudar los profesionales y centros especializados.
Es una enfermedad degenerativa que afecta a las neuronas y a sus conexiones. Los primeros síntomas son la pérdida de memoria, deterioro de la vida afectiva y los cambios de carácter. Luego la enfermedad evoluciona y el paciente va perdiendo facultades intelectuales, motoras, sociales… así, hasta la desaparición total de la autonomía. Es una enfermedad dura con el enfermo pero también con la familia y seres queridos, que ven como la persona se va apagando poco a poco.
Los medicamentos descubiertos hasta el momento no curan pero sí consiguen retrasar los efectos, sobre todo si se aplican en un estadio precoz de la enfermedad. Y mientras las investigaciones y ensayos clínicos siguen su curso a la espera de encontrar la fórmula mágica que consiga poner freno a la enfermedad, los expertos insisten en la importancia de los cuidados y del trato que recibe el enfermo por parte de quienes se encargan de su bienestar. Abrazar mucho al paciente, aplicar sentido del humor y comprensión siempre que se pueda, quitar importancia a los fallos, son pequeños detalles que marcan la diferencia ante posibles complicaciones y dan más calidad de vida.
Se ha demostrado que los pacientes tratados desde el principio por manos especializadas, y con un contacto continuo con sus familias y seres queridos, realizan importantes progresos.
La mayoría de familiares desean tener los recursos físicos, psicológicos y económicos para mantener al paciente en casa y cuidarle el máximo tiempo posible, pero el deterioro físico y cognitivo que va sufriendo junto a las alteraciones de conducta fruto de la enfermedad, provocan situaciones difíciles para el cuidador y su familia. Juntos se enfrentan a una difícil decisión: ¿Puede continuar en casa o debemos ingresarle en una residencia? Muchas veces los hechos obligan a buscar ayuda externa.
«En comparación con otras Comunidades Autónomas, en Asturias existe una buena calidad asistencial, especialmente sensibilizada con las necesidades de las personas mayores dependientes. Es fruto de muchos años de trabajo, de acudir a congresos, de observar y comparar. Por lo general todas las residencias suelen contar con fisioterapeutas, psicólogos, personal de enfermería y animadores socioculturales (Técnicos superiores en Animación Sociocultural-TASOC): profesionales que garantizan la atención integral del paciente», opina María Teresa Rodríguez, presidenta de la Asociación Asturiana de Residencias de Tercera Edad, Ayuda a Domicilio y Centros de Día (AARTE). En efecto, en la región existe una amplia oferta de servicios profesionales que van desde la atención a domicilio hasta recursos más especializados: Centros de Día, residencias, servicios de orientación y asesoramiento a familiares del dependiente, etc.
Si no se desea plantear un traslado definitivo, una opción son los Centros de Día, donde el paciente recibe atención especializada fuera del domicilio y luego regresa a casa; también existe la posibilidad de contratar servicios a domicilio, con profesionales sanitarios trabajando por horas o a jornada completa en casa del paciente.
«En Asturias existe una buena calidad asistencial, especialmente sensibilizada con las necesidades de las personas mayores dependientes», asegura la presidenta de AARTE, María Teresa Rodríguez.
Como alternativa más integral está el traslado a una residencia. Son cada vez más numerosas las que disponen de instalaciones diseñadas especialmente para complementar y realizar progresos en el tratamiento del Alzheimer. «En el sector hay alguna residencia que me atrevería a calificar de excelente, incluso roza el lujo», apunta la presidenta de AARTE. La mayor parte cuenta ya con los últimos avances que garantizan los mejores cuidados: salas, gimnasios, talleres para realizar actividades, etc. Todos estos detalles son muy importantes porque se ha demostrado que los pacientes tratados desde el principio por manos especializadas, y con un contacto continuo con sus familias y seres queridos, realizan importantes progresos. En muchos casos responden a los tratamientos, se encuentran arropados y ganan en calidad de vida.
Estar al cuidado de un familiar enfermo de Alzheimer puede ser un trabajo de larga duración, para el que hay que estar preparado, ya que a medida que avanza la enfermedad la situación se va complicando. Es ahí donde estos centros y servicios especializados pueden ser de gran ayuda.
• Escuchar y poner atención en todo lo que hagamos. Muchos de los olvidos tienen su origen precisamente en no escuchar.
• Repetir mentalmente varias veces lo que queramos recordar.
• No memorizar grandes textos sino cosas sencillas. Aquí es importante practicar con la asociación de ideas
• Orden. Tener un sitio para cada cosa nos ayudará a localizarlas.
• Escribir a mano siempre que se pueda, hacer operaciones matemáticas sin calculadora, crucigramas, sudokus, jugar al parchís o al ajedrez, etc
• Leer en voz alta y hacer resúmenes.
Ergonomía, pensando en ellos
A pesar de que el 21,84% de la población asturiana supera los 65 años, los mayores se quejan de que las empresas piensan poco en ellos a la hora de diseñar sus productos y servicios. Sin embargo, se trata de un grupo de consumidores específicos con necesidades especiales.
La disminución de la fuerza y la flexibilidad de la columna se traducen en cambios posturales que se agudizan con la edad. La fuerza muscular de las extremidades se reduce, lo que provoca dificultad a la hora de mantenerse en pie. Las tareas manuales se hacen más lentas y, en algunos casos, el reuma o la artrosis hacen más difícil la autonomía personal. Esto genera la necesidad de diseñar y personalizar los productos que los mayores utilizan para adaptarlos a sus necesidades. Y también los espacios donde se mueven, para que se adecúen de manera natural y cómoda a las características de estos usuarios. Toda esta nueva filosofía de vida se puede resumir bajo un concepto: ergonomía. Un conjunto de conocimientos de carácter multidisciplinar aplicados a la adecuación de los productos, sistemas y entornos artificiales creados por el hombre, para adaptarlos a las necesidades, limitaciones y características de los usuarios. La ergonomía se ha convertido en la herramienta básica para unir a las personas con su entorno.
Desde ese punto de vista, pensar en el bienestar y autonomía de nuestros mayores abarca muchos campos: psicología, fisiología, antropometría y biodinámica, y para ello nada mejor que ponerse en manos de profesionales cualificados. En la actualidad existen empresas que ofrecen soluciones personalizadas, realizando un estudio previo, para mejorar las condiciones de vida y resolver las posibles dificultades de este sector de población, tanto en su domicilio o comunidad como en los centros geriátricos.
Existe un amplio catálogo de productos específicos creados para solucionar los problemas de movilidad y accesibilidad como sillas, subescaleras, plataformas, elevadores, camas articuladas, grúas, etc., o de prestación de servicios de eliminación de barreras arquitectónicas y adaptación de espacios -baño, cocina, dormitorio, acceso a la vivienda-, que incluyen las obras necesarias para crear un entorno confortable y práctico.
Nuestros mayores demandan espacios, servicios y productos pensados especialmente para ellos. La aplicación de los principios ergonómicos ayuda a promover su seguridad y potenciar sus capacidades.
Las residencias y Centros de Día deben aplicar los criterios de ergonomía en el diseño de sus espacios y han de recuperar exigentes controles de calidad, siendo muchos de ellos verdaderas referencias. Existe también en el mercado una amplia gama de productos relacionados con el aseo personal -aplicadores de cremas, elevadores de WC, sillas para ducha, lavacabezas-, con el descanso -camas articuladas, colchones especiales, fundas sanitarias, protectores, pijamas, sillones relax-, o la vida diaria -abrochabotones, calzadores, pinzas para coger objetos-, dirigidos a facilitar, en condiciones normales, la realización de las tareas más cotidianas e incrementar la autonomía personal.
Los mayores demandan espacios, servicios y productos pensados especialmente para ellos. La aplicación de los principios ergonómicos ayudará a promover su seguridad. Si la sociedad es sensible a esta realidad se incrementará su calidad de vida y su felicidad.
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