Ya no basta con visitar lugares bonitos. Las nuevas tendencias del turismo hablan de ver, por supuesto, pero también de tocar, sentir, hacer. Por eso, cada vez más empresas del sector elaboran propuestas que van un grado más allá del simple alojamiento, y animan a vivir los lugares en primera persona. Y en ese turismo de experiencias, Asturias tiene mucho que decir.
Es normal recorrer los lugares cámara al hombro o, por ser más precisos, móvil en mano. Todo el mundo quiere conseguir imágenes que capten la belleza de los lugares, y la esencia del momento. Las estampas son para recordar y, por qué no decirlo, para contarlo después a los amigos, al menos en redes sociales. Por eso las fotografías de las vacaciones son cada vez menos estáticas. De ahí el auge de los selfies, de colocarse uno mismo en el centro del encuadre para remarcar, sin lugar a dudas, el inevitable «yo estuve allí».
Y en esta presencia el visitante no quiere sentirse turista, sino mimetizarse con el entorno. Conocer a la gente y los giros del lenguaje, los usos y costumbres, las maneras de hacer y los lugares más visitados por los locales. Quiere zambullirse en la experiencia, aprovechando que empresas de turismo activo y cultural llevan años proponiendo actividades para ello. Y siempre hay novedades.
Una de ellas son los cofres de experiencias. Esta iniciativa lleva tiempo en las tiendas, y cuenta ya con su versión regional. «Un cofre de experiencias es un concepto de regalo diferente con el que se acierta seguro, porque en realidad estás regalando la libertad de que cada uno escoja lo que más le guste en el momento en que más le convenga», describe Oswaldo Fernández, gerente de Vivobox, una empresa que oferta cofres de experiencias únicamente asturianas. Quien recibe este regalo puede escoger entre diferentes opciones turísticas, de modo que es la persona quien se configura la experiencia a su medida, dentro de un tema predeterminado: belleza, salud, aventura, alojamientos, talleres…
En Asturias, donde el turismo de aventura es ya una tradición, las experiencias van desde el inexcusable descenso del Sella hasta una ruta de montaña con guía o un paseo en bici o caballo. Pero también visitar un lagar o una quesería, pasar la tarde en un spa, hacer un tratamiento de belleza, volar en avioneta o parapente… hay mucho por descubrir. «Nosotros creemos que la zona de occidente está muy poco aprovechada, para mí es la joya de Asturias porque tiene un montón de recursos: montaña, ríos, playa… cada vez hay más empresas que desarrollan su actividad allí», opina Fernández.
Todas estas posibilidades son un interesante recurso que todavía los propios asturianos tienen que descubrir. «Aunque hemos comprobado que hay un mercado fuera de la región, sobre todo Madrid, País Vasco y Cataluña, la primera fase de nuestra campaña se ha centrado en el cliente asturiano, básicamente porque somos los mejores embajadores de nuestra tierra», explican desde Vivobox. «Es una forma fácil de escaparse y sobre todo de conocer la cantidad de posibilidades que hay aquí, que hasta nosotros nos hemos quedado sorprendidos. De momento lo que más está triunfando son los paquetes de casonas asturianas y de aventura, que a la gente le encanta». El próximo paso es preparar un cofre de gastronomía, para poder regalar degustaciones en restaurantes de alto nivel.
¿Por qué tiene tanto éxito este planteamiento de turismo de experiencias? «Proporciona una evasión que es muy bienvenida, la gente quiere hacer cosas nuevas y liberarse del estrés. Y la aventura nos da ese ingrediente perfecto para salir de la rutina diaria. Además, aunque repitas una actividad siempre te va a pasar algo diferente» cree Fernández.
Por eso, a la hora de plantear una escapada o unas vacaciones más largas, la experiencia es siempre un regalo (o un auto-regalo) más que bienvenido. La diferencia para hacer de la estancia algo inolvidable.