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martes 19, marzo 2024

Tremañes (Gijón). La industria empuja

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Como ciudad tradicionalmente industrial, Gijón no renuncia a un patrimonio que es tanto cultural como financiero. Zonas como la antigua parroquia de Tremañes, que alberga hasta doce polígonos diferenciados, son fundamentales en el tejido económico del concejo. Bajo este paraguas se engloba una de las áreas industriales más grandes, con más movimiento y más posibilidades de desarrollo del concejo de Gijón.

Aunque alejada del centro urbano, la zona de Tremañes pertenece al municipio de Gijón. Se trata de un importantísimo eje industrial, beneficiado por las buenas comunicaciones, especialmente por la cercanía al puerto de El Musel. Los polígonos industriales marcan el urbanismo de una zona que incluye diferentes asentamientos: algunos núcleos residenciales destacables, casas aisladas, pequeñas praderas, y por supuesto fábricas y talleres, que es lo que más abunda. La convivencia entre todos estos usos no es sencilla, ya que los vecinos se quejan de la falta de prestaciones culturales y comerciales, que ceden terreno a los estrictamente empresariales e industriales. Por otro lado, los diferentes polígonos reivindican su independencia geográfica, y la necesidad de conseguir servicios específicos para trabajadores y empresarios, con especial énfasis en el transporte público.

Con una reciente e intensa industrialización, el espacio dedicado en Tremañes a fábricas y empresas productivas y de servicios supera el millón de metros cuadrados. La mayoría -no todos- son de promoción municipal, de modo que es el Ayuntamiento de Gijón el que se ocupa de los servicios y las cuestiones básicas de mantenimiento, tanto diarias como excepcionales. La coordinación administrativa con las diferentes entidades y asociaciones de empresarios es fundamental para un buen funcionamiento, ya que en varios casos son estas entidades las responsables de gestionar estos servicios y de trasladar las necesidades que vayan surgiendo. Es el caso, con diferentes matices, de los polígonos de Mora Garay y Balagón, Somonte y Bankunión.
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Mora Garay y Balagón

Son dos polígonos vecinos, aglutinados por una asociación de empresarios común. Además de una alta ocupación de empresas privadas, aquí se ubican varios equipamientos municipales, en forma de naves industriales de alquiler y un centro de servicios.

A un lado la autopista y al otro las vías de FEVE: el espacio de Mora Garay está perfectamente delimitado, y en 2011 tenía una ocupación del cien por cien. Lógicamente, con la situación general se han liberado algunas naves pero aún así el nivel de actividad es alto. Y siempre hay novedades. Ángel Breijo. Presidente de la Asociación de Empresarios Asembagal, arranca su balance de la situación con una queja clara: «Nos han quitado un espacio que teníamos cedido por el Ayuntamiento para actividades de la asociación. Se trata de un equipamiento que nos costó años conseguir, y en 2014 decidieron alquilárselo a una empresa, como si esto fuera a solucionar los problemas económicos del Ayuntamiento de Gijón». La Asociación cuenta ahora con una oficina para temas administrativos, pero ha tenido que renunciar al salón de actos, que se usaba para reuniones de la junta directiva y de los empresarios en general.
Por lo demás, el estado del polígono es bueno. Aún se notan los frutos de una remodelación total llevada a cabo en 2009, más limpiezas periódicas que lleva a cabo Asembagal.

Todos los esfuerzos son pocos para ayudar al movimiento económico. «Las empresas lo que queremos es trabajar, así de sencillo. Y en los polígonos han cerrado muchas naves, aunque afortunadamente parece que se empieza a ver un poco de movimiento. De todos modos, estamos a años luz de volver a los niveles previos a la crisis».

Otras reivindicaciones pendientes son la construcción del enlace con la Avenida de Portugal, y la mejora del transporte público. El autobús, denuncia Breijo, no cubre las necesidades de los trabajadores, y la eliminación de la estación de FEVE en el centro de Gijón ha influido negativamente en la conectividad con el resto de las ciudades asturianas. El coche, muchas veces compartido, ha pasado a ser la principal vía de entrada al polígono. Además, para la estación de tren se pide un apeadero por la parte del polígono, ya que ahora los trabajadores tienen que cruzar las vías a pie, asumiendo un importante riesgo. «El Ayuntamiento nos dice que se puede hacer, no implica un gran presupuesto, pero es necesaria la autorización de FEVE, y no sabemos en qué estado están las negociaciones. Desde la Asociación hemos hecho todos los trámites a los que tenemos acceso, pero ya no depende de nosotros».

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Somonte

Es uno de los núcleos industriales de más reciente creación en Tremañes, y tiene por lo tanto una estructura ordenada y un buen nivel de conservación. A pesar del descenso en la actividad, el trabajo diario se lleva con fluidez.

Polígono Industrial de Somonte
Foto: Fusión Asturias

En 2002, los empresarios demandaron al Ayuntamiento de Gijón la creación de un nuevo terreno para usos industriales, ya que el espacio disponible se quedaba pequeño. De ahí que se buscase esta zona en la parroquia rural de Cenero, que se adecuó ya con un ordenamiento moderno, habilitando zonas de aparcamiento, con calles amplias y señalizadas, acceso a los servicios básicos y transporte público en tren y autobús. De este modo, el polígono de Somonte no tiene los problemas de otras zonas más antiguas, que han tenido que hacer remodelaciones para modernizarse y solucionar problemas estructurales, muchas veces de base.

Aunque lógicamente la actividad empresarial se ha resentido con la crisis económica, sigue habiendo un movimiento reseñable, que requiere de labores periódicas de limpieza y mantenimiento, servicios que son competencia directa municipal. José Antonio Menéndez, Presidente de la Asociación de Empresarios, opina que la sintonía con el Ayuntamiento es correcta. «Siempre hay cosas que se podrían hacer mejor, pero entendemos que con la situación actual el Ayuntamiento hace lo que puede. El apoyo que nos prestan es total, y nos ayudan dentro de sus posibilidades, así que en este terreno no hay queja». Existe el proyecto de asfaltar la calle principal y reparar las arquetas de alcantarillado, pero de momento no ha sido posible por razones presupuestarias; también se aplaza la muy demandada mejora de los accesos por carretera, que requeriría una inversión fuerte. Por un lado, que éste sea año electoral ha ralentizado determinados proyectos; por el otro, la anunciada recuperación no termina de plasmarse con claridad. En este sentido, Menéndez es tajante: «Están cerrando empresas. La recuperación será para los mismos de siempre, pero los que estamos trabajando a pie de calle no la vemos».
A la espera de tiempos mejores, la actividad en Somonte se desarrolla con fluidez y sin grandes inconvenientes ni dificultades.

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Bankunión

Es una de las áreas industriales más veteranas de Tremañes, dividida en dos fases claramente diferenciadas. A pie de calle, la recuperación se nota en un discreto aumento del número de empresas que operan en esta zona.

Polígono Industrial de Bankunión
Foto: Fusión Asturias

Bankunión, Unión Industrial Bancaria, nació en Barcelona en 1963 al amparo de la legislación de la época, que protegía la creación de bancos industriales. A partir de ahí comenzó una etapa de expansión estatal, hasta tal punto que Bankunión llegó a ser el segundo banco industrial del país, después del Banco Urquijo. Su caso podría estudiarse como ejemplo de la evolución del sistema financiero español en los años setenta y ochenta, con la primera reforma a fondo de todo el sistema llevada a cabo desde el franquismo que derivó, en este caso, en la adquisición de la entidad por parte del Banco Hispano Americano.
La primera oficina de Bankunión se abrió en Asturias en 1965, en la gijonesa calle Álvarez Garaya. La conocida como «torre de Bankunión», junto a la iglesia de San José, es el edificio más alto de Gijón, y es uno de los puntos más reconocibles del horizonte urbano. En plena expansión de la entidad, en las mismas fechas se plantea la creación de una zona industrial, lindando con el barrio de La Calzada, que con el tiempo y tras la desaparición del banco promotor, pasa a ser recepcionada por el Ayuntamiento. La segunda fase, en cambio, continúa siendo de propiedad privada y se organiza gracias a una Comunidad de Propietarios y una Asociación de Empresarios. Ricardo Sánchez, administrador de esta Asociación, valora positivamente el estado general del polígono, y muy especialmente las últimas mejoras: «Nuestra mayor novedad es que en enero, gracias a una subvención del IDEPA, se cambió todo el alumbrado del polígono al sistema LED. Es una mejora que se ha notado mucho en el descenso del consumo, lo que supone un ahorro general para las cuentas del polígono». También el año pasado se puso en marcha una sede para la Asociación, con una subvención municipal. En este nuevo equipamiento se llevan a cabo las reuniones y juntas, además de diferentes actividades de formación.
Por lo demás, la actividad continúa con un pequeño repunte: «El número de empresas en el polígono está aumentando. No de una forma destacable, pero al menos no baja como en los últimos años. Se ve un atisbo de recuperación». El buen estado general de las infraestructuras del polígono, la existencia de sistemas de seguridad y la regularidad del transporte público contribuyen a potenciar este movimiento.

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