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lunes 25, noviembre 2024

Las claves de un éxito. Jorge Suárez. Consejero Delegado de IMPULSO

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Desde su sede en Llanera, Impulso Industrial Alternativo S.A. se mueve con naturalidad por la élite de los mercados internacionales. No en vano esta empresa de ingeniería, arquitectura y consultoría técnica es un ejemplo clásico de éxito en los foros especializados. Jorge Suárez es el Consejero Delegado de esta organización, que no sólo cuenta con buenos resultados económicos, sino que se enorgullece de poner el acento en las personas.

Internacionalización: el camino imprescindible

IMPULSO comenzó a abrir mercado internacional con un proyecto en Portugal en 2004. A partir de ahí se plantearon otros países, comenzando por Angola: hoy hay allí una oficina que da trabajo a más de treinta y cinco personas. De Angola a Guinea Ecuatorial, Costa de Marfil, Kenia, Perú, Nicaragua y Colombia, además de proyectos puntuales como la rehabilitación de la sede de Naciones Unidas en Ginebra, o un emisario submarino en Israel.
La expansión internacional ha sido clave para esta empresa, que ve cómo el trabajo en España escasea, pero en otros lugares se puede acceder a grandes contratos. «Es difícil, porque cuando las cosas van bien la gente tiende a exprimir lo que tiene, y sólo cuando van mal intenta buscar otras soluciones. Pero claro, muchas veces esas soluciones requieren financiación y recursos a los que ya no tienes acceso. Pero desde luego salir al exterior es de las pocas opciones que tenemos para seguir trabajando», explica Jorge Suárez.

impulso. Firma del PLANAGEO en Angola
Firma del PLANAGEO en Angola. / Foto: Impulso

Colaboración público-privada

El pasado octubre se firmó un contrato para investigar los recursos mineros de la República de Angola, país que prepara su Plan Nacional de Geología. Serán cinco años de trabajo consistente en cartografiar la zona sur del país y desarrollar toda la ingeniería correspondiente. IMPULSO se presentó al proceso de licitación internacional en UTE con el IGME (Instituto Geológico Minero Español) y con el Laboratorio Nacional de Energía e Geología (LNEG) de Portugal, en una colaboración entre organismos públicos de investigación y empresa privada casi inédita en nuestro país. Esa cooperación es otra de las claves para la salida al exterior, opina Jorge Suárez: «Es algo muy frecuente en otros países, pero en el nuestro es complicado, porque la legislación no está muy evolucionada en ese sentido, y enseguida empieza a haber preocupaciones al respecto. Y por supuesto que hay que regular, pero estas asociaciones tienen que darse, porque si no otros se llevan los trabajos. Para nosotros es el mayor contrato que hemos tenido hasta ahora, y para la administración es una de las primeras ocasiones en las que nuestros organismos de investigación tienen capacidad para financiarse con fondos extranjeros. Desde luego es un ejemplo de cómo una asociación de este tipo puede tener éxito en el exterior».

Innovación: tecnología propia

«Internacionalizarse requiere método, y una de las formas de conseguirlo es la famosa innovación. Hay que buscar productos, servicios o bienes diferenciales, porque el mundo es global y casi todo el mundo tiene de todo. Hay que saber identificar lo que falta y hacerlo lo antes posible». Como ejemplo, en IMPULSO están desarrollando una tecnología propia en el campo de la acuicultura, para construir piscifactorías en circuito cerrado, lo que elimina determinados problemas medioambientales y erradica parásitos como el anisakis. Las posibilidades de mercado son amplias, ya que permitiría cultivar determinadas especies que ahora mismo en Europa sólo se consiguen mediante importación.
Está nueva tecnología se está probando ya, gracias a un consorcio con las universidades de Valencia, Cantabria y Zaragoza, con el apoyo del CDTI. «A raíz de este trabajo estamos pensando en crear una nueva sociedad para vender todos esos productos. Esto es en cierto modo el objetivo de la innovación, ya que nuestro campo de trabajo es la investigación aplicada».

Actitud frente a la crisis

«Hay una parte muy mala de la crisis, que es la destrucción. Pero hay otra parte buena, que es que los que quedamos nos estamos haciendo más fuertes. A nosotros esta crisis nos ha cambiado como empresa, hemos aprendido que el modelo es otro». La internacionalización, afirma Suárez, requiere un gran esfuerzo por parte de las empresas, pero también un cambio de mentalidad en las personas: hace falta movilidad.
«Las características de nuestro trabajo hacen que muchas veces tengamos que desplazarnos al lugar del contrato. Y si hay que ir a Angola dos meses, pues se va. No hablamos de mandar a nadie a otro país tres años, que eso no se puede forzar y tiene un tratamiento especial; pero estas misiones cortas son imprescindibles. Y eso a la gente le cuesta, pero hay que asumir que el trabajo ya no es entrar a las nueve a trabajar y por la tarde ir a tomar algo. Todavía hoy nos vienen jóvenes a una entrevista de trabajo diciendo que quieren trabajar aquí, y deberían darse cuenta de algo muy evidente: el trabajo está fuera. Para nosotros esto es una dificultad importante».

El factor humano

Entre otros galardones, IMPULSO está en la lista de los mejores lugares para trabajar de España. «Queremos que nuestra gente esté a gusto, y eso muchas muchas veces no es cuestión de dinero. Los salarios son importantes, obviamente, y los nuestros están por encima de la media; pero hay muchas formas de conseguir que las personas estén mejor, y no todas influyen en el coste». Trabajar aquí tiene determinadas ventajas: la empresa tiene guardería propia que subvenciona a sus empleados, políticas de conciliación familiar, libre disposición de las vacaciones, horarios flexibles….
Dos veces al año se celebra una reunión donde se hace balance de la empresa y se escuchan las sugerencias de todo el mundo. «Para las personas es importante saber lo que sucede en las organizaciones para las que trabajan. Y al escuchar sus opiniones se genera un clima de trabajo que trasciende ese esquema antiguo del jefe inalcanzable que manda y los trabajadores que obedecen. A nosotros nos interesa formar a profesionales autónomos y con capacidad de decisión, no «robots» que cumplan órdenes pero no sepan afrontar un imprevisto».
Esto contribuye además a crear una plantilla estable. En IMPULSO la media de edad ronda los 35 años, pero la mayoría de los trabajadores tienen más de diez años de experiencia profesional. «Nosotros no tenemos rotación, y eso es importante porque si tú haces todo el trabajo de crear una estructura y formar a profesionales para enviarlos fuera, como esa persona no esté a gusto se va a ir en cuanto pueda. Y el mercado fuera está lleno de oportunidades. Así que hay mentalidades absurdas: voy a pagar un sueldo bajo a mis empleados con la esperanza ¿de qué? ¿de que no se enteren de que pago poco? La empresa que no entienda que depende de las personas está muerta».

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