Asturias posee una importante superficie de territorio ocupado por bosques. La riqueza visual que estos confieren al paisaje es indudable, como lo es su capacidad reguladora en el ciclo del agua y el clima. Pero además de reportar estos beneficios, el monte asturiano es una importantísima fuente de recursos apenas explotada que podría convertirse en un balón de oxígeno para el medio rural.
El 72% del territorio asturiano es superficie forestal, aproximadamente 764.597 Ha. de las cuales dos terceras parte corresponden a zonas arboladas. Las especies más abundantes son el castaño y el eucalipto, seguido por las hayas, distintos tipos de robles y encinas, y tras estos el abedul.
Las figuras de protección en el Principado de Asturias alcanzan a un tercio de su territorio, buena parte del cual corresponde a grandes masas arbóreas en las que destacan especialmente los hayedos, como Redes o Peloño, o robledales como Muniellos. El uso recreativo y cultural del monte crece en los últimos años, al mismo tiempo que el medio rural continúa con fuertes poblemas de despoblamiento.
Las cifras indican que Asturias es la cuarta comunidad española de producción forestal detrás de Galicia, Castilla y León y el País Vasco. Actualmente, el sector forestal asturiano proporciona unas rentas de más de 210 millones de euros, pero en opinión de las grandes asociaciones forestales que operan en Asturias esta cifra es mínima ante lo que podría llegar a ser. La realidad es que el estado de los bosques asturianos no es precisamente el adecuado. Tenemos mucha masa forestal pero no recibe los cuidados adecuados.
El sector forestal podría ser la solución al despoblamiento y a la falta de empleo en el medio rural. Todo lo que se lleva a cabo en un monte necesita mucha mano de obra, mientras que la inversión es pequeña.
La madera como materia prima permite la actividad de una gran cadena de empresas que trabajan en este sector y que incluye actividades tan diversas como repoblación, mantenimiento del bosque, prevención y extinción de incendios, y sigue con empresas de explotación forestal, aserraderos, fabricación de tableros y estructuras de madera, etc. La lista es larga y da empleo a cerca de 31.000 personas en la comunidad. La madera es el producto más visible pero la gestión forestal también incluye otras actividades productivas como los frutos, la caza, los pastos, o el uso de los espacios con fines recreativos y turísticos.
M. Alvaro Roza Vega, presidente de AESA (Asociación de Empresarios de Silvicultura de Asturias), colectivo que agrupa a once empresas del sector, es de la opinión que en la región tenemos mucho terreno desaprovechado “y lo que tenemos no lo cuidamos lo suficiente para poder sacar una producción como debe ser. En los países nórdicos el aprovechamiento de un pino puede ser cada 80 años, mientras que aquí en Asturias sería cada 30 años, así que podemos producir hasta tres veces más”.
El sector forestal podría ser la solución al despoblamiento y a la falta de empleo en el medio rural, ya que todo lo que se lleva a cabo en un monte necesita mucha mano de obra mientras que la inversión es pequeña. Roza considera que es uno de los sectores que más empleo podría crear. “Cualquier cosa que se haga en el monte o en el bosque es crear riqueza sin generar gasto, por lo tanto hay que tenerlo en cuenta. Es algo de lo que no es consciente la sociedad y eso a lo mejor es culpa nuestra porque no lo damos a conocer”.
A pesar de la importancia del sector en Asturias, la realidad es que el forestal es un campo bastante desconocido para el público en general. “El problema radica –opina Roza- en que no es rentable políticamente porque todo lo que se hace en este sector es a medio y largo plazo. Los pinares que se ven ahora están ahí porque hace 15 años alguien limpió y repobló el monte”
Es más, incluso en ocasiones prevalece la imagen de los taladores de bosques por encima de otra más amable, la de un sector preocupado por el monte, y por la gestión sostenible del mismo.
La crisis también ha llegado a este sector, que ve cómo el precio final de la madera es muy bajo, mientras aumenta el precio de los carburantes y por tanto el del transporte. “La industria de la madera dice que hay poca calidad en Asturias, y que por eso traen madera de fuera. Y puede ser debido a que los trabajos de selvicultura que se hacen quizá no sean los más adecuados porque el precio final de la madera está muy bajo. En estos momentos hay muy poca demanda, el sector del mueble está bajo mínimos y en la construcción tampoco se consume madera. Prácticamente todo lo que se hace es para ENCE, la planta de celulosa de Navia”. David de Pedro Palomar, es el presidente de APF (Asociación de Propietarios Forestales del Principado de Asturias) un colectivo que agrupa alrededor de 400 socios y que se formó tras la fusión hace dos años y medio de otros tres colectivos: El Bosque, APROFOAS Y ASTURBOSQUE.
Actualmente la comunidad europea está apostando fuertemente por la biomasa como fuente energética: es limpia, su gestión puede ser sostenible y su utilización puede reportar interesantes beneficios al bosque.
La superficie forestal arbolada de titularidad privada es la que fundamentalmente mantiene especies arbóreas de ciclo más corto y de mayor productividad forestal, como el castaño, el eucalipto, o el pino insigne; mientras que la que corresponde a titularidad pública está ocupada principalmente por especies de crecimiento lento como hayas, robles o pinos silvestres.
Para David de Pedro lo más rentable para el propietario es plantar eucalipto: una especie de rápido crecimiento, cuyo cultivo está muy controlado por la Administración regional, que subvenciona la repoblación desde hace bastantes años pero no permite plantar más allá de un determinado número de hectáreas.
Certificación forestal, una gestión sostenible. Cuidando los bosques
Los procesos de esquilmación que se han llevado a cabo en el Amazonas y su impacto en la sociedad actual fueron la chispa de la puesta en marcha de las llamadas acreditaciones madereras. El público quiere consumir productos de calidad y saber que con ello no está contribuyendo a la destrucción del planeta. Por eso desde hace unos años el sector forestal se ha sumado al carro de la sostenibilidad, y lo demuestra mediante sellos de calidad, las certificaciones forestales, que acreditan que la gestión que se lleva a cabo desde que se extrae la materia prima en el monte hasta su transformación final cumple con una serie de obligatorios requisitos.
En Asturias, cada vez son más los propietarios y empresas forestales que apuestan por conseguir una certificación para su madera. “Para poder ofrecer el producto en el mercado tiene que llevar un proceso natural y un proceso de seguimiento que asegura que la madera no es de cualquier lugar. Luego el certificado se pone en el tablón, de forma que cuando tú vas a comprar madera sabes que se ha obtenido tras un proceso de calidad y sostenibilidad”, explican desde la Asociación de Propietarios Forestales.
Desde la APF tratan de impulsar y concienciar a los propietarios de la necesidad de certificar la madera “porque con el tiempo la madera que no tenga los certificados no podrá estar en el mercado”.
Las masas forestales desarrollan un importante papel como reguladores naturales en procesos ecológicos esenciales, especialmente aquellos que tienen que ver con el cambio climático. Gracias a este sector, los bosques están cuidados, tratados sanitariamente y limpios de maleza, lo que en sí mismo ya es un importante avance en la lucha contra incendios.
La Biomasa, un sector emergente
La utilización de la biomasa como energía se ha puesto de moda en los países desarrollados. Dio sus primeros pasos en Canadá en los años sesenta, se fue extendiendo a Estados Unidos y actualmente también la comunidad europea está apostando fuertemente por esta fuente energética, que tiene la mejor de las etiquetas: energía limpia, cuya gestión puede ser sostenible, y cuya utilización también puede reportar interesantes beneficios al bosque.
El proceso de elaboración de la biomasa es sencillo: los restos de materia orgánica que se obtienen tras la manipulación de árboles o arbustos, o tras las tareas de limpieza de maleza, se transforman en pellets o astillas que alimentan desde pequeñas calderas hasta centrales eléctricas. Sin duda el aprovechamiento de la biomasa es una buena opción: un bosque limpio de maleza es una masa forestal cuyo crecimiento se ve estimulado, que adquiere más valor en el mercado y corre menos riesgos ante los incendios forestales.
Para muchos entendidos, el aprovechamiento de la biomasa es la mayor oportunidad para el sector forestal. Asturias, por sus condiciones naturales, es una de las regiones con mayor capacidad de producción, de crecimiento forestal de Europa. Todo un potencial que se está desaprovechando y que podría crear en la comunidad un considerable número de puestos de trabajo. “Hay países en los que la biomasa es una parte muy importante del sector forestal pero aquí no está funcionando como debiera, ni mucho menos”, comenta Alvaro Roza, de AESA. “Aquí todavía no hay suficientes instalaciones de calderas, ni centrales que puedan consumir biomasa”.
Aunque aún tiene mucho camino por recorrer, el crecimiento de este sector dentro del conjunto forestal es lento pero ilusionante. Desde la administración regional se marca como objetivo que en 2012 el 6% de las necesidades energéticas asturianas se cubran con biomasa forestal. Esto es lo planteado en la Estrategia Regional de Aprovechamiento Sostenible de la Biomasa Forestal, el pasado mes de marzo.
Según el Inventario Forestal Nacional de 2006, el último en publicarse, un 72% del territorio asturiano es superficie forestal (764.597 Ha), de las cuales el 59% corresponde a monte arbolado (451.116 Ha). El resto, unas 313.481 Ha, están desarboladas.
Dos terceras partes de la superficie arbolada, 285.520 Ha, corresponden al sector privado, mientras que el resto está gestionado por administraciones públicas.
El Plan Forestal de Asturias 2001-2060 contempla aumentar la superficie arbolada hasta 523.384 hectáreas, manteniendo las superficies de cultivo, prados y pastizales. Asturias tras el pelet industrial
La Fundación Asturiana de la Energía (FAEN) coordina el proyecto PELET IN, ‘Desarrollo de un pelet para aplicaciones industriales’ que tiene como principal objetivo el diseño y la fabricación de un pelet fabricado a partir de diferentes biomasas para ser utilizado en aplicaciones industriales.
El pelet industrial es un biocombustible totalmente innovador en España. Formado por mezclas de biomasas, y bajo unas condiciones de calidad menos exigentes que las del pelet doméstico, será más económico y podrá utilizarse en centrales eléctricas o en calderas industriales. El pelet industrial es la solución para aquellas instalaciones que demanden grandes cantidades de biomasa, que requieran un biocombustible en condiciones homogéneas o para aquellas que no vayan a realizar modificaciones en los sistemas de alimentación existentes.
Al tratarse de un nuevo producto, será necesario realizar una serie de análisis de todas las biomasas implicadas en el proceso de fabricación hasta conseguir la composición óptima de la mezcla. Así, se pasará de una fabricación a escala semi-piloto, donde se definirán los parámetros técnicos del proceso, hasta llegar a una fabricación a escala industrial. El biocombustible obtenido se probará en una caldera de una central de generación eléctrica donde se comprobará su eficiencia junto al carbón bajo la tecnología de la co-combustión.
El proyecto se está llevando a cabo gracias al consorcio formado por las empresas HUNOSA y PELLETS ASTURIAS, el centro de investigación INCAR y la propia FAEN. El proyecto está financiado parcialmente por el Ministerio de Ciencia e Innovación, a través del subprograma INNPACTO, mediante fondos procedentes del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) y fondos propios.
El proyecto es, sin duda, de gran interés para el sector energético asturiano, que en los últimos años está apostando por la biomasa como una importante fuente de energía.
-¿Por qué el sector forestal en Asturias es un gran desconocido?
-Básicamente por dos culpables. Por un lado está la administración pública, que se ha centrado sobre todo en promocionar la parte medioambiental, el paraíso natural, obviando que la historia de Asturias es la historia de una zona rural donde se aprovechaba la madera y se usaba para vivir con ella, en las construcciones como los hórreos y los pajares. Y toda la normativa que se ha hecho desde la parte pública se ha centrado más en el tema de la protección medioambiental, que en apoyar la parte productiva del sector
La otra parte de culpa la tiene el propio sector, los propios empresarios que no se han preocupado en absoluto por crearse una imagen social de sector sostenible, vinculado al medio rural, que crea empleo y riqueza de forma permanente.
-¿Es necesaria más información?
-Evidentemente, la administración pública tenía que haberse dedicado a cuidar, a promocionar y a divulgar la parte productiva del sector, pero quien tiene que poner en valor ese recurso son los propietarios forestales, tanto públicos como privados.
-Hay que desterrar la imagen de taladores de los bosques a cuidadores de los montes. ¿Cómo debería crecer la cultura forestal en Asturias?
-Lo primero que hay que decir públicamente es que hay dos tipos de bosque o de monte. A mí me gusta citar como bosque a la parte que es el monte de protección y me gusta hablar de plantación o cultivo, refiriéndome al tipo de monte que está dedicado a producir maderas de valor comercial, maderas o biomasas u otro tipo de productos. Uno de los grandes problemas que hay en Asturias es que se confunde todo, se confunde una parcela plantada con eucaliptos o pinos con, por ejemplo, Muniellos y se le da el mismo valor ecológico y medioambiental, lo que es absurdo. El reto es que podamos llegar a hacer una distinción a ojos de la sociedad, a ojos de las administraciones públicas y a ojos del propio sector, entre producción de madera y protección.
-¿En qué tiene que cambiar la mentalidad de la sociedad respecto a este sector?
-Tenemos que introducir el concepto de cultivar madera. La madera es el recurso de consumo masivo más sostenible porque es renovable, es reciclable, consume muy poca energía en su producción y su transformación; es un sumidero de CO2 y produce productos de primera necesidad. Y no podemos renunciar a esa materia prima, así que hay que planificar y ordenar nuestro territorio y eso significa que las zonas que sean aptas para producir y cultivar madera habrá que destinarlas para eso, así de sencillo.
-¿Qué peso específico tiene este sector en Asturias?
-Pues lamentablemente muy poco, actualmente debe estar en torno al 10% de la renta agraria. Al año se están aprovechando de los montes aproximadamente unos setecientos mil metros cúbicos de madera cuando el monte asturiano está creciendo por encima de los dos millones y medio.
Ahora mismo los montes asturianos están en una situación bastante lamentable. Tenemos tanto que no lo cuidamos nada o muy poca cantidad; además tenemos enfermedades graves que son otro reto importante, como es el chancro en el castaño o el fusarium en los pinos.
-¿El futuro del medio rural está en nuestros bosques?
-Podría estar, porque hay monte de sobra para hacer lo que queramos: para producir, para conservar, para cortar a cinco años, para cultivos energéticos. Tenemos una cantidad de bosque y una cantidad de territorio absolutamente improductivo, parecemos una región rica porque tenemos mucho desaprovechado, y evidentemente no lo somos. El monte podría ser la alternativa al desarrollo del medio rural asturiano, porque fija población en el medio, es sostenible, tiene efectos medioambientales importantes, crea riqueza y valor en el medio rural y no es contaminante. Es impresionante lo que este sector puede aportar al medio rural, que está desangrándose poco a poco. El último zarpazo se lo va a dar la UE en breve con la nueva PAC, pero este sector tiene un potencial que nadie está viendo, y sólo porque es un potencial que se desarrolla a medio y largo plazo, no a corto plazo.
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