Situado dentro del área urbana de Ciudad Naranco, el Polígono Industrial de Ferreros se incluye dentro del Plan General de Ordenación Urbana de la zona, que está cambiando la fisionomía de un barrio con carácter e historia propia, con una sorprendente cercanía al centro de la ciudad.
El barrio de Ciudad Naranco nace a mediados de siglo a partir del pueblo de Ferreros. El nombre viene, como es de suponer, del gremio de herreros que estaba aquí asentado, generando una tradición que en cierto modo ha encontrado continuidad en el actual polígono industrial.
El barrio como tal se establece como zona residencial tras la Cárcel Modelo, hoy convertida en Archivo Histórico, y como lugar de asentamiento ligado al ferrocarril, que traía trabajadores y viajeros. En los primeros tiempos la zona se llamó Colonia Astur, y no fue hasta su urbanización en 1975 cuando se empezó a popularizar el nombre de Ciudad Naranco.
La reforma del edificio de la antigua cárcel como Archivo Histórico y la construcción del acceso bajo las vías del tren a la glorieta de Luis Oliver, han contribuido a cambiar Ciudad Naranco, pero aún se mantiene en la zona un polígono industrial activo, y los restos de los viejos Almacenes Industriales, cuyos solares (varios de ellos abandonados) están destinados a la edificación.
El nombre de Ferreros viene, como es de suponer, del gremio de herreros que estaba aquí asentado, generando una tradición que en cierto modo ha encontrado continuidad en el actual polígono industrial.
También la cubierta de La Losa, en los años noventa, dotó al barrio de una puerta natural, amplia y luminosa, vía de entrada a una orografía marcada por las cuestas y por las vías del tren, que ejercen de frontera con el resto de la ciudad. Sin embargo, la distancia con el centro de Oviedo es más psicológica que real: ya que en realidad hay menos de un kilómetro, pero los habitantes de Ciudad Naranco alardean de un cierto carácter propio, de un barrio muy diferenciado. Esa misma distancia es aprovechada con maestría por las empresas aquí asentadas, que disfrutan de ese estar a la vez cerca y lejos de todos los servicios de la capital. El gran problema es, como siempre, el tráfico, que suma al movimiento de una zona residencial los problemas típicos de las áreas industriales, donde las congestiones y la escasez de aparcamientos son uno de los temas habituales encima de la mesa, así como una muy reclamada mejora de los accesos por la calle Nicolás Soria.
Un modelo atípico
A pesar de que la ubicación del Polígono de Ferreros es una consecuencia lógica de la historia del barrio, lo cierto es que es cada vez menos habitual encontrar un asentamiento industrial con estas características. A mediados de los años sesenta, varias empresas compraron suelo pensando en aprovechar la cercanía con la ciudad y la movilidad que proporcionaba el ferrocarril. Con el tiempo, lo que era un barrio muy periférico se ha visto asimilado al núcleo urbano, y de hecho existe un Plan de Ordenación Urbana que contempla la edificación de varias viviendas nuevas (muchas de ellas ya están construidas) y la expansión del barrio hasta la pista finlandesa. Los plazos no están claros, pero en algún momento se ha hablado de trasladar las empresas a algún polígono estrictamente industrial en las afueras para poder aprovechar el espacio como residencial. De momento es sólo una idea, ya que habría que estudiar la viabilidad de un proyecto que implicaría una mudanza a gran escala; un despliegue que, en principio, las empresas no podrían asumir sin ayuda institucional.